La argentina Milagros Mumenthaler habla sobre el estreno en Locarno de "La idea de un lago"
- por Super User
Cinco años después de "Abrir puertas y ventanas", vencedora del Leopardo de Oro, Milagros Mumenthaler vuelve al mismo Festival de Locarno con "La idea de un lago", obra íntima entre biografía y abstracción, una historia familiar con apariencia de sueño. Protagonizada por Carla Crespo, la película argentina narra la historia de Inés, de profesión fotógrafa, quien antes de que nazca su hijo quiere conseguir terminar su último libro, sobre sus recuerdos de infancia, y en particular, sobre su casa familiar en el sur de Argentina, en donde ha vivido gran parte de sus veranos de niña, informa Cineuropa.
Aunque la felicidad y la despreocupación eran inevitablemente parte de este lugar, son sobre todo la nostalgia y la incomprensión los que lo habitan. Es de hecho allí en donde sacó la última foto que poseía junto a su padre, desaparecido misteriosamente como tantas, demasiadas, otras víctimas de la dictadura militar. Aunque Inés sea la fuerza motriz de la película, el soplo vital que permite a la narración seguir hacia delante de modo libre e instintivo, su hermano y su madre completan su personaje dándole una consistencia terrenal a la vez fastidiosa e indispensable. Juntos deberán afrontar una última prueba: proporcionarles una muestra de su sangre a los médicos forenses para identificar, quizá, el cadáver de su padre y marido. ¿Pero bastará un esqueleto para rellenar el vacío abismal que vive en Inés?
"En realidad -explica Mumenthaler- la idea de la película nace de un libro de fotografía y poesía de Guadalupe Gaona que me conmovió y me hizo sentir muy cerca de su historia. Más tarde llegaron las secuencias, las imágenes más oníricas que se encuentran en la película. Y luego, claramente, trabajé mucho primero con la autora, ya que el libro es en gran parte autobiográfico, y más tarde, con personas que vivieron situaciones similares, a quienes entrevisté, para construir de esta forma el guion de modo más profundo. Para mí la película habla de un "desaparecido" político, sin por ello volver a recorrer los hechos políticos que ya se conocen. No me parecía interesante aventurarme en este terreno. Lo que me interesaba era la intimidad del personaje, cómo se enfrenta a la situación. En este sentido sí que creo que la película se abre a algo universal, a un estado propio de los sentimientos. La película habla de la memoria a diferentes niveles, y cómo la memoria se transforma a partir del presente. El núcleo de la cinta es esto. La memoria íntima de cualquiera, pero también la memoria como derecho cívico y político".
De nuevo, la cineasta austral centra su cine en las mujeres. "Los personajes de mi primera película ("Abrir puertas y ventanas") no eran autobiográficos pero es innegable que introduzco mucho de mí misma en ellos. Trabajo de forma intuitiva, los personajes nacen de manera muy genuina. Para mí es más natural contar historias de mujeres, pero esto no significa que no decidiré un día de concentrarme en personajes masculinos. Es una cuestión sin fin. Quizá hago simplemente lo que me siento más natural haciendo. Ciertamente mis películas hablan de mujeres, de mundos interiores, pero no de feminismo", detalla Milagros.
Si en su opera prima, presentada también en Locarno, Mumenthaler convertía una casa en coprotagonista de su historia, ahora es un paisaje exterior el que adquiere personalidad propia, condicionando a los personajes. Para la cineasta argentina, "el lugar, la isla, en donde Inés pasa sus vacaciones de niña, es importante porque ahí se sacó la única foto que posee con su padre. Es un lugar cargado de significado para Victoria e Inés. De la misma manera, me interesaba trabajar en la naturaleza y su aspecto "eterno". Al contrario que la memoria, constantemente en movimiento del pasado al presente y al futuro, la naturaleza tiene una condición de eterna. A la vez, la naturaleza se convierte en espacio reflexivo para los personajes. Creo que para Inés fue un lugar muy importante en donde crecer como persona, en donde poder desarrollar un fuerte lazo con su padre, de manera más lúdica, imaginaria, aunque esté relacionada con algo bien real, como el deseo y la necesidad de reencontrarlo".
Aunque la felicidad y la despreocupación eran inevitablemente parte de este lugar, son sobre todo la nostalgia y la incomprensión los que lo habitan. Es de hecho allí en donde sacó la última foto que poseía junto a su padre, desaparecido misteriosamente como tantas, demasiadas, otras víctimas de la dictadura militar. Aunque Inés sea la fuerza motriz de la película, el soplo vital que permite a la narración seguir hacia delante de modo libre e instintivo, su hermano y su madre completan su personaje dándole una consistencia terrenal a la vez fastidiosa e indispensable. Juntos deberán afrontar una última prueba: proporcionarles una muestra de su sangre a los médicos forenses para identificar, quizá, el cadáver de su padre y marido. ¿Pero bastará un esqueleto para rellenar el vacío abismal que vive en Inés?
"En realidad -explica Mumenthaler- la idea de la película nace de un libro de fotografía y poesía de Guadalupe Gaona que me conmovió y me hizo sentir muy cerca de su historia. Más tarde llegaron las secuencias, las imágenes más oníricas que se encuentran en la película. Y luego, claramente, trabajé mucho primero con la autora, ya que el libro es en gran parte autobiográfico, y más tarde, con personas que vivieron situaciones similares, a quienes entrevisté, para construir de esta forma el guion de modo más profundo. Para mí la película habla de un "desaparecido" político, sin por ello volver a recorrer los hechos políticos que ya se conocen. No me parecía interesante aventurarme en este terreno. Lo que me interesaba era la intimidad del personaje, cómo se enfrenta a la situación. En este sentido sí que creo que la película se abre a algo universal, a un estado propio de los sentimientos. La película habla de la memoria a diferentes niveles, y cómo la memoria se transforma a partir del presente. El núcleo de la cinta es esto. La memoria íntima de cualquiera, pero también la memoria como derecho cívico y político".
De nuevo, la cineasta austral centra su cine en las mujeres. "Los personajes de mi primera película ("Abrir puertas y ventanas") no eran autobiográficos pero es innegable que introduzco mucho de mí misma en ellos. Trabajo de forma intuitiva, los personajes nacen de manera muy genuina. Para mí es más natural contar historias de mujeres, pero esto no significa que no decidiré un día de concentrarme en personajes masculinos. Es una cuestión sin fin. Quizá hago simplemente lo que me siento más natural haciendo. Ciertamente mis películas hablan de mujeres, de mundos interiores, pero no de feminismo", detalla Milagros.
Si en su opera prima, presentada también en Locarno, Mumenthaler convertía una casa en coprotagonista de su historia, ahora es un paisaje exterior el que adquiere personalidad propia, condicionando a los personajes. Para la cineasta argentina, "el lugar, la isla, en donde Inés pasa sus vacaciones de niña, es importante porque ahí se sacó la única foto que posee con su padre. Es un lugar cargado de significado para Victoria e Inés. De la misma manera, me interesaba trabajar en la naturaleza y su aspecto "eterno". Al contrario que la memoria, constantemente en movimiento del pasado al presente y al futuro, la naturaleza tiene una condición de eterna. A la vez, la naturaleza se convierte en espacio reflexivo para los personajes. Creo que para Inés fue un lugar muy importante en donde crecer como persona, en donde poder desarrollar un fuerte lazo con su padre, de manera más lúdica, imaginaria, aunque esté relacionada con algo bien real, como el deseo y la necesidad de reencontrarlo".