Fernando González Molina escribe sobre "Palmeras en la nieve"
- por © Warner Bros.-NOTICINE.com
Por Fernando González Molina *
Cuando terminé de leer la novela "Palmeras en la nieve", de Luz Gabás, tuve la sensación de hacer un viaje increíble en el tiempo y el espacio. Un viaje a través de la vida de varias generaciones de una familia, el viaje de descubrimiento de un continente mágico, África, y también un viaje emocional y catártico, el de Clarence, que a través de los secretos del pasado de su padre y de tu tío, aprenderá a comprender mejor su propia historia.
Esa sensación de transportarme a otro lugar, muy lejos de donde estaba en ese momento, es lo que me enamoró, y me hizo desear con fuerza contar esta historia a través de una película. Porque era esa magia la que conectaba "Palmeras..." con algunas de las historias que me han enamorado desde siempre en una sala oscura de cine. Desde "El imperio del Sol", al "Paciente Inglés", pasando por "Master and Commander", o "Expiación". Historias más grandes que la vida, que te sumergen en el relato hasta el punto de olvidarte de tí mismo. Te hacen viajar a otro mundo, a otra época y en dos horas tienes la sensación de haber vivido durante años junto a esos personajes.
"Palmeras en la nieve" es la historia de una familia, pero no solo eso. Es la historia del viaje de dos hermanos a Guinea para descubrir un mundo ajeno a su pequeño pueblo del Pirineo, pero también es una historia de secretos que marcan para siempre, y una película colonial, sobre el impacto emocional que produce transitar los paisajes africanos. Es también el relato de una serie de personajes que tuvieron que vivir durante décadas alejados de sus familias, de su país, y que crearon entre ellos vínculos que se mantuvieron después durante décadas.
Pero también es una película sobre el final de una era, y probablemente una de las historias de amor más bellas que he leído desde hace mucho. En los tiempos que corren, historias como las de Kilian, Jacobo, Julia, etc... son necesarias. Porque son historias
que nos recuerdan que nada es imposible, que hay que luchar por lo que uno cree, por lo que uno quiere, por muy difícil que sea. Porque si te empeñas, con la fuerza con la que los personajes de Kilian y Bisila se aferran a su historia de amor imposible, puedes hacer que crezcan, aunque sea durante un tiempo más o menos breve, "Palmeras en la nieve".
(*): El director español Fernando González Molina ha estado vinculado desde el inicio de su carrera al grupo Atresmedia, ya sea en cine ("Tengo ganas de tí", "Tres metros sobre el cielo", "Fuga de cerebros") o en televisión ("El barco", "Los hombres de Paco", "Bienvenidos al Lolita"). Ahora estrena una de las producciones nacionales más ambiciosas del año, "Palmeras en la nieve", adaptación de un best seller español a cargo de Sergio G. Sánchez ("Lo imposible").
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Cuando terminé de leer la novela "Palmeras en la nieve", de Luz Gabás, tuve la sensación de hacer un viaje increíble en el tiempo y el espacio. Un viaje a través de la vida de varias generaciones de una familia, el viaje de descubrimiento de un continente mágico, África, y también un viaje emocional y catártico, el de Clarence, que a través de los secretos del pasado de su padre y de tu tío, aprenderá a comprender mejor su propia historia.
Esa sensación de transportarme a otro lugar, muy lejos de donde estaba en ese momento, es lo que me enamoró, y me hizo desear con fuerza contar esta historia a través de una película. Porque era esa magia la que conectaba "Palmeras..." con algunas de las historias que me han enamorado desde siempre en una sala oscura de cine. Desde "El imperio del Sol", al "Paciente Inglés", pasando por "Master and Commander", o "Expiación". Historias más grandes que la vida, que te sumergen en el relato hasta el punto de olvidarte de tí mismo. Te hacen viajar a otro mundo, a otra época y en dos horas tienes la sensación de haber vivido durante años junto a esos personajes.
"Palmeras en la nieve" es la historia de una familia, pero no solo eso. Es la historia del viaje de dos hermanos a Guinea para descubrir un mundo ajeno a su pequeño pueblo del Pirineo, pero también es una historia de secretos que marcan para siempre, y una película colonial, sobre el impacto emocional que produce transitar los paisajes africanos. Es también el relato de una serie de personajes que tuvieron que vivir durante décadas alejados de sus familias, de su país, y que crearon entre ellos vínculos que se mantuvieron después durante décadas.
Pero también es una película sobre el final de una era, y probablemente una de las historias de amor más bellas que he leído desde hace mucho. En los tiempos que corren, historias como las de Kilian, Jacobo, Julia, etc... son necesarias. Porque son historias
que nos recuerdan que nada es imposible, que hay que luchar por lo que uno cree, por lo que uno quiere, por muy difícil que sea. Porque si te empeñas, con la fuerza con la que los personajes de Kilian y Bisila se aferran a su historia de amor imposible, puedes hacer que crezcan, aunque sea durante un tiempo más o menos breve, "Palmeras en la nieve".
(*): El director español Fernando González Molina ha estado vinculado desde el inicio de su carrera al grupo Atresmedia, ya sea en cine ("Tengo ganas de tí", "Tres metros sobre el cielo", "Fuga de cerebros") o en televisión ("El barco", "Los hombres de Paco", "Bienvenidos al Lolita"). Ahora estrena una de las producciones nacionales más ambiciosas del año, "Palmeras en la nieve", adaptación de un best seller español a cargo de Sergio G. Sánchez ("Lo imposible").
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