Crítica: "7 días en La Habana", una ciudad de distintas miradas

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Benicio del Toro dirige uno de los episodios de '7 días en La Habana'


Por Eduardo Larrocha

"7días en La Habana" quiere ser -¿lo consigue?- el retrato amable de la vida y sus complicaciones en la capital de Cuba. Con los días de la semana como hilo conductor, cada uno de los  cortos que integran esta coproducción franco-española los han dirigido otros tantos directores de distinta procedencia y estilo.

El actor Benicio del Toro, se pone  al otro lado de la cámara y en la jornada del lunes sigue en "Yuma" (Nombre popular del turista en Cuba) los pasos de un visitante norteamericano. Como el resto de los relatos, pero sobre todo en éste,  funcionan tópicos tales como esos coches de los cincuenta que todavía circulan por La Habana gracias a la combinación de precariedad e ingenio de sus habitantes. O esas chicas de favores fáciles de conseguir que atraen a la isla un cierto tipo de viajero. Esos tópicos son comprensibles porque al fin y al cabo quienes cuentan la historia son, en gran parte extranjeros, excepción claro está de un realizador de la Isla, Juan Carlos Tabío, aunque el coordinador de guiones -Leonardo Padura- sea también de esta nacionalidad.  

Tabío, precisamente, se ha reservado a dos de los dos actores más conocidos del cine cubano: Mirtha Ibarra y Jorge Perugorría. Los tres protagonistas de "Fresa y chocolate" vuelven 20 años después  a rodar juntos en La Habana, porque Vladimir Cruz hace de taxista en el capítulo ya citado de Benicio del Toro. Por su parte, el argentino afincado en Francia Gaspar Noé nos muestra un episodio de santería.

En este entramado de cineastas - a los que el escritor Leonardo Padura ha intentado aportar una cierta unidad estilística y cruzar personajes entre uno y otro cortometraje-  resulta estupendo el de Pablo Trapero, en el que Emir Kusturica, un martes cualquiera, se quiere salir del guión que le marca el protocolo del Festival de la Habana que le ha llevado para entregarle un premio. Antes que someterse al boato del galardón, el cineasta y músico serbobosnio prefiere una "jam session" y una buena dosis de ron. Algo parecido a lo que hizo Jose Luis Guerín en "Guest" pero con menor compromiso social y un humor más divertido y ácido.

El vasco Julio Medem indaga, Daniel Brühl mediante,  en el tópico del español que entre el amor y el dinero pone en difícil situación a la cantante de sus sueños. El palestino Elia Suleiman, hace un jueves espléndido con su historia en la que él mismo aspira a entrevistar al Comandante Fidel mientras éste pronuncia uno de sus interminables discursos. El francés Laurent Cantet, con "La Fuente" pone el punto final que viene a ser "y al séptimo día descansó", y así se cierra esta especie de, a veces entretenido, a veces pesado, anuncio publicitario que ha producido en parte la factoría de Ron Havana Club, ahora en manos de una multinacional francesa.

Por oposición y atracción de contrarios algo recuerda este puzzle de cortos a "Noche en la tierra" de Jim Jarmush, en la que un taxista guiaba al espectador por distintas ciudades del Planeta. La película se mimetizaba en cada uno de sus capítulos con los cineastas locales como Kaurismaki en Helsinki y Fellini en el recorrido por las calles de Roma.

"7 días en la Habana" llega a las salas españolas después del estreno, primero en Cuba, luego en la sección Una Cierta Mirada del último Festival de Cannes y el mes pasado en el Festival de Cine de San Sebastián, donde participó en la sección Zabaltegi-Especiales. En todo caso, y a pesar de sus deficiencias, un viaje a la perla del Caribe  bien vale una entrada de cine.

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