Daniela Fejerman escribe sobre "La adopción"
- por © Tornasol-NOTICINE.com
Por Daniela Fejerman *
Esta es la historia de un proceso de adopción. Y es también la historia de una pareja. Los protagonistas, una pareja española que llega a adoptar en un país del Este de Europa, van a ver cómo su ilusión inicial se torna desconcierto, y luego indefensión e impotencia ante el descubrimiento de un sistema donde reina la corrupción y donde se trafica con el futuro de los niños y el ansia de los padres. Vivir esta situación de tensión y riesgo afecta a la pareja, aflorando conflictos hasta este momento tapados: cada uno descubre en el otro, y también en sí mismo, cosas que desconocía. No es sólo la pareja, es la propia identidad la que resulta cuestionada.
Otros aspectos abordados son el miedo y la culpa ante la posibilidad de elegir, y por tanto de rechazar, a un ser humano, y las contradicciones de una sociedad que busca la perfección y teme los defectos.
El guión de esta película planteaba un reto importante, porque la historia que cuenta tiene un fuerte componente personal. Por eso me pareció imprescindible contar con un coguionista, alguien que aportara una visión externa sobre el asunto, que me ayudara a objetivar el relato y convertirlo en materia puramente fílmica. Con Alejo Flah ("Séptimo", "Vientos de agua", "Sexo fácil, películas tristes") trabajamos buscando el equilibrio entre dos premisas: por un lado, teníamos con construir una ficción, y el material debía concebirse con la estructura, la construcción de personajes, la progresión y la tensión de un relato dramático. Por otra, no queríamos que la invención nos llevase a resultar en ningún momento "peliculeros". No debíamos dejarnos llevar por golpes de efecto o giros que rompiesen no sólo la verosimilitud, sino también en anclaje profundamente real de la historia.
Esta es una historia de personajes. Debíamos apoyarnos en dos actores de peso que generen empatía en el espectador, para que quieran acompañarles en su viaje, para que deseen que las cosas les salgan bien.
Natalia y Daniel son Nora Navas y Francesc Garrido. Que son dos grandes, grandísimos actores es algo que todos sabemos. Lo que para mí fue único, excepcional, fue la forma en la que ambos, desde el primer día de ensayos hasta el último de rodaje, abordaron este trabajo. Desde un compromiso radical con la historia, con los personajes. Aceptando bucear en sus zonas menos confortables. Lanzándose de cabeza a crear la relación entre ellos y cada paso del viaje. Arriesgándose. Exponiéndose. Sin miedo.
Nora, como actriz tan llena de fuerza, indaga en su fragilidad, sus dependencias, su necesidad del otro. Para luego sacar de esa fragilidad la determinación que necesita Natalia para continuar su viaje en solitario. No es fácil mostrar aquello que nos cuesta reconocer en nosotros mismos, y Nora lo hace desde la más absoluta verdad.
Francesc se movía con facilidad en el rol de cuidador, del que sostiene. En cambio, el viaje al lado oscuro de Daniel, en donde aparecen su rabia y luego su impotencia, era un viaje arriesgado, al que se entregó desde la convicción de que sólo si llevaba a Daniel a tocar fondo el viaje del personaje será auténtico.
Autenticidad, verdad: insisto en esto porque era lo que la película necesitaba, y lo que creo que Nora y Francesc le dan con creces. Respira verdad su relación, desde que les ves sabes que son una pareja con historia. Respira verdad su ilusión inicial, su posterior desconcierto, su impotencia. Respira verdad e intensidad su fractura como pareja. Su posible reencuentro desde otro lugar.
Aquello que nos planteamos con Alejo sobre el papel: "aunque ésta es una historia real, tenemos que exigirle todo lo que se le pide a la ficción", Nora y Francesc lo han hecho carne.
El resto del elenco lituano, encabezado por Larissa Kalpokaitè, está formado por actores de sólida formación teatral que me impresionaron por su creatividad seria y concienzuda. Larissa, en la ficción Lila, recorre todos los matices de su personaje, puede ser lo mismo una amable y risueña matriushka que una dura y exigente negociadora o una víctima impotente que ve cómo su mundo se desmorona. Lo mismo Sarunas, en nuestra historia el taxista Andrei, entrañable y extraño a la vez, con un sentido del humor peculiar... Y así todos. Su expresividad, su fisonomía: todo contribuye a apuntalar la complejidad de la historia.
El otro gran aliado en esta película ha sido Juan Carlos Gómez, el director de fotografía. Juan Carlos concibe la luz de la película, y la cámara, desde su sentido dramático. Quiero decir que el planteamiento estético está para él pegado a lo que la historia quiere contar. Así que se sentó junto a mí para construir el concepto de la película secuencia a secuencia, plano a plano.
Sabíamos que teníamos que arrojar a nuestros protagonistas a un mundo extraño y hostil, que el contexto debía de cobrar la presencia de un personaje más. Un país del Este en invierno. La luz invernal. El paisaje de herencia soviética: Daniel y Natalia se vuelven pequeños en medio de las calles heladas y frías.
También es frío y opresivo el aire burocrático de los despachos. Con nuestros personajes enmarcados por otros, en encuadres que les ponen límites, que les constriñen. Luego, en los apartamentos, algo más cálidos, les dejamos un poco más libres. Les permitimos moverse a veces por el espacio. Nos permitimos jugar con el fuera de campo.
A la elegancia y la sutileza de Juan Carlos se une el trabajo veraz, detallista y rico en matices de Vilius Vanagas, el director de arte lituano. Los colores, las variadas texturas, los juegos de profundidad que permiten los espacios que crea. Su forma de combinar la herencia soviética en el mobiliario y la decoración con detalles de modernidad. La variedad de ambientes, el realismo con el que recrea los apartamentos, uno más "lujoso" y frío, otro más viejo y vivido.
A todo este material le di forma con la inestimable ayuda de la montadora Teresa Font, que puso toda su experiencia, su enorme sensibilidad y su saber hacer para que contáramos la historia siempre pegados a nuestros nuestros personajes, con un sentido de la intensidad dramática y del ritmo que ayuda a que la película crezca paso a paso.
Pensé en la música de la película desde el rodaje. En Lituania empecé a buscar las músicas infantiles que iban a acompañar la presencia del niño, y me encontré con las bellas piezas de piano"For children" de Bela Bartok. Allí estaba todo lo que esos momentos necesitaban: delicadeza, ternura, ni asomo de sentimentalismo.
Ya en montaje, apareció un cuarteto de Beethoven, y por último una canción infantil, una nana ucraniana, que ponía el broche de emoción final a la película.
Y después llegó Xavi Capellas, que supo integrar estas músicas ya elegidas en una banda sonora que, buscando la coherencia en la instrumentación y las rimas a lo largo de la historia, conjuga reminiscencias del Este con otros momentos delicados y sutiles que crean ambientes de incertidumbre o tensión.
(*): Nacida en 1964 en Argentina, Fejerman estudio psicología antes de dedicarse profesionalmente al teatro, en principio como actriz, y empezó a trabajar en el medio audiovisual escribiendo -ya en España- guiones para televisión, en series como "Todos los hombres sois iguales" (1997) o "El comisario" (1999). Junto a Inés París codirigió en 2002 su ópera prima en cine, "A mi madre le gustan las mujeres". En 2005 volvieron a dirigir juntas "Semen, una historia de amor". En 2009 realizó su primer largometraje en solitario, "Siete minutos". "La adopción", basado en su propia experiencia como madre adoptiva en Ucrania, que se estrena esta semana en España tras pasar por la Seminci, es su segundo proyecto en solitario como directora.
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Esta es la historia de un proceso de adopción. Y es también la historia de una pareja. Los protagonistas, una pareja española que llega a adoptar en un país del Este de Europa, van a ver cómo su ilusión inicial se torna desconcierto, y luego indefensión e impotencia ante el descubrimiento de un sistema donde reina la corrupción y donde se trafica con el futuro de los niños y el ansia de los padres. Vivir esta situación de tensión y riesgo afecta a la pareja, aflorando conflictos hasta este momento tapados: cada uno descubre en el otro, y también en sí mismo, cosas que desconocía. No es sólo la pareja, es la propia identidad la que resulta cuestionada.
Otros aspectos abordados son el miedo y la culpa ante la posibilidad de elegir, y por tanto de rechazar, a un ser humano, y las contradicciones de una sociedad que busca la perfección y teme los defectos.
El guión de esta película planteaba un reto importante, porque la historia que cuenta tiene un fuerte componente personal. Por eso me pareció imprescindible contar con un coguionista, alguien que aportara una visión externa sobre el asunto, que me ayudara a objetivar el relato y convertirlo en materia puramente fílmica. Con Alejo Flah ("Séptimo", "Vientos de agua", "Sexo fácil, películas tristes") trabajamos buscando el equilibrio entre dos premisas: por un lado, teníamos con construir una ficción, y el material debía concebirse con la estructura, la construcción de personajes, la progresión y la tensión de un relato dramático. Por otra, no queríamos que la invención nos llevase a resultar en ningún momento "peliculeros". No debíamos dejarnos llevar por golpes de efecto o giros que rompiesen no sólo la verosimilitud, sino también en anclaje profundamente real de la historia.
Esta es una historia de personajes. Debíamos apoyarnos en dos actores de peso que generen empatía en el espectador, para que quieran acompañarles en su viaje, para que deseen que las cosas les salgan bien.
Natalia y Daniel son Nora Navas y Francesc Garrido. Que son dos grandes, grandísimos actores es algo que todos sabemos. Lo que para mí fue único, excepcional, fue la forma en la que ambos, desde el primer día de ensayos hasta el último de rodaje, abordaron este trabajo. Desde un compromiso radical con la historia, con los personajes. Aceptando bucear en sus zonas menos confortables. Lanzándose de cabeza a crear la relación entre ellos y cada paso del viaje. Arriesgándose. Exponiéndose. Sin miedo.
Nora, como actriz tan llena de fuerza, indaga en su fragilidad, sus dependencias, su necesidad del otro. Para luego sacar de esa fragilidad la determinación que necesita Natalia para continuar su viaje en solitario. No es fácil mostrar aquello que nos cuesta reconocer en nosotros mismos, y Nora lo hace desde la más absoluta verdad.
Francesc se movía con facilidad en el rol de cuidador, del que sostiene. En cambio, el viaje al lado oscuro de Daniel, en donde aparecen su rabia y luego su impotencia, era un viaje arriesgado, al que se entregó desde la convicción de que sólo si llevaba a Daniel a tocar fondo el viaje del personaje será auténtico.
Autenticidad, verdad: insisto en esto porque era lo que la película necesitaba, y lo que creo que Nora y Francesc le dan con creces. Respira verdad su relación, desde que les ves sabes que son una pareja con historia. Respira verdad su ilusión inicial, su posterior desconcierto, su impotencia. Respira verdad e intensidad su fractura como pareja. Su posible reencuentro desde otro lugar.
Aquello que nos planteamos con Alejo sobre el papel: "aunque ésta es una historia real, tenemos que exigirle todo lo que se le pide a la ficción", Nora y Francesc lo han hecho carne.
El resto del elenco lituano, encabezado por Larissa Kalpokaitè, está formado por actores de sólida formación teatral que me impresionaron por su creatividad seria y concienzuda. Larissa, en la ficción Lila, recorre todos los matices de su personaje, puede ser lo mismo una amable y risueña matriushka que una dura y exigente negociadora o una víctima impotente que ve cómo su mundo se desmorona. Lo mismo Sarunas, en nuestra historia el taxista Andrei, entrañable y extraño a la vez, con un sentido del humor peculiar... Y así todos. Su expresividad, su fisonomía: todo contribuye a apuntalar la complejidad de la historia.
El otro gran aliado en esta película ha sido Juan Carlos Gómez, el director de fotografía. Juan Carlos concibe la luz de la película, y la cámara, desde su sentido dramático. Quiero decir que el planteamiento estético está para él pegado a lo que la historia quiere contar. Así que se sentó junto a mí para construir el concepto de la película secuencia a secuencia, plano a plano.
Sabíamos que teníamos que arrojar a nuestros protagonistas a un mundo extraño y hostil, que el contexto debía de cobrar la presencia de un personaje más. Un país del Este en invierno. La luz invernal. El paisaje de herencia soviética: Daniel y Natalia se vuelven pequeños en medio de las calles heladas y frías.
También es frío y opresivo el aire burocrático de los despachos. Con nuestros personajes enmarcados por otros, en encuadres que les ponen límites, que les constriñen. Luego, en los apartamentos, algo más cálidos, les dejamos un poco más libres. Les permitimos moverse a veces por el espacio. Nos permitimos jugar con el fuera de campo.
A la elegancia y la sutileza de Juan Carlos se une el trabajo veraz, detallista y rico en matices de Vilius Vanagas, el director de arte lituano. Los colores, las variadas texturas, los juegos de profundidad que permiten los espacios que crea. Su forma de combinar la herencia soviética en el mobiliario y la decoración con detalles de modernidad. La variedad de ambientes, el realismo con el que recrea los apartamentos, uno más "lujoso" y frío, otro más viejo y vivido.
A todo este material le di forma con la inestimable ayuda de la montadora Teresa Font, que puso toda su experiencia, su enorme sensibilidad y su saber hacer para que contáramos la historia siempre pegados a nuestros nuestros personajes, con un sentido de la intensidad dramática y del ritmo que ayuda a que la película crezca paso a paso.
Pensé en la música de la película desde el rodaje. En Lituania empecé a buscar las músicas infantiles que iban a acompañar la presencia del niño, y me encontré con las bellas piezas de piano"For children" de Bela Bartok. Allí estaba todo lo que esos momentos necesitaban: delicadeza, ternura, ni asomo de sentimentalismo.
Ya en montaje, apareció un cuarteto de Beethoven, y por último una canción infantil, una nana ucraniana, que ponía el broche de emoción final a la película.
Y después llegó Xavi Capellas, que supo integrar estas músicas ya elegidas en una banda sonora que, buscando la coherencia en la instrumentación y las rimas a lo largo de la historia, conjuga reminiscencias del Este con otros momentos delicados y sutiles que crean ambientes de incertidumbre o tensión.
(*): Nacida en 1964 en Argentina, Fejerman estudio psicología antes de dedicarse profesionalmente al teatro, en principio como actriz, y empezó a trabajar en el medio audiovisual escribiendo -ya en España- guiones para televisión, en series como "Todos los hombres sois iguales" (1997) o "El comisario" (1999). Junto a Inés París codirigió en 2002 su ópera prima en cine, "A mi madre le gustan las mujeres". En 2005 volvieron a dirigir juntas "Semen, una historia de amor". En 2009 realizó su primer largometraje en solitario, "Siete minutos". "La adopción", basado en su propia experiencia como madre adoptiva en Ucrania, que se estrena esta semana en España tras pasar por la Seminci, es su segundo proyecto en solitario como directora.
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