Colaboración: Los 50 años de Salma Hayek, hermosa inteligencia
- por © NOTICINE.com
Por Jon Apaolaza
Un frío día de febrero de 1995, en Berlín, conocí a Salma Hayek. Estaba deslumbrante, aunque francamente un poco fuera de lugar, en una no muy concurrida rueda de prensa de la Berlinale, la de la película mexicana "El callejón de los milagros", vestida con un traje folklórico veracruzano. Al día siguiente, después de entrevistarla, cuando juntos acudimos a una recepción en el entonces consulado de México en la ya capital de la Alemania reunificada, cometí la indiscreción de preguntarle la edad, y recuerdo que me respondió: "Puedo aparentar que tengo 20 o 40 según convenga". Hoy, más de dos décadas después, el día en que según sus biografías cumple 50 años, casi podría decir lo mismo.
No se si entonces llegué a darme cuenta de que -en realidad- a Salma la había conocido dos o tres años antes, cuando la vi -y me enamoró- en un capítulo de la teleserie gringa "Sigue soñando / Dream On", en la que hacía de una preciosa criada (o empleada de hogar). Nunca imaginé que acabaría siendo el primer periodista español en entrevistarla, pocos años después (¡gracias, ley de la atracción!), en un frío día de febrero, y que me invitaría a acompañarla a vivir la noche berlinesa.... una noche que acabó temprano cuando se olvidó de mí en una fiesta para reunirse con su amigo Robert ("Roberto", decía ella) Rodríguez, quien acababa de dirigirla en "Desperado".
Luego, nuestros caminos se fueron cruzando en otros festivales, el mismo Berlín, Cannes..., en Madrid, mientras su carrera y su fama crecían, hasta convertirse en la estrella mediática que hoy es. Creo que nadie le ha regalado nada. Es mexicana y mide menos de 1,60, por muy bien proporcionada que esté no son las mejores cartas para ganar partidas en el bastante xenófobo Hollywood, y sin embargo lo ha hecho. Ambición, esfuerzo, constancia y capacidad de trabajo son virtudes que nadie puede discutirle.
No se si cumplir 50 años es razón para reflexionar sobre tu vida. Creo que yo no le hice especialmente en ese momento, pero si la actriz veracruzana lo hiciera este viernes, debería estar cuanto menos medianamente satisfecha. Ha hecho casi todo lo que se ha propuesto. Ha sido productora, directora, protagonista en cintas de muchas nacionalidades y diferentes géneros. En mi opinión, tiene talento como para haber brillado más en mejores papeles, pero con sus orígenes y su físico, posiblemente otra tampoco los habría obtenido.
Muchas serían las mujeres dispuestas a firmar un pacto con el diablo para llegar a su edad en sus condiciones. Yo mismo lo haría por transmutarme en François-Henri Pinault, pero esa es otra historia. Me tranquiliza pensar que seguro la vida le va a deparar más oportunidades y reconocimientos, y las aprovechará, pero mientras no se estará quieta. No está en su naturaleza dejar de soñar y dejar de luchar, con disciplina.
Espero seguir cruzándome con ella, ser testigo de nuevos éxitos, y no estar muy lejos el día que piense en que alguien le ayude a escribir sus memorias. Como ven, yo también sigo soñando...
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Un frío día de febrero de 1995, en Berlín, conocí a Salma Hayek. Estaba deslumbrante, aunque francamente un poco fuera de lugar, en una no muy concurrida rueda de prensa de la Berlinale, la de la película mexicana "El callejón de los milagros", vestida con un traje folklórico veracruzano. Al día siguiente, después de entrevistarla, cuando juntos acudimos a una recepción en el entonces consulado de México en la ya capital de la Alemania reunificada, cometí la indiscreción de preguntarle la edad, y recuerdo que me respondió: "Puedo aparentar que tengo 20 o 40 según convenga". Hoy, más de dos décadas después, el día en que según sus biografías cumple 50 años, casi podría decir lo mismo.
No se si entonces llegué a darme cuenta de que -en realidad- a Salma la había conocido dos o tres años antes, cuando la vi -y me enamoró- en un capítulo de la teleserie gringa "Sigue soñando / Dream On", en la que hacía de una preciosa criada (o empleada de hogar). Nunca imaginé que acabaría siendo el primer periodista español en entrevistarla, pocos años después (¡gracias, ley de la atracción!), en un frío día de febrero, y que me invitaría a acompañarla a vivir la noche berlinesa.... una noche que acabó temprano cuando se olvidó de mí en una fiesta para reunirse con su amigo Robert ("Roberto", decía ella) Rodríguez, quien acababa de dirigirla en "Desperado".
Luego, nuestros caminos se fueron cruzando en otros festivales, el mismo Berlín, Cannes..., en Madrid, mientras su carrera y su fama crecían, hasta convertirse en la estrella mediática que hoy es. Creo que nadie le ha regalado nada. Es mexicana y mide menos de 1,60, por muy bien proporcionada que esté no son las mejores cartas para ganar partidas en el bastante xenófobo Hollywood, y sin embargo lo ha hecho. Ambición, esfuerzo, constancia y capacidad de trabajo son virtudes que nadie puede discutirle.
No se si cumplir 50 años es razón para reflexionar sobre tu vida. Creo que yo no le hice especialmente en ese momento, pero si la actriz veracruzana lo hiciera este viernes, debería estar cuanto menos medianamente satisfecha. Ha hecho casi todo lo que se ha propuesto. Ha sido productora, directora, protagonista en cintas de muchas nacionalidades y diferentes géneros. En mi opinión, tiene talento como para haber brillado más en mejores papeles, pero con sus orígenes y su físico, posiblemente otra tampoco los habría obtenido.
Muchas serían las mujeres dispuestas a firmar un pacto con el diablo para llegar a su edad en sus condiciones. Yo mismo lo haría por transmutarme en François-Henri Pinault, pero esa es otra historia. Me tranquiliza pensar que seguro la vida le va a deparar más oportunidades y reconocimientos, y las aprovechará, pero mientras no se estará quieta. No está en su naturaleza dejar de soñar y dejar de luchar, con disciplina.
Espero seguir cruzándome con ella, ser testigo de nuevos éxitos, y no estar muy lejos el día que piense en que alguien le ayude a escribir sus memorias. Como ven, yo también sigo soñando...
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