Crítica: "La novia", poética visual de García Lorca

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''La novia''


Por Eduardo Larrocha

“La novia”, segundo largometraje dirigido por Paula Ortiz, es una versión libre de “Bodas de sangre”, la obra de García Lorca, basada a su vez en un acontecimiento real ocurrido en 1928 en la localidad almeriense de Níjar. Licenciada en filología hispánica, desde el comienzo de su carrera cinematográfica la realizadora aragonesa  ha mostrado una profunda sensibilidad poética. “De tu ventana a la mía”, su opera prima, tenía ya un exquisito aroma literario.

Después de la buena acogida en la última edición del Festival de cine de San Sebastián, “La novia” llega a las pantallas españolas con los buenos augurios de ser la película con más candidaturas en los premios Feroz que concede una asociación de periodistas especializados. Nada menos que nueve nominaciones, entre ellas las de Mejor película dramática, mejor dirección y actriz protagonista. Habrá que esperar a enero para ver qué premios consigue y cómo se sitúa en los galardones del Círculo de Escritores Cinematográficos (C.E.C.) y, por supuesto, en las candidaturas de los Goya.

Tras una secuencia inicial trágica, “La novia” se desliza hacia los preparativos de una boda cuyos contrayentes pertenecen a dos familias enfrentadas. La reaparición de Leonardo (Alex García), un antiguo amor de la protagonista a la que da vida Inma Cuesta, despierta una pasión que ambos guardaban celosamente. La potencia expresiva de la novia y la puesta en escena  sobre las ruinas de un antiguo atrio llevan a los protagonistas hacia un destino inexorable. Las localizaciones en Aragón y Turquía dan a la historia un matiz onírico.  La trama discurre en parajes áridos y  desérticos, sin concesiones a la banalidad. Para las secuencias de interior la directora ha elegido una fábrica de fundición de vidrio. Paula Ortiz organiza la narración en un retorno dramático hacia un relato circular.

“La novia” está cuajada de las claves simbólicas de la poética de Lorca. Un majestuoso caballo  encarna las pasiones. La violencia queda reflejada en el vidrio  de un puñal cristalino. Durante la ceremonia de la boda, alrededor de una hoguera se celebra un baile en el que la novia gira embriagada mientras  la luna sobre la ventana de su dormitorio representa a la Muerte en su sentido lorquiano.                            

Leticia Dolera, Asier Etxeandia, el fallecido actor Carlos Álvarez Novoa, Manuela Vellés y Luisa Gavasa completan un reparto coral en el que varias generaciones entran en escena por medio de  evocaciones y  palabras a media voz. Los personajes están abocados a cumplir leyes no escritas  del honor y tienen la obligación de vengar a los muertos. Venganzas, ajustes de cuentas y recelos acosan a los protagonistas que son arrastrados a repetir el drama, convertidos a la vez en víctimas y verdugos.  

La música de Shigueru Umebayashi hunde sus raíces en elementos poéticos muy arraigados en la tierra. La banda sonora del compositor japonés confiere a las secuencias de “La novia” una fuerza expresiva que acrecienta el tono dramático en torno al deseo, el amor y la muerte del texto de García Lorca del que es libremente deudora la película de Paula Ortiz.

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