Félix Viscarret habla sobre "Vientos de La Habana": "En esa peculiaridad marciana es donde reside su encanto"
- por © Ingrid Ortiz-NOTICINE.com
La Habana. Habla de ella como si fuera una mujer, de ésas que se pasean sensuales y con un halo de misterio por la calle, de ésas que piensas que merece la pena conocer. Y los hay que fracasan en sus intentos de conquista o quienes no se atreven a dar el primer paso, pero Félix Viscarret decidió, ante todo, intentarlo. Después del preestreno en el Festival de Cine de San Sebastián, el segundo largometraje del director navarro, "Vientos de La Habana" llega a las carteleras españolas este viernes con bastante expectación. Basada en la novela de Leonardo Padura, la historia seguirá los pasos del famoso detective Mario Conde (Jorge Perugorría) para resolver un asesinato al tiempo que se adentra en una Cuba atractiva, nostálgica y decadente a partes iguales. Una primera cinta a la que seguirán otras tres, esta vez emitidas en televisión, que completarán la adaptación de la saga del escritor cubano.
Es ya hora de comer y, con toda certeza, ha sido una mañana larga. Se le nota en la forma en que mira de reojo unas patatas que parece avergonzado de tomar por miedo a ser descortés durante la conversación, aunque insiste en que no está cansado. Tiene ese toque de humildad y simpatía que no siempre reluce ante los encuentros con la prensa. Se agradece. De esa manera, a la sombra de unos jardines que hacen juego con el verdor de su camisa, todo parece más natural…
- Este mismo mes vivía el preestreno de "Vientos de La Habana" en el Festival de San Sebastián. ¿Cómo resultó la experiencia?
Estrenar tu película en un marco como el Festival de Cine de San Sebastián es todo un honor. Yo soy navarro y recuerdo que desde pequeño –o al menos desde adolescente- me escapaba a ver películas al festival y, claro, en ese ambiente lógicamente empiezas a soñar con que algún día seas tú el que esté ahí como cineasta. La sensación que tuve al ver por primea vez la película proyectada frente a un público fue la de tener conciencia de todo el talento y la lucha empleada por tanta gente; desde el autor (Lonardo Padura), el reparto, el trabajo de la fotografía, el montaje, la música… Vi cómo muchos profesionales habían seguido peleando por esta aventura, incluso ante la adversidad, sin bajar el listón y me sentí muy honrado como director. El cine es una experiencia tan colectiva que cuando ves que todo el mundo se ha volcado tanto te sientes muy honrado. Ahora le toca al espectador decidir si la historia le engancha o si le atraen los personajes, pero yo ya me siento afortunado.
- ¿Qué expectativas tiene con este largometraje?
A pesar de la acogida que ha tenido en el festival, el verdadero recibimiento del público llega ahora que se estrena en salas. Ahí se verá el grado de conexión del público con este proyecto que es un poco bizarro, pero en esa peculiaridad un poco marciana es donde creo que reside su encanto. Hasta su estreno, uno nunca sabe si va a funcionar. Muchas veces, cuando los escritores participan en la adaptación del guion se corre el riesgo de que se aferren demasiado a ciertos aspectos de su novela que no funcionan cinematográficamente y que resulte difícil trabajar con ellos. ¿Ha sido ese el caso de Padura?
Desde el principio, Padura y yo teníamos un profundo respeto por el trabajo en el que el otro se estaba volcando. Es verdad que él cree que soy un cabezota y yo también creo que él lo es. Por tanto, en ocasiones chocamos como dos buenos cabezotas que no quieren dar su brazo a torcer. Incluso en esos casos me sorprendía porque, cuando llegábamos a un callejón sin salida, Padura tenía la capacidad de aportar soluciones muy creativas. Tiene esa particularidad. Entonces, no diría que tuviéramos discrepancias más allá de las normales en este tipo de situaciones, ni tampoco con su coguionista Lucía López Coll.
- A menudo, cuando se habla de lugares con desequilibrios como La Habana se comete el error de retratarlos de una forma demasiado idealizada o, por el contrario, demasiado marginal. No es éste el caso, donde vemos unos planos generales y aéreos muy poéticos y heterogéneos…
Es interesante que se haya notado porque ha sido bastante deliberado el uso de distintos espacios. Queríamos retratar ese sitio precioso que es La Habana y teníamos claro que había lugares más exóticos, algunos más pobres, otros más urbanos… De alguna manera, el espectador tenía que entrar en ese mundo particular, con distintos puntos de vista sin que nada desentonara, y tuviera una visión general. Esa era la idea.
- Quizás sea sólo una percepción, pero esas mismas tomas parecen dividir la trama en capítulos, como si de la misma novela se tratase. ¿Ha sido algo deliberado?
La verdad es que no. No lo había pensado. Pero ahora que lo dices, sí que podría parecer una especie de seguimiento de la historia y de los pasos de Mario Conde cada vez que se muestran distintos lugares de La Habana, como un recorrido.
- ¿Cómo ha sido trabajar con los actores?
Fue un auténtico placer contar tanto con Jorge Perugorría como con Juana Acosta y el resto del reparto. Imagina tener a tu disposición no sólo La Habana como escenario sino a unos actores con un talento interpretativo inmenso y respaldados por un país donde se valora mucho a los actores y actrices. Todo fluyó bastante bien.
- ¿No tuvieron dificultades a la hora de rodar?
En este medio lo raro es no tener ninguna complicación. Sí las hubo, pero a pesar de todas las adversidades tenía clara una cosa, incluso antes de empezar el proyecto: La Habana nos iba a dar algo. Nos iba a ofrecer misterio y sensualidad y, en cualquier caso, una experiencia que haría que todas las dificultades por las que pasáramos valieran la pena.
- Tanto el personaje de Acosta, Karina, como el de Perugorría, comparten ese universo aparte y entrañable de las vocaciones frustradas: ella sueña con el jazz y él con escribir. ¿Les llevará a alguna parte en las próximas entregas?
Definitivamente el personaje de Mario Conde tiene algo de entrañable por esa vocación frustrada de escritor, al igual que Karina, que impacta de repente en su vida. Esa relación y esas vocaciones se comienzan a perfilar en esta cinta y van a desarrollarse en la continuación que tiene la saga en la pequeña pantalla con Televisión Española. Pero no quiero entrar en spoilers así que habrá que esperar a que se emitan y ver qué sucede.
- Y usted, ¿tiene alguna vocación frustrada?
Tengo varias, pero soy un poco pudoroso para hablar de ellas. Diría que aprender a tocar la guitarra…
- ¿Qué directores ha tenido como referentes?
Muchos, pero no puedo decir que me haya guiado por ellos. Al fin y al cabo, uno como director tiene esa autonomía creativa. En este caso en concreto habrá referentes de prácticamente todos los clásicos, de ese cine un poco noir de suspenso, pero también títulos más recientes como "Chinatown" o "El ángel caído".
- ¿Planea próximos proyectos?
Los directores somos muy reacios a hablar de futuro porque todo lo que no esté firmado siempre se te puede caer. Pero, sin duda, los hay.
- Su anterior largometraje, "Bajo las estrellas", también fue la adaptación de una novela ¿Se atreverá con algo más independiente?
Por supuesto. De hecho, creo que ya toca.
Sigue nuestras últimas noticias por TWITTER.
Es ya hora de comer y, con toda certeza, ha sido una mañana larga. Se le nota en la forma en que mira de reojo unas patatas que parece avergonzado de tomar por miedo a ser descortés durante la conversación, aunque insiste en que no está cansado. Tiene ese toque de humildad y simpatía que no siempre reluce ante los encuentros con la prensa. Se agradece. De esa manera, a la sombra de unos jardines que hacen juego con el verdor de su camisa, todo parece más natural…
- Este mismo mes vivía el preestreno de "Vientos de La Habana" en el Festival de San Sebastián. ¿Cómo resultó la experiencia?
Estrenar tu película en un marco como el Festival de Cine de San Sebastián es todo un honor. Yo soy navarro y recuerdo que desde pequeño –o al menos desde adolescente- me escapaba a ver películas al festival y, claro, en ese ambiente lógicamente empiezas a soñar con que algún día seas tú el que esté ahí como cineasta. La sensación que tuve al ver por primea vez la película proyectada frente a un público fue la de tener conciencia de todo el talento y la lucha empleada por tanta gente; desde el autor (Lonardo Padura), el reparto, el trabajo de la fotografía, el montaje, la música… Vi cómo muchos profesionales habían seguido peleando por esta aventura, incluso ante la adversidad, sin bajar el listón y me sentí muy honrado como director. El cine es una experiencia tan colectiva que cuando ves que todo el mundo se ha volcado tanto te sientes muy honrado. Ahora le toca al espectador decidir si la historia le engancha o si le atraen los personajes, pero yo ya me siento afortunado.
- ¿Qué expectativas tiene con este largometraje?
A pesar de la acogida que ha tenido en el festival, el verdadero recibimiento del público llega ahora que se estrena en salas. Ahí se verá el grado de conexión del público con este proyecto que es un poco bizarro, pero en esa peculiaridad un poco marciana es donde creo que reside su encanto. Hasta su estreno, uno nunca sabe si va a funcionar. Muchas veces, cuando los escritores participan en la adaptación del guion se corre el riesgo de que se aferren demasiado a ciertos aspectos de su novela que no funcionan cinematográficamente y que resulte difícil trabajar con ellos. ¿Ha sido ese el caso de Padura?
Desde el principio, Padura y yo teníamos un profundo respeto por el trabajo en el que el otro se estaba volcando. Es verdad que él cree que soy un cabezota y yo también creo que él lo es. Por tanto, en ocasiones chocamos como dos buenos cabezotas que no quieren dar su brazo a torcer. Incluso en esos casos me sorprendía porque, cuando llegábamos a un callejón sin salida, Padura tenía la capacidad de aportar soluciones muy creativas. Tiene esa particularidad. Entonces, no diría que tuviéramos discrepancias más allá de las normales en este tipo de situaciones, ni tampoco con su coguionista Lucía López Coll.
- A menudo, cuando se habla de lugares con desequilibrios como La Habana se comete el error de retratarlos de una forma demasiado idealizada o, por el contrario, demasiado marginal. No es éste el caso, donde vemos unos planos generales y aéreos muy poéticos y heterogéneos…
Es interesante que se haya notado porque ha sido bastante deliberado el uso de distintos espacios. Queríamos retratar ese sitio precioso que es La Habana y teníamos claro que había lugares más exóticos, algunos más pobres, otros más urbanos… De alguna manera, el espectador tenía que entrar en ese mundo particular, con distintos puntos de vista sin que nada desentonara, y tuviera una visión general. Esa era la idea.
- Quizás sea sólo una percepción, pero esas mismas tomas parecen dividir la trama en capítulos, como si de la misma novela se tratase. ¿Ha sido algo deliberado?
La verdad es que no. No lo había pensado. Pero ahora que lo dices, sí que podría parecer una especie de seguimiento de la historia y de los pasos de Mario Conde cada vez que se muestran distintos lugares de La Habana, como un recorrido.
- ¿Cómo ha sido trabajar con los actores?
Fue un auténtico placer contar tanto con Jorge Perugorría como con Juana Acosta y el resto del reparto. Imagina tener a tu disposición no sólo La Habana como escenario sino a unos actores con un talento interpretativo inmenso y respaldados por un país donde se valora mucho a los actores y actrices. Todo fluyó bastante bien.
- ¿No tuvieron dificultades a la hora de rodar?
En este medio lo raro es no tener ninguna complicación. Sí las hubo, pero a pesar de todas las adversidades tenía clara una cosa, incluso antes de empezar el proyecto: La Habana nos iba a dar algo. Nos iba a ofrecer misterio y sensualidad y, en cualquier caso, una experiencia que haría que todas las dificultades por las que pasáramos valieran la pena.
- Tanto el personaje de Acosta, Karina, como el de Perugorría, comparten ese universo aparte y entrañable de las vocaciones frustradas: ella sueña con el jazz y él con escribir. ¿Les llevará a alguna parte en las próximas entregas?
Definitivamente el personaje de Mario Conde tiene algo de entrañable por esa vocación frustrada de escritor, al igual que Karina, que impacta de repente en su vida. Esa relación y esas vocaciones se comienzan a perfilar en esta cinta y van a desarrollarse en la continuación que tiene la saga en la pequeña pantalla con Televisión Española. Pero no quiero entrar en spoilers así que habrá que esperar a que se emitan y ver qué sucede.
- Y usted, ¿tiene alguna vocación frustrada?
Tengo varias, pero soy un poco pudoroso para hablar de ellas. Diría que aprender a tocar la guitarra…
- ¿Qué directores ha tenido como referentes?
Muchos, pero no puedo decir que me haya guiado por ellos. Al fin y al cabo, uno como director tiene esa autonomía creativa. En este caso en concreto habrá referentes de prácticamente todos los clásicos, de ese cine un poco noir de suspenso, pero también títulos más recientes como "Chinatown" o "El ángel caído".
- ¿Planea próximos proyectos?
Los directores somos muy reacios a hablar de futuro porque todo lo que no esté firmado siempre se te puede caer. Pero, sin duda, los hay.
- Su anterior largometraje, "Bajo las estrellas", también fue la adaptación de una novela ¿Se atreverá con algo más independiente?
Por supuesto. De hecho, creo que ya toca.
Sigue nuestras últimas noticias por TWITTER.