Nahuel Pérez Biscayart, la revelación del cine argentino
- por © Cynthia M. García (Argentina)-NOTICINE.com
14-XI-05
“Nadie me reconoce por la calle”, afirma con convicción Nahuel Pérez Biscayart, joven actor de escasos 19 años que se ha convertido en la revelación del cine argentino -muy a su pesar-, gracias a su protagónico en la premiada “Tatuado”, drama sobre un chico en busca de su identidad, y su participación en “El aura”, thriller de Fabián Bielinsky que es uno de los éxitos de taquilla de este 2005 en la Argentina.
Fue el taller de teatro escolar lo que despertó el interés de Pérez Biscayart por la actuación y muy pronto ya se vio trabajando profesionalmente. En el 2003 debutó en televisión con “Disputas”, una serie televisiva dirigida por Adrián Caetano (“Un oso rojo”) sobre un grupo de mujeres que practicaban el oficio más antiguo del mundo, dando vida a un oscuro adolescente. Rápidamente se le abrieron las puertas de la industria por su talento y esos rasgos particulares que le otorgan una presencia inquietante. En cine dio su primer paso en 2004 con “Próxima salida”, de Nicolás Tuozzo, una cinta de la que no guarda un buen recuerdo y define como “mediocre, sensiblera y hecha para viajar a festivales”, dando muestra de una franqueza poco frecuente en el mundo del espectáculo.
- Por tu protagónico en “Tatuado” y tu destacado secundario en “El aura” has sido catalogado como la revelación del año en cine ¿Cómo reaccionas a este concepto?
- No me hago cargo. Es algo que está por fuera de mí. No me quiero detener en eso porque no están buenos los rótulos. Particularmente a mí no me enciende, no me potencia, sino que me estanca, me condiciona.
- ¿Cómo viviste los momentos previos y posteriores al estreno de “Tatuado”, que representa tu primer protagónico?
- La semana previa a estrenar estaba re-bien y el fin de semana anterior me angustió por lo que venía, por ese inminente estreno...tanta mirada puesta encima. La mirada es juiciosa, entonces no te hace estar relajado. Ahora que pasó, estoy feliz. El estreno fue rarísimo, saludé a quinientas personas en diez minutos...una locura. No es disfrutable. El disfrute pasa por el rodaje, en el momento de trabajar y generar. Después lo otro todavía no lo entiendo, es raro. Uno tiene que poner su cara para promocionar una película que no te pertenece en su totalidad. Me inquieta, me angustia y me parece incierto. Me desacomoda, no puedo accionar con un entendimiento claro del asunto. Cuando me doy cuenta que algo está pésimo y salió una nota horrible, me enojo, y aprendo, y entiendo por donde va. Pero tampoco me gusta dedicarle tiempo a eso. No está bueno, si yo quiero actuar nada más. Es como una carga más, además de actuar tengo que aprender a convivir con lo que viene cuando es el estreno. Es complicado y a la vez no lo puedo evitar.
- En el exterior “Tatuado” está teniendo una buena repercusión en festivales de cine y pareciera que tuvo una mejor respuesta fuera del país que acá ¿Por qué te parece que es así?
- Para mí cuando ves una película extranjera ya tiene algo de exótico y atractivo, ya tenés a favor que no hablás el mismo idioma, un escenario diferente y el otro está más receptivo. En un punto creo que gusta porque no tiene ningún latinoamericanismo pedorro pasaportil para viajar a festivales, no tiene concesiones...tiene una música rara de Melero a principio y fin, está hablada en “argentino”, con actores desconocidos, y en el campo, que no hay muchas películas que sean en el campo sin el gaucho y lo campestre. Pero, bueno, después les gusta una película venezolana de mierda que habla de la chica de la calle, con la pobreza estetizada, todo banalizado y esas cosas.
- Este año estrenaste dos películas tan distintas como “Tatuado” y “El aura” ¿Cuáles fueron las diferencias básicas para vos como actor?
- “Tatuado” fue la primera, todo era aprendizaje puro, todo era novedad. Además me gusta aprender y ver lo que pasa en el rodaje. Se desarrolló de una manera mucho más pequeña, era un grupo de trabajo de sesenta personas y “El aura” era un hecatombe de trescientas personas en una pirámide jerárquica de mandato a mandatario, y eso en un punto te aleja del proceso creativo íntimo. El director tiene que estar muy presente, con la idea muy clara de lo que quiere contar...y vos tenés que confiar en el director , como siempre.
- Por lo que comentas pareciera que con las películas más pequeñas te sientes más cómodo...
- A mí me gusta lo pequeño, lo genuino, cuando ves una película y ves un director, una sensibilidad , una mirada...Mientras haya personalidad, está buenísimo. Una superproducción condiciona mucho, el fin no es abrirle la puerta a un director para que pueda fluir como él quiere, porque hay condicionamientos comerciales que por ahí lo alejan de esa visera creativa más pura.
- ¿Cuál es saldo de haber trabajado en una superproducción como “El aura”?
- Te da llegada. No te hace ni mejor ni peor actor para vos, pero para la gente por ahí sí. Hay un punto en que uno no trabaja solamente porque es buen actor, o sea, vos podés ser buen actor pero si acabás de trabajar en “El aura” y en un programa de televisión buscan a un pibe de mi edad, seguro dicen: `Llamalo al pibe de “El aura”´. Esto no es porque sea mejor sino porque estoy en “El aura”. Te da esa masividad, te asocian más, sos más vendible. Igual mi vida sigue igual, nadie me reconoce por la calle. Y eso es buenísimo.
- Para el año próximo tienes cuatro cintas para estrenar, cuéntame un poco sobre ellas.
- “Glue” es una película que filmamos en Zapala, Neuquén, en un pueblo, a base de improvisaciones. Teníamos un guión de diecisiete hojas que las escenas no estaban desarrolladas en cuanto a diálogos, sino que estaban planteadas a nivel acción y cómo debía transcurrir la historia. Son chicos adolescente en el medio de la nada, creciendo, descubriendo el sexo, y están los amigos, el rock...es muy tierna y en un ambiente extraño. “La hermana menor” es sobre cuatro hermanos que perdieron a sus padres: yo pegué un brote sicótico y me internaron en una granja de rehabilitación, la hermana mayor desapareció y manda postales todas iguales, la del medio tiene hijas y la menor se prostituye para pagar los estudios y busca a la hermana mayor. Parece un dramón pero es como una comedia, un híbrido rarísimo y trabaja María Alché (“La niña santa”). “La vuelta de Peter”, de Néstor Montalbano, es sobre un cantante tropical que ha triunfado y vuelve a su pueblo veinte años después, y se entera que su ex mujer sale con su hermano y que tiene un hijo de diecinueve años que es transexual, que soy yo. Y en “Fumar es un vicio como cualquier otro” hago una participación muy pequeña como un chico punk, que vive en una casa millonario con un padre que odia.
- Antes comentabas que te interesa todo lo que sucede en un rodaje, ¿Te gustaría dedicarte a la dirección, por ejemplo?
- Sí, me dan ganas de dirigir, se me ocurren ideas y trato de escribirlas, pero siento que todavía me faltan algunos años más para machacarme con la vida y poder canalizar y desarrollar un guión.
“Nadie me reconoce por la calle”, afirma con convicción Nahuel Pérez Biscayart, joven actor de escasos 19 años que se ha convertido en la revelación del cine argentino -muy a su pesar-, gracias a su protagónico en la premiada “Tatuado”, drama sobre un chico en busca de su identidad, y su participación en “El aura”, thriller de Fabián Bielinsky que es uno de los éxitos de taquilla de este 2005 en la Argentina.
Fue el taller de teatro escolar lo que despertó el interés de Pérez Biscayart por la actuación y muy pronto ya se vio trabajando profesionalmente. En el 2003 debutó en televisión con “Disputas”, una serie televisiva dirigida por Adrián Caetano (“Un oso rojo”) sobre un grupo de mujeres que practicaban el oficio más antiguo del mundo, dando vida a un oscuro adolescente. Rápidamente se le abrieron las puertas de la industria por su talento y esos rasgos particulares que le otorgan una presencia inquietante. En cine dio su primer paso en 2004 con “Próxima salida”, de Nicolás Tuozzo, una cinta de la que no guarda un buen recuerdo y define como “mediocre, sensiblera y hecha para viajar a festivales”, dando muestra de una franqueza poco frecuente en el mundo del espectáculo.
- Por tu protagónico en “Tatuado” y tu destacado secundario en “El aura” has sido catalogado como la revelación del año en cine ¿Cómo reaccionas a este concepto?
- No me hago cargo. Es algo que está por fuera de mí. No me quiero detener en eso porque no están buenos los rótulos. Particularmente a mí no me enciende, no me potencia, sino que me estanca, me condiciona.
- ¿Cómo viviste los momentos previos y posteriores al estreno de “Tatuado”, que representa tu primer protagónico?
- La semana previa a estrenar estaba re-bien y el fin de semana anterior me angustió por lo que venía, por ese inminente estreno...tanta mirada puesta encima. La mirada es juiciosa, entonces no te hace estar relajado. Ahora que pasó, estoy feliz. El estreno fue rarísimo, saludé a quinientas personas en diez minutos...una locura. No es disfrutable. El disfrute pasa por el rodaje, en el momento de trabajar y generar. Después lo otro todavía no lo entiendo, es raro. Uno tiene que poner su cara para promocionar una película que no te pertenece en su totalidad. Me inquieta, me angustia y me parece incierto. Me desacomoda, no puedo accionar con un entendimiento claro del asunto. Cuando me doy cuenta que algo está pésimo y salió una nota horrible, me enojo, y aprendo, y entiendo por donde va. Pero tampoco me gusta dedicarle tiempo a eso. No está bueno, si yo quiero actuar nada más. Es como una carga más, además de actuar tengo que aprender a convivir con lo que viene cuando es el estreno. Es complicado y a la vez no lo puedo evitar.
- En el exterior “Tatuado” está teniendo una buena repercusión en festivales de cine y pareciera que tuvo una mejor respuesta fuera del país que acá ¿Por qué te parece que es así?
- Para mí cuando ves una película extranjera ya tiene algo de exótico y atractivo, ya tenés a favor que no hablás el mismo idioma, un escenario diferente y el otro está más receptivo. En un punto creo que gusta porque no tiene ningún latinoamericanismo pedorro pasaportil para viajar a festivales, no tiene concesiones...tiene una música rara de Melero a principio y fin, está hablada en “argentino”, con actores desconocidos, y en el campo, que no hay muchas películas que sean en el campo sin el gaucho y lo campestre. Pero, bueno, después les gusta una película venezolana de mierda que habla de la chica de la calle, con la pobreza estetizada, todo banalizado y esas cosas.
- Este año estrenaste dos películas tan distintas como “Tatuado” y “El aura” ¿Cuáles fueron las diferencias básicas para vos como actor?
- “Tatuado” fue la primera, todo era aprendizaje puro, todo era novedad. Además me gusta aprender y ver lo que pasa en el rodaje. Se desarrolló de una manera mucho más pequeña, era un grupo de trabajo de sesenta personas y “El aura” era un hecatombe de trescientas personas en una pirámide jerárquica de mandato a mandatario, y eso en un punto te aleja del proceso creativo íntimo. El director tiene que estar muy presente, con la idea muy clara de lo que quiere contar...y vos tenés que confiar en el director , como siempre.
- Por lo que comentas pareciera que con las películas más pequeñas te sientes más cómodo...
- A mí me gusta lo pequeño, lo genuino, cuando ves una película y ves un director, una sensibilidad , una mirada...Mientras haya personalidad, está buenísimo. Una superproducción condiciona mucho, el fin no es abrirle la puerta a un director para que pueda fluir como él quiere, porque hay condicionamientos comerciales que por ahí lo alejan de esa visera creativa más pura.
- ¿Cuál es saldo de haber trabajado en una superproducción como “El aura”?
- Te da llegada. No te hace ni mejor ni peor actor para vos, pero para la gente por ahí sí. Hay un punto en que uno no trabaja solamente porque es buen actor, o sea, vos podés ser buen actor pero si acabás de trabajar en “El aura” y en un programa de televisión buscan a un pibe de mi edad, seguro dicen: `Llamalo al pibe de “El aura”´. Esto no es porque sea mejor sino porque estoy en “El aura”. Te da esa masividad, te asocian más, sos más vendible. Igual mi vida sigue igual, nadie me reconoce por la calle. Y eso es buenísimo.
- Para el año próximo tienes cuatro cintas para estrenar, cuéntame un poco sobre ellas.
- “Glue” es una película que filmamos en Zapala, Neuquén, en un pueblo, a base de improvisaciones. Teníamos un guión de diecisiete hojas que las escenas no estaban desarrolladas en cuanto a diálogos, sino que estaban planteadas a nivel acción y cómo debía transcurrir la historia. Son chicos adolescente en el medio de la nada, creciendo, descubriendo el sexo, y están los amigos, el rock...es muy tierna y en un ambiente extraño. “La hermana menor” es sobre cuatro hermanos que perdieron a sus padres: yo pegué un brote sicótico y me internaron en una granja de rehabilitación, la hermana mayor desapareció y manda postales todas iguales, la del medio tiene hijas y la menor se prostituye para pagar los estudios y busca a la hermana mayor. Parece un dramón pero es como una comedia, un híbrido rarísimo y trabaja María Alché (“La niña santa”). “La vuelta de Peter”, de Néstor Montalbano, es sobre un cantante tropical que ha triunfado y vuelve a su pueblo veinte años después, y se entera que su ex mujer sale con su hermano y que tiene un hijo de diecinueve años que es transexual, que soy yo. Y en “Fumar es un vicio como cualquier otro” hago una participación muy pequeña como un chico punk, que vive en una casa millonario con un padre que odia.
- Antes comentabas que te interesa todo lo que sucede en un rodaje, ¿Te gustaría dedicarte a la dirección, por ejemplo?
- Sí, me dan ganas de dirigir, se me ocurren ideas y trato de escribirlas, pero siento que todavía me faltan algunos años más para machacarme con la vida y poder canalizar y desarrollar un guión.