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Por Alfonso Acosta *

Los temores primitivos, irracionales, incrustados en lo más profundo de la conciencia, ecos de tiempos perdidos que resuenan en nuestros cerebros, son la base argumental de "El resquicio". Un nuevo mundo donde las reglas han perdido todo sentido, el miedo a lo que se esconde en la oscuridad y a lo incomprensible, a lo que no podemos dominar, al despertar intrusivo de la sexualidad, a lo prohibido, a la sobrecogedora y casi mágica sensación de estar frente a la omnipotencia de la naturaleza, y el dejar que nuestros sentidos transiten por la delgada línea que separa lo fantástico de lo real, la locura de la cordura, son sentimientos que nutren y desarrollan el devenir de esta historia.

La película, contada como un macabro y fantástico cuento para niños, nos muestra a una familia quebrada por una muerte y cómo un año después, depositan las esperanzas de reconciliación en un viaje de vacaciones a una solitaria casa de campo. En este ambiente, claustrofóbico y al mismo tiempo inmenso, inmemorial, ceremonial y frío, tan ajeno al ambiente controlado de la ciudad en el que acostumbran a estar, los personajes no sólo no lograrán la paz que tanto buscan sino que al contrario, desatados y sin reglas, a merced de sus anhelos, rencores, fantasías y deseos escondidos que ya no tienen freno, estarán a un paso de dejar de ser inocentes víctimas para convertirse en horribles victimarios.

La inquietante e incómoda narración de esta película se sustenta en la dilación del tiempo y en la reafirmación del carácter tenso de las situaciones casi rutinarias de la vida familiar. Partiendo de una mirada realista de las relaciones entre un grupo de individuos que están unidos por sus lazos de sangre y por la convivencia obligatoria en un lugar aislado, la extrañeza de la imagen, la tirantez de los diálogos y las referencias del lugar, nos indican con el paso de las escenas que algo convulsiona por debajo de sus acciones anodinas; que esa cotidianidad que percibimos en la pantalla algo esconde; que debajo de esa aparente cobija de tranquilidad y aburrimiento, hay un profundo malestar cociéndose a fuego lento y esperando el momento adecuado para explotar.

El temor de "El resquicio" no se cuenta de forma rápida ni evidente. Es una tragedia anunciada que crece con cada plano. Se debe a su atmósfera extraña y enfermiza, a la negatividad de sus protagonistas y a la cristalización de su locura en el momento, en que casi voluntariamente, abandonan el freno que imponen las reglas de la civilización y se dejan llevar por sus deseos más básicos y primarios en un medio ambiente al que no entienden y del que no forman parte.

(*): Este viernes se estrena en Colombia "El resquicio", un film de suspense psicológico que ha escrito y dirigido Alfonso Acosta, en su primera experiencia en el largometraje, tras ser guionista del reciente film colombiano "Chocó". El argentino Alan Daicz (Tomás), la actriz colombo-inglesa Fiona Horsey (Angélica) y el colombiano Diego Peláez (Juan) protagonizan esta historia. Esta coproducción colombo-argentina se estrenó mundialmente en el Festival Internacional de Cine de Busan 2012 (Corea del Sur), este mismo mes.