Arcelia Ramírez: El cine mexicano debe quedar fuera del Tratado de Libre Comercio
- por © Redacción (México)-NOTICINE.com
Diversas organizaciones profesionales de la creación cinematográfica mexicana se unieron para oponerse a que, en la renegociación próxima del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que ahora vigente ha perjudicado a los intereses de las películas nacionales frente a las estadounidenses, se mantenga el cine. Los mexicanos no están solos, ya que los canadienses también reivindican que su producción nacional quede fuera de ese acuerdo de comercio norteamericano.
Cerca de 500 creadores e instituciones (Entre ellos Guillermo del Toro, Gael García Bernal, Damián Alcázar, Diego Luna...), desde la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) a la la Asociación Mexicana de Productores Independientes, pasando por la Sociedad General de Escritores de México, redactaron una carta abierta y la enviaron a las Secretarías de Economía, Cultura y Relaciones Exteriores.
La actriz Arcelia Ramírez, en representación de la Academia Mexicana de CIne, detalla en El Financiero que "Nos hemos dado a la tarea de reunir las demandas del sector y consensuar nuestras posturas en una sola. En primera instancia, establecemos que la cultura no tiene por qué responder a los intereses del mercado. La cultura debe estar fuera de la lógica mercantil y por eso creemos que las industrias creativas deben salir del TLCAN. La exención cultural es una postura que ya se ha adoptado en Canadá y en una buena parte de Europa".
La protagonista de la reciente "Verónica" cree justifica la petición del sector porque "nuestro cine no se ve en nuestro propio país. Es una situación compleja, pero hemos hecho un trabajo arduo para entender cuáles son nuestras necesidades como gremio. El problema primordial tiene que ver con la distribución y la exhibición. A nuestras películas se les exige, sin excepción, los topes de taquilla (un número determinado de boletos vendidos). Cuando una cinta consigue su distribución —lo cual, de por sí, ya es complicado— todavía tiene que sortear la exhibición, donde deben competir injustamente con el cine norteamericano, que se encuentra en todas las salas y cuenta con un proceso de promoción avasallador".
Ramírez añade que en el caso del cine no existe un mercado libre, ya que que no todas las empresas y las películas llegan con igualdad de condiciones al mercado. "El cine mexicano no puede competir contra toda esa mercadotecnia: no tiene recursos para hacerla. Contra Hollywood, no tenemos manera de responder a los topes de taquilla. Por eso vemos con frecuencia que una película mexicana se estrena cierto día y a la siguiente semana ya no está, porque no alcanzó el mínimo de entradas que le exigió la cadena. Nuestro cine funciona de otra manera: por recomendación de boca en boca. Mercadológicamente no se puede competir: nos quitan salas, nos quitan horarios o nos dejan en horarios complicados. El cine mexicano está fuera del alcance de su gente. Lo único que se consiguió con el TLCAN fue que las películas mexicanas compitieran en taquilla —sin leyes de regulación— contra las grandes producciones norteamericanas. No hemos tomado en cuenta que nuestro cine no siempre se realiza con un interés comercial".
El cine mexicano gana cada vez más premios dentro y fuera del país, pero representa un esfuerzo hercúleo estrenarlo en salas. Un buen ejemplo es la última ganadora del Ariel, "La 4ª compañía", de Amir Galván Cervera y Mitzi Vanessa Arreola, que por ahora no ha llegado a las salas. Ha aumentado la producción, con el apoyo estatal, admite Ramírez, pero no se ve: "En los últimos años hemos hecho esfuerzos en términos de producción; ahora tenemos más de 150 películas al año. Cuando se inició el TLCAN, la crisis en la producción era tan baja que no consideramos necesario incluir leyes que protegieran nuestro cine a nivel de distribución y exhibición. Años después, nos damos cuenta que, de todas las películas que hemos producido, un gran porcentaje de ellas se queda enlatada por falta de distribución. Los grandes monopolios de distribudores y exhibidores promueven, en su mayoría, el cine estadounidense. No hay convicción para exhibir cine nacional. Lo que nosotros proponemos es un equilibrio. El cine mexicano no puede seguir siendo avasallado".
Recientemente, el veterano cineasta Felipe Cazals acusaba a la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (que reune a exhibidores, distribuidores y productores) de no defender los intereses del cine mexicano, ya que "se llena los bolsillos" con las películas de Hollywood. En opinión de la representante de la AMACC, "CANACINE tiene sus propios intereses y demandas, que tienen que ver más con una lógica de mercado que con una convicción artística. Ellos también deben estar en la negociación, pero es importante separar nuestras demandas de las de ellos. Nuestro cine nunca ha interesado en Estados Unidos como un negocio. Los actores mexicanos a veces recurrimos a la televisión porque es mejor pagada, aunque es cierto que ha habido un ajuste de sueldos".
Lo que promueve la Academia Mexicana, que preside la también actriz Dolores Heredia, es que al quedar fuera del TLCAN "las instancias de creación cinematográfica y audiovisual —como el IMCINE— recuperen sus funciones de protección. Necesitamos que los productores que invierten su dinero en una película puedan recuperarlo. Que el círculo de producción, distribución y exhibición se cierre. Promover nuevas legislaciones que permitan que nuestras producciones tengan una distribución digna y costeable, pero sobre todo que no se les exijan las mismas cosas que a la industria norteamericana. Necesitamos una revisión de las leyes de cinematografía y telecomunicaciones, pero también de competencia y derechos de autor", afirma Ramírez.
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Cerca de 500 creadores e instituciones (Entre ellos Guillermo del Toro, Gael García Bernal, Damián Alcázar, Diego Luna...), desde la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) a la la Asociación Mexicana de Productores Independientes, pasando por la Sociedad General de Escritores de México, redactaron una carta abierta y la enviaron a las Secretarías de Economía, Cultura y Relaciones Exteriores.
La actriz Arcelia Ramírez, en representación de la Academia Mexicana de CIne, detalla en El Financiero que "Nos hemos dado a la tarea de reunir las demandas del sector y consensuar nuestras posturas en una sola. En primera instancia, establecemos que la cultura no tiene por qué responder a los intereses del mercado. La cultura debe estar fuera de la lógica mercantil y por eso creemos que las industrias creativas deben salir del TLCAN. La exención cultural es una postura que ya se ha adoptado en Canadá y en una buena parte de Europa".
La protagonista de la reciente "Verónica" cree justifica la petición del sector porque "nuestro cine no se ve en nuestro propio país. Es una situación compleja, pero hemos hecho un trabajo arduo para entender cuáles son nuestras necesidades como gremio. El problema primordial tiene que ver con la distribución y la exhibición. A nuestras películas se les exige, sin excepción, los topes de taquilla (un número determinado de boletos vendidos). Cuando una cinta consigue su distribución —lo cual, de por sí, ya es complicado— todavía tiene que sortear la exhibición, donde deben competir injustamente con el cine norteamericano, que se encuentra en todas las salas y cuenta con un proceso de promoción avasallador".
Ramírez añade que en el caso del cine no existe un mercado libre, ya que que no todas las empresas y las películas llegan con igualdad de condiciones al mercado. "El cine mexicano no puede competir contra toda esa mercadotecnia: no tiene recursos para hacerla. Contra Hollywood, no tenemos manera de responder a los topes de taquilla. Por eso vemos con frecuencia que una película mexicana se estrena cierto día y a la siguiente semana ya no está, porque no alcanzó el mínimo de entradas que le exigió la cadena. Nuestro cine funciona de otra manera: por recomendación de boca en boca. Mercadológicamente no se puede competir: nos quitan salas, nos quitan horarios o nos dejan en horarios complicados. El cine mexicano está fuera del alcance de su gente. Lo único que se consiguió con el TLCAN fue que las películas mexicanas compitieran en taquilla —sin leyes de regulación— contra las grandes producciones norteamericanas. No hemos tomado en cuenta que nuestro cine no siempre se realiza con un interés comercial".
El cine mexicano gana cada vez más premios dentro y fuera del país, pero representa un esfuerzo hercúleo estrenarlo en salas. Un buen ejemplo es la última ganadora del Ariel, "La 4ª compañía", de Amir Galván Cervera y Mitzi Vanessa Arreola, que por ahora no ha llegado a las salas. Ha aumentado la producción, con el apoyo estatal, admite Ramírez, pero no se ve: "En los últimos años hemos hecho esfuerzos en términos de producción; ahora tenemos más de 150 películas al año. Cuando se inició el TLCAN, la crisis en la producción era tan baja que no consideramos necesario incluir leyes que protegieran nuestro cine a nivel de distribución y exhibición. Años después, nos damos cuenta que, de todas las películas que hemos producido, un gran porcentaje de ellas se queda enlatada por falta de distribución. Los grandes monopolios de distribudores y exhibidores promueven, en su mayoría, el cine estadounidense. No hay convicción para exhibir cine nacional. Lo que nosotros proponemos es un equilibrio. El cine mexicano no puede seguir siendo avasallado".
Recientemente, el veterano cineasta Felipe Cazals acusaba a la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (que reune a exhibidores, distribuidores y productores) de no defender los intereses del cine mexicano, ya que "se llena los bolsillos" con las películas de Hollywood. En opinión de la representante de la AMACC, "CANACINE tiene sus propios intereses y demandas, que tienen que ver más con una lógica de mercado que con una convicción artística. Ellos también deben estar en la negociación, pero es importante separar nuestras demandas de las de ellos. Nuestro cine nunca ha interesado en Estados Unidos como un negocio. Los actores mexicanos a veces recurrimos a la televisión porque es mejor pagada, aunque es cierto que ha habido un ajuste de sueldos".
Lo que promueve la Academia Mexicana, que preside la también actriz Dolores Heredia, es que al quedar fuera del TLCAN "las instancias de creación cinematográfica y audiovisual —como el IMCINE— recuperen sus funciones de protección. Necesitamos que los productores que invierten su dinero en una película puedan recuperarlo. Que el círculo de producción, distribución y exhibición se cierre. Promover nuevas legislaciones que permitan que nuestras producciones tengan una distribución digna y costeable, pero sobre todo que no se les exijan las mismas cosas que a la industria norteamericana. Necesitamos una revisión de las leyes de cinematografía y telecomunicaciones, pero también de competencia y derechos de autor", afirma Ramírez.
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