José Luis Garci escribe sobre "Holmes & Watson. Madrid days"

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José Luis Garci
Por José Luis Garci *

¿Qué es "Holmes & Watson. Madrid days? Pues no sé decirlo. La verdad es que cada vez sé menos qué rayos es exactamente una película. Según voy cumpliéndolas, como espectador y como guionista y director, me desconcierta cómo se te escapan para transformarse en una cosa distinta a la que tú pensabas que iban a ser. Después de filmadas, las escenas, los planos, el más pequeño gesto de un actor o el suave e inocente movimiento de una actriz, bum, de pronto se vuelven furtivos, extraños.

¿Qué es "Holmes & Watson. Madrid days"? Repito: nunca voy a saberlo. Puedo certificar que la rodé con alegría, buscando esa sencillez con que escribe Somerset Maugham, la claridad de Hawks en Tierra de faraones y la humildad de Zurbarán en cualquiera de sus pinceladas, pero, claro, ignoro si el placer que yo sentí se transmitirá al proyectarse un fotograma tras otro. Sí sé ahora, cuando se cumplen ¡treinta y cinco años! de mi debut como director, que para enfrentarte con garantías a una película necesitas, sobre todo, voz (propia, firme), buen oído y sentimiento. Como hace más de una década que no he pasado revisión médica, no sé, de verdad, si oigo igual de bien o hablo ya farfullando al modo de los intérpretes del Actor’s Studio.

En cambio, puedo secretearles a lo que a mí me parece que huele "Holmes & Watson. Madrid days": a café, a Cafés, a Cafés cantantes, a los granos de café cuando los triturabas en el molinillo; a music-hall y a fin de siglo; a sifón y a pan de Viena; a hoteles muy alfombrados y de muebles macizos, con las habitaciones abarrotadas de vitrinas, grabados y damascos; a aquellas porras de las verbenas que el churrero iba cortando de una rosca casi tan grande como la rueda de un carro; a misterio de folletín; a vida inglesa y a la calle Toledo de Madrid, tan llena de luz; a banquetes de homenajes y al tabaco de esos cabarés con niebla de madrugada; a camerinos y a estaciones de ferrocarril; a libros de lance y chimeneas; también, espero, a algo de amor y amistad.

Es irresponsable pedir que esta aventura llamada "Holmes & Watson. Madrid days", con un metraje de dos horas y pico, sea joven, ágil, jubilosamente nostálgica y un poco descuidada; sin embargo, anoche vi una estrella fugaz, cerré los ojos y le pedí el milagro. Así están las cosas. Por último, añadir que he pillado a Holmes cansado y como distraído, nada frecuente en él, y a Watson, aún casado en segundas nupcias, igual de enamoradizo. Es evidente que los dos tienen un secreto allá al fondo, al final de esa especie de timidez en la que ambos se escudan. En fin. Dos tipos irreemplazables. De esos que te hacen un gran bien físico y moral cuando estána tu lado.

(*): Nombre clave del cine español en la Transición a la democracia con films como "Asignatura pendiente", "Solos en la madrugada", "Las verdes praderas" o "Volver a empezar" (Oscar a mejor película extranjera), José Luis Garci, fue antes crítico y posteriormente conductor televisivo de tertulias sobre films clásicos. Editor y escritor, este madrileño de raíces asturianas ha dirigido cerca de una veintena de películas, alternando sucesos comerciales con fracasos tan destacados como la ambiciosa producción histórica "Sangre de mayo", su anterior film. Fue nominado tres veces más al Oscar, ha obtenido el Goya y un buen puñado más de premios. "Holmes & Watson. Madrid days", que se estrena este viernes, marco su regreso tras cuatro años en dique seco.

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