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Por Gerardo Naranjo *

Al hacer "Miss Bala", mi meta fue crear una película que comunicara un miedo específico que siento en el aire. La pregunta para mi fue, cómo crear imágenes que pudieran recrear el olor de violencia y a la vez hacer una obra de arte penetrante. Esa fue la visión que estableció el fondo de la película. Lo que estaba buscando era algo más allá de las palabras y ciertamente sin mensaje ni anécdota.

Una película sobre el crimen en México parecía algo imposible de abordar. Tenía que hablar a través de las imágenes. En algunos contextos no confío en las palabras, nuestra sociedad las usa para mentir. Las palabras pueden confundir y carecer de significado, contribuyen a mantener los problemas vivos. En este sentido, escuchar a otro político hablar sobre el crimen se vuelve ruido blanco.

Por un rato, no había forma de hacer esta película, hasta que encontramos una noticia. Una chica muy bella fue atrapada con unos criminales. No había una razón clara para que una "Reina" con un buen estatus socio-económico, pudiera beneficiarse de estar con estos tipos. Esta anécdota me dio lo que necesitaba, un ángulo microscópico. La historia se iba a contar desde el punto de vista ignorante de la víctima.

Una vez que tuve eso, supe que podríamos hacer una película lírica y honesta sobre estos eventos que nos persiguen a todos México.

La premisa era simple. Una persona con una ambición mundana conoce el mundo del crimen organizado. Una vez que tuviéramos una historia importante, teníamos que hacer una película relevante, sin dar discursos, limitándonos a la observación. Adentrar en un evento que se desarrolla de una manera precisa.

Nos pusimos varias limitaciones con el fin de retarnos a ir más allá de los códigos tradicionales de como se hace cine y manteniéndonos fieles a nuestra idea al mismo tiempo. La película sería una mirada antropológica al crimen organizado. Sin entrar en su psique, no me interesan las posibles justificaciones de un acto criminal; quería observar el fenómeno y sus cualidades. Como suena un teléfono, sus códigos al hablar, como se se visten, sus caras, una vez más, el olor. Todo junto para crear una atmósfera.

Yo creo que además de Laura y Lino hay un tercer personaje principal en la película y es esa atmósfera a la que me refiero. Creo que los mexicanos estamos perdidos en la ignorancia a la que nos lleva el gusto ciego que tenemos por las imágenes vacías que vienen de los medias masivos. A pesar de nuestras grandes tradiciones visuales, México lleva consigo una fétida herencia cultural del melodrama, que es como un virus tratando de infectarlo todo.

De cierta forma, creo que la realidad mexicana se ha convertido en el reflejo en el espejo de una mala telenovela. Por eso creo que es importante crear otros espejos para vernos a nosotros mismos. Mi ambición es crear un vínculo con los espectadores y ofrecerles una alternativa a la forma que tenemos de ver las cosas.

Algo que vaya más allá de la porquería de medios que nos rodean. Espero que la gente que vea la película comparta estos sentimientos.

(*) El guanajuatense Gerardo Naranjo, que este viernes estrena en salas mexicanas "Miss Bala", estrenada en Cannes y este mismo mes participante en Toronto y San Sebastián, debutó en 2006 con "Drama/Mex", a la que siguió "Voy a explotar", dos años después. Esta es su tercera película, como las dos anteriores muy pegadas a la realidad del país.

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