David Marqués escribe sobre "En fuera de juego"
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Por David Marqués
Voy a hablar como espectador. Me considero antes espectador que director o guionista, ya que por muchas películas que dirija o escriba en mi vida, siempre habré visto muchas más. Y como espectador he de decir que me gustan las películas. Y lo cierto es que me suele importar poco el género a la hora de decidirme por ver un film; me importa poco si es un drama de época, un western moderno, cine negro clásico o el gore más sangriento. Pero hay un tipo de cine por el que siento debilidad: me gustan las películas de perdedores.
Los perdedores siempre me han resultado mucho más simpáticos y entrañables que los que consiguen lo que se proponen. Recuerdo al inmenso Eddie Felson que Paul Newman bordó en "El Buscavidas"; al "Cincinatti Kid" de Steve McQueen o al Sonny Wortzyk de Pacino en "Tarde de perros"... Y si hay algo que me guste aún más es una comedia de perdedores. Me parecen los personajes más generosos que puedes encontrar en una historia; unos personajes que dejan que me ría de sus desgracias merecen todo mi respeto y admiración... sobre todo porque la mayoría de las veces, descubro que, al fin y al cabo, me estoy riendo de mí mismo. Y la risa se convierte en una mueca; por fuera me río, pero por dentro descubro que me identifico mucho más a ese personaje que al héroe de turno y que sus desgracias son más parecidas a mi día a día que lo que podía pensar... y todo por eso, por pensar.
Descubrí que pensar en una comedia como "El apartamento" te dice más sobre la condición humana que muchos dramas aparentemente más profundos. Y eso me gusta. Y hablando de Billy Wilder, puede que sea el director que mejor ha sabido retratar a los perdedores. Toda su filmografía es un catálogo de fracasados. Pero hay dos por los que siento especial cariño: Lemmon y Matthau. Y cuando leí "En Fuera de juego", inmediatamente me vino a la cabeza "En bandeja de plata", esa relación plagada de mentiras, conveniencias, intereses, oportunidades perdidas, decepciones... Todo eso lo veo en la relación entre Javi y Diego. Otro personaje que se me apareció durante la lectura fue el de Woody Allen en su "Broadway Danny Rose", ese representante desastroso que ve oportunidades donde no las hay y que nunca pierde la fe. Y luego está la relación entre Javi y Ana. Un matrimonio que aguanta no solo el peso del tiempo, sino del fracaso y de las ilusiones y los sueños olvidados. El ver como Javi no se da cuenta que va perdiendo a su mujer poco a poco es un aliciente a añadir a la hora de contar esta historia.
Pero lo que más me gusta de esto, como ya he dicho al principio, es que es una comedia, una comedia amarga, agridulce, pero comedia al fin y al cabo. Una comedia de esas que hace que detrás de la sonrisa se esconda, si quieres, una mueca de compasión hacia esos perdedores que tanto se parecen a nosotros.
Otro tema que también me interesa y me parece muy vinculado (además de por lo obvio) a "En Fuera de juego" es el fútbol. Me gusta el fútbol, no soy un fanático de los que se compran diarios deportivos cada día, pero me gusta ver un buen partido. Pero hay algo que siempre me ha llamado la atención y que me hace encontrar esa vinculación al guión de la que hablaba anteriormente: los perdedores.
Recuerdo que en mi grupo de amigos había varios del Real Madrid. Pero había uno, Emilio, que era del Osasuna. Cada vez que el Real Madrid ganaba un partido de liga, los madridistas, lógicamente, se alegraban... pero ya está. Les duraba el tiempo que tardaban en terminar una cerveza tras la conclusión del partido. Ganar era lo normal. Ese año ganaron diecinueve partidos... pero perdieron diez, y el disgusto no les duraba tan poco, cada derrota y su pesadumbre alcanzaba hasta la siguiente jornada. Terminó la liga y acabaron en tercera posición; el desencanto fue total y duró hasta la siguiente temporada. Ese mismo año, Emilio, disfrutó como un enano de las diez victorias del Osasuna, esas victorias le ofrecían una semana de felicidad y júbilo... sobre todo el 3-1 que le endosaron al Real Madrid, que le duró toda la temporada. Pero es que, encima, además de las victorias, los empates también le alegraban. No perder era una victoria. Porque para él, perder era lo normal. Al final, la felicidad fue absoluta: el Osasuna quedó cuarto por la cola y no bajó a segunda.
Esa es la diferencia entre un ganador y un perdedor. Y por eso Emilio siempre me ha caído mucho mejor que el resto de amigos. Todo esto viene a que cuando leí en "En Fuera de juego" la historia de Javi, ese representante de poca monta que se encuentra con la oportunidad de que un cliente suyo fiche por el Real Madrid, lo que se me vino a la cabeza fue mi amigo el osasunista Emilio ante la posibilidad de ganar una Champions. Hubiera dado lo que fuera por verle en esa situación.
Y ahora, con esta película, puedo hacerme una idea.
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Voy a hablar como espectador. Me considero antes espectador que director o guionista, ya que por muchas películas que dirija o escriba en mi vida, siempre habré visto muchas más. Y como espectador he de decir que me gustan las películas. Y lo cierto es que me suele importar poco el género a la hora de decidirme por ver un film; me importa poco si es un drama de época, un western moderno, cine negro clásico o el gore más sangriento. Pero hay un tipo de cine por el que siento debilidad: me gustan las películas de perdedores.
Los perdedores siempre me han resultado mucho más simpáticos y entrañables que los que consiguen lo que se proponen. Recuerdo al inmenso Eddie Felson que Paul Newman bordó en "El Buscavidas"; al "Cincinatti Kid" de Steve McQueen o al Sonny Wortzyk de Pacino en "Tarde de perros"... Y si hay algo que me guste aún más es una comedia de perdedores. Me parecen los personajes más generosos que puedes encontrar en una historia; unos personajes que dejan que me ría de sus desgracias merecen todo mi respeto y admiración... sobre todo porque la mayoría de las veces, descubro que, al fin y al cabo, me estoy riendo de mí mismo. Y la risa se convierte en una mueca; por fuera me río, pero por dentro descubro que me identifico mucho más a ese personaje que al héroe de turno y que sus desgracias son más parecidas a mi día a día que lo que podía pensar... y todo por eso, por pensar.
Descubrí que pensar en una comedia como "El apartamento" te dice más sobre la condición humana que muchos dramas aparentemente más profundos. Y eso me gusta. Y hablando de Billy Wilder, puede que sea el director que mejor ha sabido retratar a los perdedores. Toda su filmografía es un catálogo de fracasados. Pero hay dos por los que siento especial cariño: Lemmon y Matthau. Y cuando leí "En Fuera de juego", inmediatamente me vino a la cabeza "En bandeja de plata", esa relación plagada de mentiras, conveniencias, intereses, oportunidades perdidas, decepciones... Todo eso lo veo en la relación entre Javi y Diego. Otro personaje que se me apareció durante la lectura fue el de Woody Allen en su "Broadway Danny Rose", ese representante desastroso que ve oportunidades donde no las hay y que nunca pierde la fe. Y luego está la relación entre Javi y Ana. Un matrimonio que aguanta no solo el peso del tiempo, sino del fracaso y de las ilusiones y los sueños olvidados. El ver como Javi no se da cuenta que va perdiendo a su mujer poco a poco es un aliciente a añadir a la hora de contar esta historia.
Pero lo que más me gusta de esto, como ya he dicho al principio, es que es una comedia, una comedia amarga, agridulce, pero comedia al fin y al cabo. Una comedia de esas que hace que detrás de la sonrisa se esconda, si quieres, una mueca de compasión hacia esos perdedores que tanto se parecen a nosotros.
Otro tema que también me interesa y me parece muy vinculado (además de por lo obvio) a "En Fuera de juego" es el fútbol. Me gusta el fútbol, no soy un fanático de los que se compran diarios deportivos cada día, pero me gusta ver un buen partido. Pero hay algo que siempre me ha llamado la atención y que me hace encontrar esa vinculación al guión de la que hablaba anteriormente: los perdedores.
Recuerdo que en mi grupo de amigos había varios del Real Madrid. Pero había uno, Emilio, que era del Osasuna. Cada vez que el Real Madrid ganaba un partido de liga, los madridistas, lógicamente, se alegraban... pero ya está. Les duraba el tiempo que tardaban en terminar una cerveza tras la conclusión del partido. Ganar era lo normal. Ese año ganaron diecinueve partidos... pero perdieron diez, y el disgusto no les duraba tan poco, cada derrota y su pesadumbre alcanzaba hasta la siguiente jornada. Terminó la liga y acabaron en tercera posición; el desencanto fue total y duró hasta la siguiente temporada. Ese mismo año, Emilio, disfrutó como un enano de las diez victorias del Osasuna, esas victorias le ofrecían una semana de felicidad y júbilo... sobre todo el 3-1 que le endosaron al Real Madrid, que le duró toda la temporada. Pero es que, encima, además de las victorias, los empates también le alegraban. No perder era una victoria. Porque para él, perder era lo normal. Al final, la felicidad fue absoluta: el Osasuna quedó cuarto por la cola y no bajó a segunda.
Esa es la diferencia entre un ganador y un perdedor. Y por eso Emilio siempre me ha caído mucho mejor que el resto de amigos. Todo esto viene a que cuando leí en "En Fuera de juego" la historia de Javi, ese representante de poca monta que se encuentra con la oportunidad de que un cliente suyo fiche por el Real Madrid, lo que se me vino a la cabeza fue mi amigo el osasunista Emilio ante la posibilidad de ganar una Champions. Hubiera dado lo que fuera por verle en esa situación.
Y ahora, con esta película, puedo hacerme una idea.
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