Fran Ruvira escribe sobre "Orson West"

por © Canónigo Films-NOTICINE.com
Ruvira
Por Fran Ruvira *

Nací en un pequeño pueblo de frontera entre Alicante y Murcia, donde los terrenos de secano y los vientos conforman un paisaje árido que se asemeja a los parajes del viejo Oeste. Estos espacios sirvieron a los niños de mi generación para imaginar aventuras de indios, cowboys, forajidos… En aquellos tiempos, recuerdo haber escuchado a un vecino hablar sobre la visita al pueblo de un director de cine que pretendía rodar allí un western. Siempre me pareció una de esas leyendas para entretener a los niños. Sin embargo, años más tarde, encontré un artículo cinematográfico donde se explicaba la aventura frustrada del western de Orson Welles durante sus años en España.

Pero en realidad, esta película no es una historia sobre Orson Welles, sino sobre el territorio donde el cineasta norteamericano pretendió rodar un western. La cámara se acerca a los parajes de mi infancia con la intención de evidenciar la poesía cinematográfica resultante de la unión del cine y la naturaleza, la confrontación entre individuo y entorno, el desarraigo...

Esa comunión paisajística nos descubrirá aquel tiempo en el que la figura de Welles se paseó por este territorio fronterizo. Y esta barrera geográfica se traslada también a lo cinematográfico para llevar a cabo un relato que se situa en medio de una frontera donde se confrontan dos realidades: un cine que sugiere vs. un cine que cuenta, un cine que emplea técnicas documentales vs. un cine de género, un cine con actores no profesionales vs. los métodos de intérpretes profesionales…

El espectador se sitúa en medio de una “tierra de nadie” donde todo es posible y donde todo está aún por hacer. Es el lugar idóneo para realizar un film en el que cada día el rodaje se plantea como una exploración con sus sorpresas, atascos, cambios de ruta o momentos de duda.

De esta manera, la película se va descubriendo según avanza y la propia narración acaba convirtiéndose en el testimonio de una búsqueda. La película adopta una forma de esbozo o de relato apuntado, más si cabe cuando hablamos de uno de los proyectos inacabados de Welles o de aquellas historias personales del pasado que quedan por cerrar. Bajo esta mirada, y con la ayuda del cineasta Joaquim Jordà, empecé a escribir un guión donde conviven hechos reales, épica y mitología como todo buen western.

El casting lo encabeza Sonia Almarcha, actriz de largo recorrido que vimos en "La soledad", de Jaime Rosales (2007) y que precisamente nació en la zona. De nuevo, la frontera entre la ficción y la realidad, la actriz y el personaje, se evapora en un juego de (re)interpretación a favor de la película. La llegada del rodaje al pueblo supondrá un viaje de vuelta de la actriz principal a su tierra natal. Este regreso sacará a la luz sus conflictos interiores provocados por el recuerdo. Sonia es incapaz de echar raíces personales e intenta conquistar territorios muy lejanos: el paso del tiempo irrecuperable, el amor perdido, las inseguridades… Las fronteras son también barreras invisibles que se interponen en las relaciones personales.

Hemos querido mezclar intérpretes profesionales con actores no profesionales con el objetivo de buscar esa naturalidad del gesto y testimoniar desde un punto de vista etnográfico aspectos como el dialecto de la zona, costumbres… Por ello, unos niños de la zona se convertirán en atentos observadores del mundo del cine. La mirada virgen de estos niños que no son actores nos ayudará a recuperar esa inocencia perdida y la ingenuidad del primer visionado con la intención de encontrar aquella máxima que afirma que el western proporciona una satisfacción a la infancia perdida del espectador adulto.

Y finalmente, yo mismo como director en la película “aparezco” delante de la cámara para conocer los detalles del western que nunca se llegó a rodar. Junto al espectador, pretendemos iniciar un relato que nos llevará en busca del fantasma de Orson y su película inacabada. La vida y los proyectos truncados de Orson Welles están rodeados de incógnitas confusas y verdades a medias, lo cual hace que resulte imposible diferenciar la parte real de la leyenda. Por ello, es una investigación abocada al fracaso desde el primer momento pero como dijo John Ford: “cuando hay que optar entre la verdad y el mito, yo me quedo con el mito”.

En definitiva, con "Orson West" queremos seguir explorando nuevos territorios cinematográficos donde se mezclan los géneros, los materiales, la ficción, el documental... a favor del cine como un arte impuro. Pero ante todo, "Orson West" es una película realista, íntima y poética con el objetivo de reencontrar esa (falsa) inocencia del cine.

(*): Formado en universidades de Valencia y Barcelona, Fran Ruvira debuta en el largo tras varios cortos con este film que llega este fin de semana a salas españolas.

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