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Dos de los cineastas que más han hecho hablar del cine mexicano en los últimos años, ambos premiados en el Festival de Cannes, han decidido unir sus fuerzas en un nuevo proyecto. El ganador este año del premio de Un Certain Regard en el certamen francés, Michel Franco ("Después de Lucía") producirá a su colega el nativo de Australia afincado en México Michael Rowe, ganador de la Cámara de Oro en Cannes con "Año bisiesto", que dirigirá el film, sobre el que por ahora no hay detalles.

Estos se darán a conocer en el marco del 10 Festival Internacional de Cine de Morelia, donde Franco participará en una proyección de su última película, "Después de Lucía" (actualmente ya en cartelera comercial), y Rowe hablará además del nuevo proyecto que acaba de filmar, "Manto acuífero", con el apoyo del actor Gael García Bernal.

Michael Franco se dio a conocer como cineasta en el 2009 con la película "Daniel y Ana", sobre dos hermanos que son secuestrados. La película estuvo basada en un hecho real, que la psiquiatra de Franco de contó, violando al menos en parte el secreto profesional.

Antes de esto, Franco era un chico muy callado que se paseaba por festivales de cine con una enorme cabellera tipo afro, que de lejos lo hacía parecer una paleta ""Tutsi Pop" con piernas.

Michael Rowe, por su parte, se dio a conocer con "Año bisiesto", una historia de amor triste y sexo sadomasoquista.

Michael es un australiano que llegó a México en los años noventa, con facha de hippie y cara de niño de escuela de monjas.. Se dedicó a escribir cuentos que nadie le publicaba y al mismo tiempo trabajaba como traductor del inglés al español en periódicos y revistas, donde por cierto, ganaba muy bien. Hasta que un día dejó el empleo bien pagado y se dedicó a escribir la historia de su primer película.

Por filmarla a Rowe le pasó de todo. Perdió el trabajo, se enojó con su mujer, le robaron en el apartamento y se le cayó la producción de "Año bisiesto" en varias ocasiones.

Actualmente, Michael Rowe sigue pareciendo tan desaliñado como cuando llegó a México y sigue conservando su cara de niño de escuela de monjas, pero con una gran sonrisa que nadie le ha podido quitar desde que fue premiado en Cannes.