Hablamos con la directora y protagonistas de "Un otoño sin Berlín"
- por © Sonia R. Castellanos-NOTICINE.com
Este viernes se estrena en España "Un otoño sin Berlín", la ópera prima de la directora vasca Lara Izagirre. En su primer largometraje Izagirre ha recurrido a su ciudad natal, Amorebieta, para ubicar una historia de reencuentros, despedidas, aceptación y sueños. El tiempo no perdona y el personaje de Irene Escolar se da de bruces con esta realidad: tiene que rendir cuentas ante él, y no solo ante el tiempo, sino también ante su amor de juventud, rol que interpreta el ganador de un Goya Tamar Novas. Los dos protagonistas y la directora han hablado con Noticine sobre la película y la intensa experiencia de rodaje.
June (Irene Escolar) vuelve a casa sin avisar tras un tiempo en Canadá, un largo viaje y un incómodo trayecto en autocar. Pretendiendo que el tiempo no se ha detenido, June aparece de nuevo en la vida de Diego (Tamar Novas), pero él ha cambiado. El pueblo, su familia, sus amigos y las circunstancias son diferentes: June tendrá que aceptar que el mundo ha seguido adelante tras su partida y que ésta ha tenido consecuencias en su entorno. A pesar de que parece que todo se asienta tras el impacto de la llegada de June, Diego representa en su agorafobia acentuada una de las consecuencias de la inicial partida de la joven y otro de los temas con los que tiene que lidiar a su vuelta. "Es un chico que ha decidido recluirse y no entrar en contacto con los demás, y que recibe la visita de la única persona que le ayudaba a salir de sí mismo", explica Tamar Novas. Fue esta complejidad y novedad en un personaje lo que impulsó al actor a aceptar el reto de interpretar a Diego, aunque "desde el guion veía que había muy poca definición del personaje. Hubo una primera fase de nutrirme de todo lo que me venía intuitivamente, aparte de la información de Lara, pero también me tuve que buscar un poco las castañas en cuanto a su comportamiento asocial, hablar con gente que sabe sobre casos de agorafobia, de autismo, gente que tiene una desconexión con la realidad". Después se trató de asimilar todo lo adquirido y confiar en que surgiese durante el rodaje, dando como resultado un personaje cerrado y en cierto modo que atrapa y agobia al espectador.
Pero la actitud de Diego no es lo único que suma a la atmósfera de la cinta un clima con matices agobiantes. El formato de cuatro tercios, o cuadrado, poco habitual ya en favor del panorámico, es el elegido por la cineasta para la narración. "Me servía muy bien para contar la historia, que es una historia de personajes. Tampoco necesitaba mucho espacio. Quería crear una cercanía un poco claustrofóbica y el cuatro tercios te obliga a estar ahí". La forma de hacer cine de Izagirre evita los convencionalismos en otros aspectos, como dejar libertad de interpretación al espectador para que forme la historia a su manera. "Yo la he puesto así, está hecha para ellos, para que no vayan al cine a oír lo que yo les quiero contar, sino que vayan al cine a construir una historia que ellos quieren ver". Y ese es uno de los motivos por los que la realizadora piensa que su primera película conecta con la gente: da libertad. Una libertad que es reflejo de la forma de trabajar de Izagirre con sus dos protagonistas, con quienes también trabajó el guion: "Ensayé dos meses con Irene y con Tamar y lo reescribimos juntos. Por eso la película tiene esa verdad, esa cosa de que parece que les salen las cosas a ellos".
En cuanto a la elección de los actores, lo más cercano que estuvieron de un casting fue una charla con café y a Escolar como intermediaria, pues fue ella quien propuso a Novas para interpretar al complejo Diego, tal y como comenta la directora: "Irene se había leído el guion y hablamos del personaje, de cómo lo había entendido, de qué actrices en ese momento podían inspirar el tipo de actuación que yo y ella pensábamos. Y entonces vi que ella podía hacerlo. Irene propuso a Tamar, porque yo no tenía nada claro quien podría ser Diego". Aunque asegura que nada más conocerle, supo que había encontrado al actor adecuado.
Por otra parte, la actuación de Escolar en "Un otoño sin Berlín" ha recibido buenas críticas y se llevó también la mención especial del jurado del pasado Festival de Cine de San Sebastián. La actriz define a June como un personaje "luminoso, introvertido, lleno de aristas, con necesidad de cambiar su entorno; aparentemente muy frágil, pero con mucha fuerza interior", aunque no cree que las complejidades de su personaje fueran lo más difícil del rodaje: "Una de las secuencias en las que vuelvo a casa de Diego es la que más hemos pensado, escrito, reescrito... El día que la rodamos estuvimos toda la mañana procesándola". Al igual que a su compañero de reparto, lo que más llamó la atención de Escolar a la hora de implicarse en el proyecto fue que constituía un desafío para ella porque "era un reto llevar el peso de la película. Un reto y una grandísima oportunidad. Es muy difícil que haya estos personajes femeninos en el cine, este tipo de personajes fuertes y que lleven el peso de una historia. Era mi oportunidad y tenía que aprovecharla con toda mi energía".
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June (Irene Escolar) vuelve a casa sin avisar tras un tiempo en Canadá, un largo viaje y un incómodo trayecto en autocar. Pretendiendo que el tiempo no se ha detenido, June aparece de nuevo en la vida de Diego (Tamar Novas), pero él ha cambiado. El pueblo, su familia, sus amigos y las circunstancias son diferentes: June tendrá que aceptar que el mundo ha seguido adelante tras su partida y que ésta ha tenido consecuencias en su entorno. A pesar de que parece que todo se asienta tras el impacto de la llegada de June, Diego representa en su agorafobia acentuada una de las consecuencias de la inicial partida de la joven y otro de los temas con los que tiene que lidiar a su vuelta. "Es un chico que ha decidido recluirse y no entrar en contacto con los demás, y que recibe la visita de la única persona que le ayudaba a salir de sí mismo", explica Tamar Novas. Fue esta complejidad y novedad en un personaje lo que impulsó al actor a aceptar el reto de interpretar a Diego, aunque "desde el guion veía que había muy poca definición del personaje. Hubo una primera fase de nutrirme de todo lo que me venía intuitivamente, aparte de la información de Lara, pero también me tuve que buscar un poco las castañas en cuanto a su comportamiento asocial, hablar con gente que sabe sobre casos de agorafobia, de autismo, gente que tiene una desconexión con la realidad". Después se trató de asimilar todo lo adquirido y confiar en que surgiese durante el rodaje, dando como resultado un personaje cerrado y en cierto modo que atrapa y agobia al espectador.
Pero la actitud de Diego no es lo único que suma a la atmósfera de la cinta un clima con matices agobiantes. El formato de cuatro tercios, o cuadrado, poco habitual ya en favor del panorámico, es el elegido por la cineasta para la narración. "Me servía muy bien para contar la historia, que es una historia de personajes. Tampoco necesitaba mucho espacio. Quería crear una cercanía un poco claustrofóbica y el cuatro tercios te obliga a estar ahí". La forma de hacer cine de Izagirre evita los convencionalismos en otros aspectos, como dejar libertad de interpretación al espectador para que forme la historia a su manera. "Yo la he puesto así, está hecha para ellos, para que no vayan al cine a oír lo que yo les quiero contar, sino que vayan al cine a construir una historia que ellos quieren ver". Y ese es uno de los motivos por los que la realizadora piensa que su primera película conecta con la gente: da libertad. Una libertad que es reflejo de la forma de trabajar de Izagirre con sus dos protagonistas, con quienes también trabajó el guion: "Ensayé dos meses con Irene y con Tamar y lo reescribimos juntos. Por eso la película tiene esa verdad, esa cosa de que parece que les salen las cosas a ellos".
En cuanto a la elección de los actores, lo más cercano que estuvieron de un casting fue una charla con café y a Escolar como intermediaria, pues fue ella quien propuso a Novas para interpretar al complejo Diego, tal y como comenta la directora: "Irene se había leído el guion y hablamos del personaje, de cómo lo había entendido, de qué actrices en ese momento podían inspirar el tipo de actuación que yo y ella pensábamos. Y entonces vi que ella podía hacerlo. Irene propuso a Tamar, porque yo no tenía nada claro quien podría ser Diego". Aunque asegura que nada más conocerle, supo que había encontrado al actor adecuado.
Por otra parte, la actuación de Escolar en "Un otoño sin Berlín" ha recibido buenas críticas y se llevó también la mención especial del jurado del pasado Festival de Cine de San Sebastián. La actriz define a June como un personaje "luminoso, introvertido, lleno de aristas, con necesidad de cambiar su entorno; aparentemente muy frágil, pero con mucha fuerza interior", aunque no cree que las complejidades de su personaje fueran lo más difícil del rodaje: "Una de las secuencias en las que vuelvo a casa de Diego es la que más hemos pensado, escrito, reescrito... El día que la rodamos estuvimos toda la mañana procesándola". Al igual que a su compañero de reparto, lo que más llamó la atención de Escolar a la hora de implicarse en el proyecto fue que constituía un desafío para ella porque "era un reto llevar el peso de la película. Un reto y una grandísima oportunidad. Es muy difícil que haya estos personajes femeninos en el cine, este tipo de personajes fuertes y que lleven el peso de una historia. Era mi oportunidad y tenía que aprovecharla con toda mi energía".
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