Carlos Malavé reflexiona sobre la difusión internacional del cine venezolano
- por © Ninoska Dávila (Venezuela)-NOTICINE.com
Carlos Malavé, el cineasta que este fin de semana estrena en su país la comedia romántica "La pura mentira", hace autocrítica y considera que al cine venezolano aún le queda mucho trecho para alcanzar una posición internacional de relevancia, y considera que dentro del país se ensalza a "películas que no merecen premios". En declaraciones a El Universal, el autor de "Por un polvo", "Las caras del diablo" y "El último cuerpo" critica también cierta burocracia en el proceso de apoyo al cine y entre los propios directores y productores.
En opinión de Malavé, "Hay que tener una política de distribución mundial. Se ha hablado mucho de la presencia de un embajador del cine, de alguien que nos represente. Eso hace falta. Para poder llegar a festivales como Venecia o Cannes necesitamos no sólo que la película sea buena, sino un lobby internacional. Eso es lo que ha hecho Colombia, Argentina o Perú, que son cinematografías que ya nos arropan. También hay que tener estrategias entre los directores. Con una cinta como "La pura mentira" uno debe saber a qué festivales se puede postular. Sería naif creer que puede estar en la sección oficial de Berlín. Hay que enviarla a certámenes de comedia. Lo importante es ganar espacios de a poco".
Considera el cineasta caraqueño que las autoridades cinematográficas del país han hecho mucho pero aún queda camino por recorrer: "Sé que en el CNAC (Centro Nacional Autónomo de Cinematografía) se trata de tener esa política de distribución. Lo que pasa es que va paso a paso. Primero era crear una Ley de Cine, luego empezar a aumentar el nivel de producción, ahora falta la presencia afuera. Sólo que todo ha sido tan rápido últimamente que nos quedamos atrás en lo internacional. Hay que ponerse las pilas".
Está Malavé de acuerdo con la elección de "Piedra, papel o tijera" para representar al país en los Oscars de Hollywood, ya que considera que era la única susceptible de participar con dignidad, y confiesa que él pidió al jurado que no tuviera en cuenta la suya propia. "Le mandé un email al jurado en el que decía que me retiraba para que no perdieran el tiempo viéndola. Yo estaba claro de que no podía llegar. De las que compitieron, la que se acerca a un estándar es la que ganó. Ninguna otra tiene calidad para optar al Óscar. "Piedra, papel o tijera" no tenía rival", dice.
A diferencia de otros cineastas venezolanos, Malavé se ha decantado por las películas "de género": policiales, intriga, terror, o ahora comedia. Considera que existe cierta saturación de dramas relacionados con las situaciones de violencia urbana que se dan en el país: "Cuando de los 15 estrenos del año, tienes cinco películas que tienen que ver con drama social, saturas a la gente. "Piedra, papel o tijera" lleva 200 000 espectadores. Aún funciona, pero satura. Creo que de a poco le abrimos las puertas a la comedia, al terror; ojalá que a la ciencia ficción", y añade sobre el film elegido para el Oscar: "La violencia americana es diferente a la nuestra. Allá es una violencia más psicópata, de gente que mata a 50 personas; la nuestra es más personal, más diaria. Creo que eso les da una visión de mundo que los estremece. No sé si es la mejor manera de vender al país, pero eso es otra cosa. Aunque creo también que para que una película llegue al Óscar no basta con ser reconocida a nivel nacional. Para tener opciones debería tener un recorrido internacional".
En este sentido, el realizador opina que de las cintas presentadas por el país en los últimos años, era "Hermano" la que mejor representó con posibilidades al país: "Si hubo una película que tuvo opciones reales de llegar al Óscar era "Hermano". Ganó un festival clase "A", obtuvo reseñas afuera. Si no lo logró, cómo creer que una película que no tenga eso lo logre. Yo no creo que "Piedra papel o tijera" lo consiga. Aunque es una película que tiene calidad, le falta chispa publicitaria".
Agrega a este respecto: "Si no se tiene el dinero para poder optar al Oscar, que requiere de una publicidad enorme para venderle tu producto a los miembros de la Academia, tienes que tener reseñas internacionales que la alaben. "El secreto de sus ojos" las tuvo. Esa es la manera correcta de hacer las cosas. No creer que de la nada, de tener 100 000 espectadores en Venezuela, vas a llegar al Óscar. Es inocente pensar eso".
Respecto de la cinta que ahora estrena, "La pura mentira", Carlos Malavé se justifica por el largo tiempo que ha pasado entre su rodaje y el estreno: "El retraso refleja que el cine no se puede hacer con burocracia. Más allá de que la Villa del Cine (el estudio estatal) es una buena idea, el problema que tuvo "La pura mentira" es que la Villa cambió de presidente tres veces. Y al cambiar de presidente, se retrasan los procesos de las películas. Y hablo de la burocracia en todos los niveles: no sólo en la Villa, también en la distribución, en la exhibición, que retrasa nuestro crecimiento".
Cree el cineasta que esa "burocratización" incluso afecta a los propios profesionales del cine venezolano. "También hay burocracia personal. No es una cosa sólo del Estado, el cineasta también se pone una serie de trabas. Hacemos que el camino tenga curvas. Y cuando eso se suma a la burocracia institucional, da como resultado películas que tienen 10 años sin estrenarse. La burocracia empieza por no aceptar el tipo de película que tienes. Lo que no resolviste a la hora de filmar, no lo vas a resolver en postproducción. A veces, el director busca una excusa para tratar de redondear una película en esa etapa. Después está el asunto del temor a estrenar: enfrentar un producto que tiene años de filmado ante un público. Yo con "La pura mentira" lo tenía", explica.
También hace referencia Malavé a la necesidad de que exista más y mejor promoción para el cine. "Aquí falta un promotor de cine. Creo que aquí nos adulamos mucho. No sé cómo lo vas a poner: nosotros nos jalamos mucho entre nosotros, nos complacemos".
En opinión de Malavé, "Hay que tener una política de distribución mundial. Se ha hablado mucho de la presencia de un embajador del cine, de alguien que nos represente. Eso hace falta. Para poder llegar a festivales como Venecia o Cannes necesitamos no sólo que la película sea buena, sino un lobby internacional. Eso es lo que ha hecho Colombia, Argentina o Perú, que son cinematografías que ya nos arropan. También hay que tener estrategias entre los directores. Con una cinta como "La pura mentira" uno debe saber a qué festivales se puede postular. Sería naif creer que puede estar en la sección oficial de Berlín. Hay que enviarla a certámenes de comedia. Lo importante es ganar espacios de a poco".
Considera el cineasta caraqueño que las autoridades cinematográficas del país han hecho mucho pero aún queda camino por recorrer: "Sé que en el CNAC (Centro Nacional Autónomo de Cinematografía) se trata de tener esa política de distribución. Lo que pasa es que va paso a paso. Primero era crear una Ley de Cine, luego empezar a aumentar el nivel de producción, ahora falta la presencia afuera. Sólo que todo ha sido tan rápido últimamente que nos quedamos atrás en lo internacional. Hay que ponerse las pilas".
Está Malavé de acuerdo con la elección de "Piedra, papel o tijera" para representar al país en los Oscars de Hollywood, ya que considera que era la única susceptible de participar con dignidad, y confiesa que él pidió al jurado que no tuviera en cuenta la suya propia. "Le mandé un email al jurado en el que decía que me retiraba para que no perdieran el tiempo viéndola. Yo estaba claro de que no podía llegar. De las que compitieron, la que se acerca a un estándar es la que ganó. Ninguna otra tiene calidad para optar al Óscar. "Piedra, papel o tijera" no tenía rival", dice.
A diferencia de otros cineastas venezolanos, Malavé se ha decantado por las películas "de género": policiales, intriga, terror, o ahora comedia. Considera que existe cierta saturación de dramas relacionados con las situaciones de violencia urbana que se dan en el país: "Cuando de los 15 estrenos del año, tienes cinco películas que tienen que ver con drama social, saturas a la gente. "Piedra, papel o tijera" lleva 200 000 espectadores. Aún funciona, pero satura. Creo que de a poco le abrimos las puertas a la comedia, al terror; ojalá que a la ciencia ficción", y añade sobre el film elegido para el Oscar: "La violencia americana es diferente a la nuestra. Allá es una violencia más psicópata, de gente que mata a 50 personas; la nuestra es más personal, más diaria. Creo que eso les da una visión de mundo que los estremece. No sé si es la mejor manera de vender al país, pero eso es otra cosa. Aunque creo también que para que una película llegue al Óscar no basta con ser reconocida a nivel nacional. Para tener opciones debería tener un recorrido internacional".
En este sentido, el realizador opina que de las cintas presentadas por el país en los últimos años, era "Hermano" la que mejor representó con posibilidades al país: "Si hubo una película que tuvo opciones reales de llegar al Óscar era "Hermano". Ganó un festival clase "A", obtuvo reseñas afuera. Si no lo logró, cómo creer que una película que no tenga eso lo logre. Yo no creo que "Piedra papel o tijera" lo consiga. Aunque es una película que tiene calidad, le falta chispa publicitaria".
Agrega a este respecto: "Si no se tiene el dinero para poder optar al Oscar, que requiere de una publicidad enorme para venderle tu producto a los miembros de la Academia, tienes que tener reseñas internacionales que la alaben. "El secreto de sus ojos" las tuvo. Esa es la manera correcta de hacer las cosas. No creer que de la nada, de tener 100 000 espectadores en Venezuela, vas a llegar al Óscar. Es inocente pensar eso".
Respecto de la cinta que ahora estrena, "La pura mentira", Carlos Malavé se justifica por el largo tiempo que ha pasado entre su rodaje y el estreno: "El retraso refleja que el cine no se puede hacer con burocracia. Más allá de que la Villa del Cine (el estudio estatal) es una buena idea, el problema que tuvo "La pura mentira" es que la Villa cambió de presidente tres veces. Y al cambiar de presidente, se retrasan los procesos de las películas. Y hablo de la burocracia en todos los niveles: no sólo en la Villa, también en la distribución, en la exhibición, que retrasa nuestro crecimiento".
Cree el cineasta que esa "burocratización" incluso afecta a los propios profesionales del cine venezolano. "También hay burocracia personal. No es una cosa sólo del Estado, el cineasta también se pone una serie de trabas. Hacemos que el camino tenga curvas. Y cuando eso se suma a la burocracia institucional, da como resultado películas que tienen 10 años sin estrenarse. La burocracia empieza por no aceptar el tipo de película que tienes. Lo que no resolviste a la hora de filmar, no lo vas a resolver en postproducción. A veces, el director busca una excusa para tratar de redondear una película en esa etapa. Después está el asunto del temor a estrenar: enfrentar un producto que tiene años de filmado ante un público. Yo con "La pura mentira" lo tenía", explica.
También hace referencia Malavé a la necesidad de que exista más y mejor promoción para el cine. "Aquí falta un promotor de cine. Creo que aquí nos adulamos mucho. No sé cómo lo vas a poner: nosotros nos jalamos mucho entre nosotros, nos complacemos".
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