Crítica: "Lo imposible", ¿o mejor "La angustia"?
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Por José Daniel Díaz
Hacía tiempo que una película española no contaba con el presupuesto y promoción que ha recibido la nueva película de Juan Antonio Bayona. "Lo imposible" es, de largo, el gran estreno de la semana en la cartelera española y uno de los bastiones sobre los que se sustenta la viabilidad del cine español en este 2012 tras "Las aventuras de Tadeo Jones" y "Tengo ganas de ti". Duro realismo que, por un exceso de dramatismo lacrimógeno, da como resultado una propuesta irregular aunque muy bien presentada y de impecable factura.
"Lo imposible" lo tiene todo para triunfar. Warner ha apostado fuerte por esta producción española, con opciones de recibir alguna nominación en la próxima ceremonia de los Oscar. La puesta en escena con un tsunami de calidad irrefutable, centrado en la angustia y no en el espectáculo vacío de una sobredosis de efectos especiales, es la mayor virtud de esta historia. Ese inicio queda en la retina de cada espectador, deseando que ese ataque de la naturaleza tenga un temprano fin.
A partir de ese momento, la película, que está basada en lo que vivió una familia española durante el mayor tsunami de los últimos tiempos en Tailandia, empieza a decaer. El interés por mostrar la fuerza de la familia, su unión indivisible y los efectos de algo que jamás podrás olvidar, buscan la lágrima fácil. No deja que las situaciones embarguen al público; Bayona decide que debe ser explícito, forzar la lágrima y lo que podía haber sido un perfecto ejemplo de superación, se quede en un teledramón de sobremesa.
El director, que ya sorprendió en su debut con "El orfanato", saca partido de dos actores de gran calado internacional. Ewan McGregor (Henry) y Naomi Watts (María) se han involucrado en el proyecto a lo grande. Su ayuda en la promoción del film puede ser fundamental en el éxito de taquilla de este primer fin de semana. La actriz británico-australiana tiene el papel más difícil y lo resuelve con acierto. Se notan sus continuas reuniones con Maria Belón, persona en la que se basa su personaje. La conexión entre ambas va más allá de las escenas de una película, quizás sea el inicio de una bonita amistad.
Y mención especial merece Tom Holland, el joven que no se separa ni un momento de su madre. El esfuerzo interpretativo que requiere esta producción es innegable. El chico saca lo mejor de sí mismo para dar verdad a un personaje superado por las circunstancias.
Hay que admitir que esta película española puede ser un incentivo para nuevos proyectos de este calado. No tiene nada que envidiar a ninguna gran superproducción americana y el escaparate a nivel internacional va a poner el cine patrio en boca de todos. Los riesgos merecen recompensa y, al igual que ocurriera con la irregular "Agora" de Alejandro Amenábar, la valentía de trabajar con tanta responsabilidad dará buenos frutos con total seguridad.
Tras Amenábar y Bayona, ¿quién se sube al carro de la responsabilidad? Más vale que sean muchos directores y muchos "mediaset" los que arriesguen porque hoy más que nunca necesitamos demostrar que podemos ser competitivos.
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