Saturnino García vuelve a protagonizar una película con 90 años
- por © Redacción-NOTICINE.com

Contra el edadismo, el actor español Saturnino García, ganador de un Goya, vuelve a ser protagonista de una película, a sus 90 años muy bien llevados. Bajo la dirección de Gonzaga Manso, García protagoniza "Dos días", que durante cuatro semanas ha tomado Santa Cristina y Santa Cruz, en Oleiros, A Coruña, como plató natural.
La productora Pendelton, fundada por Javier Fesser y Luis Manso, describe el film como una "comedia existencial y de aventuras". La historia, que se narrará parcialmente en gallego, sigue a José Antonio, un hombre de 92 años que comienza a perder la memoria. "Aunque su familia se lo prohíbe, convence a su amigo Mingo para salir a pescar en una barca, acabando a la deriva en el medio del mar". Esta odisea en el mar se entrelaza con las vicisitudes de la numerosa familia del protagonista, particularmente las de su nieto Luis.
Para Saturnino García, este papel llega en un momento de su vida en el que reflexiona abiertamente sobre la representación de la vejez en la ficción. En una reciente entrevista con La Vanguardia, con motivo del homenaje que se le brindó en el Festivalito de La Palma, se mostró firme en su uso del lenguaje: "Viejos, que es lo que somos. Mayor es un niño de diez años respecto a uno de tres". Reconoce que los papeles para su generación escasean. "No sé si discriminación, pero sí modas. Ahora, papeles para viejos hay pocos". Observa un cambio en la narrativa contemporánea: "Hoy no se representan en las obras a las tres generaciones que forman la vida: abuelo, padre, hijo. Antes era impensable. Ahora, todo es joven y vanidoso".
Su vida dista mucho de ser sedentaria. A pesar de afirmar que vive de una "pensión de mileurista" con la que se apaña "humildemente", su actividad es envidiable. Además de actuar, ha creado lo que denomina "mini espectáculos" teatrales, como "Tauromaquia", basado en el poema de Lorca, o "Ignorante", un trabajo serio "sobre la educación, o más bien la mala educación". Sostiene que "casi todos nuestros problemas vienen de gobiernos mal preparados y ciudadanos mal formados".
Su rutina de cuidado personal es tan pragmática como él. "Camino una hora al día, hago algo de ejercicio, y como mal. Comer mal es lo más sano", dice entre risas. "Como poquito y sencillo. Nada de chuletones a diario". Su consejo para mantenerse lúcido es claro: "Leer. Hacer ejercicio físico y mental. La lectura es un relax y además te informa". Confiesa que es un habitual de la biblioteca y que una de sus lecturas eternas es "El Quijote", al que define como "el gran libro del mundo" y "la novela de las novelas".
Con una carrera que despegó tarde, a los 60 años, cuando ganó el Goya a actor revelación por "Justino, un asesino de la tercera edad", Saturnino García mantiene una relación serena con el paso del tiempo. Acepta los fallos de memoria con filosofía: "No me acuerdo de un nombre recién dicho, pero luego recito textos de memoria durante días".
El veterano actor ha sido testigo de multitud de cambios, y ahora alerta sobre los riesgos de la tecnología: "La tecnología me parece muy bien. Gracias a ella los médicos hoy pueden salvar vidas que antes no podían. ¿Cómo no la voy a valorar? Pero lo que me preocupa es que creamos que los valores humanos ya no importan. Que la poesía, la lectura, la conversación… Queden anuladas por la tecnología. Yo pienso que debemos estar siempre por encima de nuestros inventos, no sometidos a ellos. Los inventos al servicio del ser humano, no al revés".
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La productora Pendelton, fundada por Javier Fesser y Luis Manso, describe el film como una "comedia existencial y de aventuras". La historia, que se narrará parcialmente en gallego, sigue a José Antonio, un hombre de 92 años que comienza a perder la memoria. "Aunque su familia se lo prohíbe, convence a su amigo Mingo para salir a pescar en una barca, acabando a la deriva en el medio del mar". Esta odisea en el mar se entrelaza con las vicisitudes de la numerosa familia del protagonista, particularmente las de su nieto Luis.
Para Saturnino García, este papel llega en un momento de su vida en el que reflexiona abiertamente sobre la representación de la vejez en la ficción. En una reciente entrevista con La Vanguardia, con motivo del homenaje que se le brindó en el Festivalito de La Palma, se mostró firme en su uso del lenguaje: "Viejos, que es lo que somos. Mayor es un niño de diez años respecto a uno de tres". Reconoce que los papeles para su generación escasean. "No sé si discriminación, pero sí modas. Ahora, papeles para viejos hay pocos". Observa un cambio en la narrativa contemporánea: "Hoy no se representan en las obras a las tres generaciones que forman la vida: abuelo, padre, hijo. Antes era impensable. Ahora, todo es joven y vanidoso".
Su vida dista mucho de ser sedentaria. A pesar de afirmar que vive de una "pensión de mileurista" con la que se apaña "humildemente", su actividad es envidiable. Además de actuar, ha creado lo que denomina "mini espectáculos" teatrales, como "Tauromaquia", basado en el poema de Lorca, o "Ignorante", un trabajo serio "sobre la educación, o más bien la mala educación". Sostiene que "casi todos nuestros problemas vienen de gobiernos mal preparados y ciudadanos mal formados".
Su rutina de cuidado personal es tan pragmática como él. "Camino una hora al día, hago algo de ejercicio, y como mal. Comer mal es lo más sano", dice entre risas. "Como poquito y sencillo. Nada de chuletones a diario". Su consejo para mantenerse lúcido es claro: "Leer. Hacer ejercicio físico y mental. La lectura es un relax y además te informa". Confiesa que es un habitual de la biblioteca y que una de sus lecturas eternas es "El Quijote", al que define como "el gran libro del mundo" y "la novela de las novelas".
Con una carrera que despegó tarde, a los 60 años, cuando ganó el Goya a actor revelación por "Justino, un asesino de la tercera edad", Saturnino García mantiene una relación serena con el paso del tiempo. Acepta los fallos de memoria con filosofía: "No me acuerdo de un nombre recién dicho, pero luego recito textos de memoria durante días".
El veterano actor ha sido testigo de multitud de cambios, y ahora alerta sobre los riesgos de la tecnología: "La tecnología me parece muy bien. Gracias a ella los médicos hoy pueden salvar vidas que antes no podían. ¿Cómo no la voy a valorar? Pero lo que me preocupa es que creamos que los valores humanos ya no importan. Que la poesía, la lectura, la conversación… Queden anuladas por la tecnología. Yo pienso que debemos estar siempre por encima de nuestros inventos, no sometidos a ellos. Los inventos al servicio del ser humano, no al revés".
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