Gustavo Fontán habla sobre "El limonero real"

por © Ingrid Ortiz-NOTICINE.com
Gustavo Fontán
Este jueves se estrena la adaptación cinematográfica de la novela argentina "El limonero real", la cuarta obra de Juan José Saer que presenta una narrativa radical y compleja al estilo de James Joyce. Al gran desafío se ha enfrentado el director Gustavo Fontán, que afirmó que la mayor dificultad ha sido traducir sin traicionar el espíritu de la novela: "Aunque sea su origen, la película debe olvidarse del texto, porque, si no, se hace una transcripción literal en esa idea de fidelidad tramposa y equivocada".

El argumento parte de una sencilla premisa: tres hermanas, sus esposos e hijos espera el último día del año a orillas del río Paraná. Aunque Wenceslao intenta convencer a su mujer para acudir a la fiesta en casa de una de sus hermanas, ella se niega argumentando que continúa el luto por la muerte de su hijo seis años atrás.

El ritual se repite con el resto de la familia, que insisten sin éxito. Así, la vida discurre del mismo modo que el río, con sus claroscuros, en un intento del director por capturar el tiempo y la luz de las islas del Paraná.

En una entrevista concedida a la agencia argentina Télam, el cineasta aseguró que "hay en Saer una profunda conciencia de que la poesía surge del tratamiento especial dado a la materia real. La escritura se convierte entonces en el arte de sondear y reunir briznas o astillas de experiencia y de memoria para armar una imagen".

Y es que Fontán ha demostrado con su cine tener esa capacidad de convertir relatos en poesía visual, como ya sucedió en "La orilla que se abisma" en 2008, donde establecía un diálogo entre el paisaje de Entre Ríos y la poética de Juan L. Ortiz.

En esta ocasión, el director captura el movimiento de la luz en el paisaje ribereño con la minuciosidad de un documental para mostrar el paso del tiempo, la continua búsqueda de aquello que se ha perdido y, sobre todo, la esencia de lo que permanece. "El desafío es cómo continuar con una búsqueda y por otro cómo revitalizarla y correrla de lugar", afirmó. "Con cada nueva película estamos obligados a pensar en un nuevo lenguaje y una narrativa que te permita romper con lo establecido".

El rodaje de la película contó con actores profesionales y no profesionales, y tuvo lugar en las islas situadas frente Colastiné, en la ciudad de Santa Fe, donde se construyeron tres ranchos que acabaron arrasados por una de las periódicas crecidas del río. "Ahí rodamos durante cuatro semanas -cuenta Fontán-, con la ayuda inestimable del clima. Lo agreste de la zona, la presencia del río y de la luz están en la película".

Para cualquier amante de Saer, esta producción se presenta como una cita imprescindible en las carteleras nacionales, pero siempre puede disfrutar de sus textos originales. El escritor tenía un objetivo claro y complicado a partes iguales: romper con las fronteras entre la narrativa y la poesía. Fontán lo afronta desde la perspectiva de un interrogante: ¿cómo acceder a lo real y expresarlo?

"Su obra es testimonio de una desesperada aproximación, por todos los medios, a una porción de realidad —explica el cineasta-, y de la constatación de la fuga. La mirada afirma y abisma el mundo, simultáneamente. La escritura reconoce en la realidad sus enigmas y nos advierte sobre la fragilidad de cualquier empresa de conocimiento", añadió.

En cualquier caso, "El limonero real" es una oda al paisaje, a la belleza y a la poesía. Dicen que Saer escribió la novela a partir de una frase clave que le vino a la mente diez años antes de su publicación, y que es, sin duda, un excelente punto de partida para su adaptación a la gran pantalla: "Amanece, y ya está con los ojos abiertos".

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