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Actriz y formadora de actores, así como una de las pocas latinas en haber saboreado los honores de la Academia de Hollywood, que la nominó al Oscar, Adriana Barraza esta celebrando en su país natal sus 40 años en la actuación, un camino vocacional, con más espinas que rosas, que la convierten en una voz experimentada para dar consejos y reflexionar sobre lo efímero y relativo de la fama: "Es como Disneylandia, una fantasía...", sentencia la actriz, de 56 años.

Afincada en los Estados Unidos por largo tiempo, Barraza celebra su 40 aniversario con dos propuestas teatrales en vivo, "Dos amores y un bicho", una lectura dramatizada junto a su esposo Arnaldo Pipke y su hija, y un monólogo retrospectivo de su carrera titulado "Me doy el gusto". Es este último en el que más se trasluce lo que ha sido su experiencia, desde hacer realidad una vocación sin cobrar por ello a recibir un aplauso de 20 minutos ante miles de espectadores, pero con la preocupación de poder pagar las facturas a fin de mes.

"Me interesa contar que en ese mundo maravilloso, que se puede ver tan inalcanzable, los entretelones no son tan paradisíacos. Voy a hablar de los momentos buenos y malos que tiene la vida, de los momentos boyantes y de los momentos en que no hay, a veces, para nada", durante una semana a partir del 22 de septiembre, para luego prolongar en varias universidades mexicanas y posteriormente en Buenos Aires y Nueva York.

Una parte de esos recuerdos dramatizados se centra en su experiencia con "Babel", el film de Alejandro González Iñárritu que le hizo salir del anonimato internacional. "Esto no lo he platicado nunca y me esperé para platicarlo acá. (Fueron) momentos increíbles, pero que uno los puede vivir de una manera terrena como a veces uno cree que no los puede vivir. Yo decía, `Sí, es como Disneylandia'. Pero Disneylandia es eso, una gran fantasía, y después hay que regresar a la realidad. Voy a contar esos momentos desde que 'Babel' fue a Cannes y viví un aplauso casi de 20 minutos" pero en los que "no tenía dinero para ir a las alfombras rojas, estábamos pasando una etapa dura".

A la también actriz de telenovelas, la celebración le permitió darse un "regalote" con "Dos amores y un bicho", en la que reúne a su familia, para relatar la historia de Carolina, la hija de un matrimonio que durante una visita a un zoológico recuerda que su padre estuvo preso y la manera en que el episodio es evitado. Es una ocasión de oro para disfrutar del trabajo junto a sus personas queridas: "Todo lo que he hecho ha valido la pena, sin mi hija, mi nieto y mi esposo mi vida no tendría sentido. Ellos me defienden de la solemnidad".

Respecto del arte dramático y los consejos a las nuevas generaciones de intérpretes, Barraza dijo: "La actuación, como actor, te sirve para reflexionar sobre ti mismo, para saber qué estás haciendo sobre dónde estás parado. Las oportunidades no llegan, se buscan, se tiene que estar preparado, ser cabal, con una carrera bien cimentada. Llegan, pero solo se logran con trabajo", y añadió que el buen actor debe reinventarse y actualizarse: "De joven quizá se es buen actor, pero ya maduro sin reciclarse no se está preparado".

El proyecto además la sometió al escrutinio de "mis más duros críticos" y que le sirvieron para "tratar de hacer actuaciones verídicas y no dormirme en mis laureles".

"Sí, fueron duros. Mi hija me dijo, aquí está faltando algo, pues el oficio no puede estar antes que la veracidad", contó Barraza, quien justificó que "es lo mismo que a mí me pasa cuando estoy con ellos dos, pues cuando quieres a la gente puedes llegar a ser más duro y eso es necesario".

Barraza adelantó que el año entrante el espectáculo tendrá una temporada en Buenos Aires y luego se presentará en Miami, Los Angeles y Nueva York.