Habla el trío protagonista de "La vida interior": Elena Roger, Sergio Surraco y Esmeralda Mitre
- por © E.O./EscribiendoCine-NOTICINE.com
Elena Roger, Sergio Surraco y Esmeralda Mitre conforman un triángulo amoroso en el film del argentino Ariel Broitman "La vida interior" que ya está en las salas australes. Los tres actores dialogaron con EscribiendoCine acerca de sus personajes y el ambiente en donde se desarrolla esta historia en donde el canto y la pasión son centrales.
- Elena, en "La vida anterior" (2013) compone un personaje muy pasional, pero que al mismo tiempo oculta mucho de lo que le pasa internamente. ¿Cómo fue encarar esa tarea?
Elena Roger: Es más o menos lo que estaba escrito en el guión. Uno, cuando empieza a encarnar al personaje, se da cuenta de cosas. Cuando lo empecé a encarnar me di cuenta de que lo que se callaba y cómo lo podía transmitir. Fue un trabajo muy interesante de hacer en conjunto, junto a Esmeralda y Sergio.
- Sabiendo que compuso antes a personajes muy fuertes e históricos (Piaf, Evita), aquí vemos a una mujer que trabaja y se paga sus clases. ¿Siente que este personaje es más cercano a su historia?
E.R.: Sí, igual todos los personajes que hice se acercaban un poquito a mi historia. Éste se acerca a mi historia antigua, esa niña inocente que va a hacer canto lírico y de repente quiere dedicarse a eso. A mí no me sucedió porque no me aceptaron en el Colón y agarré para otro lado. Fue el destino. Fue lindo volver a ese mundo que a mí me gustaba cuando era adolescente.
- Esmeralda, usted no se dedica al canto y tuvo que transponer una pasión presencial en la pantalla grande. ¿Cómo encaró la tarea de poner ese "pathos" tan desmesurado del canto lírico en su rostro?
Esmeralda Mitre: El trabajo fue muy arduo porque fue un trabajo de muchos meses. Creo que lo que yo más deseaba era cantar en el momento del rodaje porque si yo no cantaba no iban a vibrar los labios ni los pómulos iban a moverse. Trabajé muchísimo tiempo para poder cantar en alemán y en francés. Francés hablo, pero alemán no. Yo canto, pero no ópera. Canté en una tonalidad muy alta para que la fuerza se notara. Y eso fue lo que traté de hacer, me tomó cuatro meses de trabajo junto a una entrenadora, trabajando la profundidad del personaje. Miré a muchísimas cantantes de ópera.
Sergio Surraco: Es un poco la cabeza del director lo que nos fue impregnando en estos últimos dos, tres años. Cuando fuimos convocados en el 2009 el director nos contó cómo quería trabajar la película y accedimos porque nos parecía otro tipo de cine. Me gustaba la idea de esta inclinación: un cine más europeo. Cada uno trató de resolver mejor lo que era para su personaje y para el director. Hay cosas que se resuelven por intuición, sabiendo al mismo tiempo lo que se quiere lograr. La película se fue dando con perfeccionamiento, trabajo y una linda edición. Siempre digo que los actores hacemos una película y estamos en manos del editor. Mi trabajo puede ser mejor o peor gracias al editor. Mi otro trabajo es el de camarógrafo y editor, fue mi primera profesión porque mi padre es documentalista. Yo fui camarógrafo cuando era adolescente y vale mucho que el editor sepa llevar adelante la idea de lo que quiere contar.
- Creo que cuesta definir el tema de la película, pero considero que el central es la supervivencia. Su personaje, Elena, finalmente logra persistir en el arte.
E.R.: Yo creo que es la vida, todas las películas se tratan un poco de la vida. Cada una desde un lugar distinto. En el colegio secundario hay alguien que pinta, que va a tener un futuro increíble, le sale todo bien, se saca diez; y te lo encontrás después de diez años y es un fracasado. O no hizo lo que vos creías que iba a hacer o dejó su carrera. Trata un poquito de eso, de que Ana, que pinta que no va a ser una gran cantante, quizás con el trabajo y con los años lo sea. También, en los lugares en donde va Úrsula, hay una especie de saturación. Uno tiene que ser, no digo valiente, pero tener esa personalidad de querer estar en ese lugar para siempre.
- La película me recordó a ese pasaje de "El fantasma de la ópera" en el que Charlotte se queda sin voz. Para ese universo, quedarse sin voz es como morir. Aquel personaje lo hacía Mirta Arrúa Lichi, su profesora de canto. ¿Cómo fue encontrarse con su maestra desde un lugar diferente?
E.R.: Trabajé todo el tiempo con ella, durante todo el proceso de la película. Ella es como una amiga, una hermana, es alguien de la familia. La conozco desde hace más de diez años. Y fue muy hermoso que trabajemos, hasta a veces es una madre. Saber que ella iba a ser la voz principal era una tranquilidad para mí.
E.M.: Yo estudié ópera de chica y sentí que por algo me había llegado esta película. Por algo yo había estudiado ópera. Pero lo hice con un maestro, con alguien que llegó a darnos clases desde la cama y murió a las dos semanas de darnos la última clase. Y tiene algo de relación con la profesora de canto de la película, que lo deja todo hasta el final. Yo conozco ese mundo, el hecho de esperar a que la clase del otro termine y recién entonces entrar. También estudio, hasta el día de hoy, canto más popular. Y compongo con mi guitarra. La música está siempre conmigo.
- ¿Quedan maestras como la de Adriana Aizemberg?
E.R.: Yo creo que sí, puede ser. No tengo esa posibilidad, porque tomé clases en varios conservatorios. Pero puede reconocer algo de eso en alguna que otra maestra que yo tuve. Tiene cosas antiguas en relación a lo que es el arte.
- Esmeralda, le tocan papeles fuertes. Como la Ofelia de Hamlet, estos personajes transitan grandes pasiones. ¿Su camino actoral va hacia ese lugar, tan desmesurado?
E.M.: Creo que me tocan estos papeles, por algo debe ser. Mientras los papeles tengan algo que yo les pueda aportar me gusta hacerlos, pero la verdad es que tenés razón: me vienen unos dramas tremendos. Ahora voy a estrenar una obra con Sergio Renán a fin de mayo, Incendios, que es un dramón.
- ¿Qué se hace difícil para usted, en su carrera?
E.M.: Yo creo que hacerse cargo de una profesión tan fuerte es muy difícil. Creo que a todo el mundo le pasa, lo que sucede es que yo vengo de un lugar muy fuerte para el imaginario. Una familia muy importante en el sentido de que mi abuelo fue el primer presidente constitucional, traductor de la "Divina Comedia", humanista, formó este país. Formó parte de la Generación del 80. Y bueno… el diario, mi madre que es filósofa y es una intelectual muy fuerte. Yo me dediqué a ser actriz, de alguna manera me corrí. Pero tampoco vengo de un lugar tan extraño, vengo del mundo de las artes y el de las letras. En un diario uno camina y ve a los periodistas, que están vinculados a eso. Quizás, sí tengo más exigencias que otros, “qué viene a hacer esta chica acá”.
- ¿Le pesan las críticas?
E.M.: Ya cada vez menos, aprendí a lidiar con eso. Trato de no escucharlas, o de escuchar a las de la gente que sé que las hace desde un lugar genuino para ayudarme.
- Sabe que dentro del imaginario de muchos espectadores su familia tiene algo de monárquico. Más en el sentido de que se la vincula al poder. ¿Eso te ayuda a construir estos papeles?
E.M.: Sí, me ayuda el lugar de donde vengo. Es una familia en donde pasa de todo, me he nutrido mucho de los dramas y los dolores familiares. Pude correrme del mandato, tener una profesión fuerte y llevarla a cabo. Ellos desde hace tiempo me acompañan y me respetan, ya tengo un camino hecho. Mi familia adora lo que hago, me quieren y me apoyan.
- Y a usted, Sergio, ¿cómo le resultó sumergirse en un personaje tan oscuro? Es músico, pintor y poeta. ¿Tuvo que poner en práctica esas profesiones?
S.S.: La película no necesitaba que el actor tenga virtuosismo con la pintura, sí un poco con el chelo. Yo escribo poesía. Todos tenemos una parte de oscuridad y una parte de luz en el momento de la creación. Artista es una palabra muy grande para definir a una persona. A Elena podemos definirla como artista porque es una bestia. Uno desarrolla la sensibilidad cuando actúa y cuando trabaja para poder ir aprendiendo acceder a esos personajes. La oscuridad la tenemos todo, depende de cómo la desarrollemos y la expresemos en la vida.
- Elena, en "La vida anterior" (2013) compone un personaje muy pasional, pero que al mismo tiempo oculta mucho de lo que le pasa internamente. ¿Cómo fue encarar esa tarea?
Elena Roger: Es más o menos lo que estaba escrito en el guión. Uno, cuando empieza a encarnar al personaje, se da cuenta de cosas. Cuando lo empecé a encarnar me di cuenta de que lo que se callaba y cómo lo podía transmitir. Fue un trabajo muy interesante de hacer en conjunto, junto a Esmeralda y Sergio.
- Sabiendo que compuso antes a personajes muy fuertes e históricos (Piaf, Evita), aquí vemos a una mujer que trabaja y se paga sus clases. ¿Siente que este personaje es más cercano a su historia?
E.R.: Sí, igual todos los personajes que hice se acercaban un poquito a mi historia. Éste se acerca a mi historia antigua, esa niña inocente que va a hacer canto lírico y de repente quiere dedicarse a eso. A mí no me sucedió porque no me aceptaron en el Colón y agarré para otro lado. Fue el destino. Fue lindo volver a ese mundo que a mí me gustaba cuando era adolescente.
- Esmeralda, usted no se dedica al canto y tuvo que transponer una pasión presencial en la pantalla grande. ¿Cómo encaró la tarea de poner ese "pathos" tan desmesurado del canto lírico en su rostro?
Esmeralda Mitre: El trabajo fue muy arduo porque fue un trabajo de muchos meses. Creo que lo que yo más deseaba era cantar en el momento del rodaje porque si yo no cantaba no iban a vibrar los labios ni los pómulos iban a moverse. Trabajé muchísimo tiempo para poder cantar en alemán y en francés. Francés hablo, pero alemán no. Yo canto, pero no ópera. Canté en una tonalidad muy alta para que la fuerza se notara. Y eso fue lo que traté de hacer, me tomó cuatro meses de trabajo junto a una entrenadora, trabajando la profundidad del personaje. Miré a muchísimas cantantes de ópera.
Sergio Surraco: Es un poco la cabeza del director lo que nos fue impregnando en estos últimos dos, tres años. Cuando fuimos convocados en el 2009 el director nos contó cómo quería trabajar la película y accedimos porque nos parecía otro tipo de cine. Me gustaba la idea de esta inclinación: un cine más europeo. Cada uno trató de resolver mejor lo que era para su personaje y para el director. Hay cosas que se resuelven por intuición, sabiendo al mismo tiempo lo que se quiere lograr. La película se fue dando con perfeccionamiento, trabajo y una linda edición. Siempre digo que los actores hacemos una película y estamos en manos del editor. Mi trabajo puede ser mejor o peor gracias al editor. Mi otro trabajo es el de camarógrafo y editor, fue mi primera profesión porque mi padre es documentalista. Yo fui camarógrafo cuando era adolescente y vale mucho que el editor sepa llevar adelante la idea de lo que quiere contar.
- Creo que cuesta definir el tema de la película, pero considero que el central es la supervivencia. Su personaje, Elena, finalmente logra persistir en el arte.
E.R.: Yo creo que es la vida, todas las películas se tratan un poco de la vida. Cada una desde un lugar distinto. En el colegio secundario hay alguien que pinta, que va a tener un futuro increíble, le sale todo bien, se saca diez; y te lo encontrás después de diez años y es un fracasado. O no hizo lo que vos creías que iba a hacer o dejó su carrera. Trata un poquito de eso, de que Ana, que pinta que no va a ser una gran cantante, quizás con el trabajo y con los años lo sea. También, en los lugares en donde va Úrsula, hay una especie de saturación. Uno tiene que ser, no digo valiente, pero tener esa personalidad de querer estar en ese lugar para siempre.
- La película me recordó a ese pasaje de "El fantasma de la ópera" en el que Charlotte se queda sin voz. Para ese universo, quedarse sin voz es como morir. Aquel personaje lo hacía Mirta Arrúa Lichi, su profesora de canto. ¿Cómo fue encontrarse con su maestra desde un lugar diferente?
E.R.: Trabajé todo el tiempo con ella, durante todo el proceso de la película. Ella es como una amiga, una hermana, es alguien de la familia. La conozco desde hace más de diez años. Y fue muy hermoso que trabajemos, hasta a veces es una madre. Saber que ella iba a ser la voz principal era una tranquilidad para mí.
E.M.: Yo estudié ópera de chica y sentí que por algo me había llegado esta película. Por algo yo había estudiado ópera. Pero lo hice con un maestro, con alguien que llegó a darnos clases desde la cama y murió a las dos semanas de darnos la última clase. Y tiene algo de relación con la profesora de canto de la película, que lo deja todo hasta el final. Yo conozco ese mundo, el hecho de esperar a que la clase del otro termine y recién entonces entrar. También estudio, hasta el día de hoy, canto más popular. Y compongo con mi guitarra. La música está siempre conmigo.
- ¿Quedan maestras como la de Adriana Aizemberg?
E.R.: Yo creo que sí, puede ser. No tengo esa posibilidad, porque tomé clases en varios conservatorios. Pero puede reconocer algo de eso en alguna que otra maestra que yo tuve. Tiene cosas antiguas en relación a lo que es el arte.
- Esmeralda, le tocan papeles fuertes. Como la Ofelia de Hamlet, estos personajes transitan grandes pasiones. ¿Su camino actoral va hacia ese lugar, tan desmesurado?
E.M.: Creo que me tocan estos papeles, por algo debe ser. Mientras los papeles tengan algo que yo les pueda aportar me gusta hacerlos, pero la verdad es que tenés razón: me vienen unos dramas tremendos. Ahora voy a estrenar una obra con Sergio Renán a fin de mayo, Incendios, que es un dramón.
- ¿Qué se hace difícil para usted, en su carrera?
E.M.: Yo creo que hacerse cargo de una profesión tan fuerte es muy difícil. Creo que a todo el mundo le pasa, lo que sucede es que yo vengo de un lugar muy fuerte para el imaginario. Una familia muy importante en el sentido de que mi abuelo fue el primer presidente constitucional, traductor de la "Divina Comedia", humanista, formó este país. Formó parte de la Generación del 80. Y bueno… el diario, mi madre que es filósofa y es una intelectual muy fuerte. Yo me dediqué a ser actriz, de alguna manera me corrí. Pero tampoco vengo de un lugar tan extraño, vengo del mundo de las artes y el de las letras. En un diario uno camina y ve a los periodistas, que están vinculados a eso. Quizás, sí tengo más exigencias que otros, “qué viene a hacer esta chica acá”.
- ¿Le pesan las críticas?
E.M.: Ya cada vez menos, aprendí a lidiar con eso. Trato de no escucharlas, o de escuchar a las de la gente que sé que las hace desde un lugar genuino para ayudarme.
- Sabe que dentro del imaginario de muchos espectadores su familia tiene algo de monárquico. Más en el sentido de que se la vincula al poder. ¿Eso te ayuda a construir estos papeles?
E.M.: Sí, me ayuda el lugar de donde vengo. Es una familia en donde pasa de todo, me he nutrido mucho de los dramas y los dolores familiares. Pude correrme del mandato, tener una profesión fuerte y llevarla a cabo. Ellos desde hace tiempo me acompañan y me respetan, ya tengo un camino hecho. Mi familia adora lo que hago, me quieren y me apoyan.
- Y a usted, Sergio, ¿cómo le resultó sumergirse en un personaje tan oscuro? Es músico, pintor y poeta. ¿Tuvo que poner en práctica esas profesiones?
S.S.: La película no necesitaba que el actor tenga virtuosismo con la pintura, sí un poco con el chelo. Yo escribo poesía. Todos tenemos una parte de oscuridad y una parte de luz en el momento de la creación. Artista es una palabra muy grande para definir a una persona. A Elena podemos definirla como artista porque es una bestia. Uno desarrolla la sensibilidad cuando actúa y cuando trabaja para poder ir aprendiendo acceder a esos personajes. La oscuridad la tenemos todo, depende de cómo la desarrollemos y la expresemos en la vida.