Crítica: "Maracaibo", dolor y drama bajo la intriga

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Jorge Marrale, en "Maracaibo"
Por Edurne Sarriegui    

El realizador argentino Miguel Ángel Rocca ("La mala verdad") estrena su último largometraje esta semana en su país. "Maracaibo" (2017), una coproducción argentino- venezolana, está escrita por Rocca junto a Maximiliano González. La cinta se preanuncia como un thriller, pero es su vertiente dramática la que toma vuelo y otorga personalidad al film.

Gustavo (Jorge Marrale) y Cristina (Mercedes Morán), médicos ambos, conforman junto a su hijo Facundo (Matías Mayer) una familia de clase media acomodada que vive sin mayores sobresaltos. Gustavo, cirujano reconocido, está a punto de ser nombrado jefe del servicio de cirugía en el hospital donde trabaja y su hijo Facundo está finalizando su carrera universitaria para lo cual da las últimas puntadas a un corto animado que será su tesis. La vida da un vuelco para ellos cuando, durante un robo en su casa, Facundo resulta muerto. El asesino es un joven de una edad aproximada a la de la víctima, Ricky (Nicolás Francella), socio en la vida delictiva de su padre (Luis Machín).

A partir de ese hecho terrible e inesperado los padres se sumen en un duelo en el que además de la pérdida del hijo hay otras cosas que superar. Los guionistas Rocca y González desvían el hecho delictivo del eje de la trama para posar la mirada sobre los sentimientos de los personajes, particularmente del padre, doblemente devastado por el hecho irreparable de la muerte del hijo y por la culpa de no haber hablado a tiempo con él de ciertos temas que perturbaban la armonía familiar.

La actuación de Jorge Marrale acompaña de manera sobresaliente la construcción del personaje que hace el autor para expresar todo el dolor del mundo por medio de gestos más que elocuentes, elaborando entre todos un film en el que las palabras están de más. El padre doliente se convierte en protagonista absoluto de este drama íntimo que expresa situaciones imposibles de verbalizar, junto a un elenco cuyas actuaciones acompañan con altura.

El paralelismo que se traza entre las dos familias, -la de la víctima y la del victimario- universaliza el conflicto que supone la falta de aceptación del hijo tal y como es así como la dificultad para aceptar sus elecciones personales como expresión de su libertad.

"Maracaibo" es un film movilizador, difícil de ver para aquellos que estén atravesando el duelo de una pérdida. Sin embargo tiene la enorme virtud de poner esperanza en medio de tanta desolación, encontrando el sosiego en el amor para sanar las heridas del alma, para perdonar y para perdonarse.

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