Claroscuros en las primeras jornadas del Festival de la Habana

por © Frank Padrón (Cuba)-NOTICINE.com
Pablo Larrain
Pablo Larrain
Prosigue su rumbo indetenible la magna cita fílmica cubana en su 30 edición, y otra que llega con ciertos avales internacionales es la chilena "Tony Manero", de Pablo Larrain (Fuga), sobre la obsesión que embarga a un cincuentón en plena dictadura de Pinochet con el personaje homónimo que encarna John Travolta en el famoso musical "Fiebre del sábado noche". Acaso lo más original es que este hombre llega a convertirse en todo un serial killer con tal de lograr su sueño, viabilizado a través de un concurso que exige imitar al mítico bailarín en aquel film, mientras sus compañeros son perseguidos por actividades contra el régimen.

El problema del director está en su incapacidad para aunar, de modo coherente y sobre todo, fijando todo ello en la atención del espectador, todos estos aspectos que se pulsan en el film; el resultado queda a medio camino entre el trhiller político, el musical, el psico-suspense y el estudio de caracteres, sin que desarrolle felizmente ninguno; acierta por momentos en la captación de la atmósfera angustiosa del contexto y el diseño del protagonista, asumido con fuerza y convicción por Alfredo Castro, (sólido candidato al coral de actuación masculina) pero el resultado final es fallido.

Esto respecto a la competencia, mientras en tanto muestras y panoramas, lo nuevo del inglés Mike Leigh (a cuya obra dedica el Festival una retrospectiva), "Happy-Go-Lucky/ Happy/ Un cuento sobre la felicidad" (2007), no lo fue menos asistir al diálogo que sostuvo el célebre cineasta, presente en la Habana por tal motivo, con el público asistente a la sala La Rampa: comunicativo y explícito, el autor de "Bleak  Moments" y "Vera Drake"  contestó preguntas y compartió criterios con lunetarios que minutos antes habían aplaudido a rabiar el estreno en Cuba…Una joven profesora de primaria y sus relaciones afectivas nos vuelven a dar una de esas oportunas lecciones acerca de la "joie de vivre", el entusiasmo, el optimismo , pero si bien trazado hallamos el personaje, también lo está esa divertida trama, menos frívola y simple de lo que aparenta, apoyada por el contrario en una dramaturgia de creciente y esmerada progresión y una pensada y hábil narrativa. Sally Hawkins, asumiendo la simpática maestra, imparte clases también de histrionismo y desenfado, en lo que constituye sin dudas toda una revelación.

No puede afirmarse lo mismo, lamentablemente sobre "La desaparición del imperio" (2007), del apreciado Karen Shaknazárov ("El jinete de la muerte"), cinta que inauguró la muestra "Mosfilm: una cierta mirada al cine ruso" y resultó una doble decepción ante la expectativa que generaba esta historia de amor enmarcada en la Unión Soviética de los años 70: la lectura de esa compleja etapa en el país eslavo se reduce a la relativa prohibición de rock norteamericano, el dogmatismo y estiramiento de ciertos profesores y alguna que otra frase de inconformidad intercambiada entre los jóvenes protagonistas, dentro de lo que constituye una superficial y frívola visión del fenómeno. Es evidente que la excesiva  nostalgia  signa el enfoque del director, lo cual le impide un verdadero estudio de los hechos, por lo cual su película no trasciende una comedia agridulce más o menos correcta y bien actuada.

En lo latino que no compite, asistimos al reencuentro con un viejo conocido desde los días del Cinema Novo y después, Walter Lima Jr ("Niño de ingenio", "Inocencia", "Ele o boto, una leyenda"), el cual no resultó precisamente grato, al menos a tiempo completo: Su nuevo films "Os desafinados" (ubicado en la sección no competitiva "Panorama latinoamericano") muestra errores de principiante inconcebibles en un fogueado veterano de varias décadas de andadura fílmica, y aunque su trayectoria ha sido también irregular, esta vez no se ubica ni con mucho en sus mejores momentos.

Y eso que contaba con una historia a la que pudo sacar muy bien partido: la  vida del cuarteto de bossa nova que da título al film, vinculado con la cantante Gloria Baker (cantante del mismo y vinculada sentimentalmente con dos de sus miembros) en los sesenta, cuando esa tendencia tomó cuerpo; su periplo entre Nueva York y Río, y la reconstrucción de esas vivencias en un documental ahora por sus sobrevivientes, no logran un cohesionado trayecto desde la cámara de Lima Jr: el ritmo (y con ello el interés) decaen con frecuencia, el montaje peca de reiterativo y desigual, se coquetea incluso con el melodrama del más dudoso gusto, se aterriza en más de un desenlace y las actuaciones, a pesar de tener como punteros no pocas luminarias (Rodrigo Santro, Claudia Abreu, Selton Mello…) no son muy brillantes que digamos.

Momentos cálidos y sensibles los hay, música para disfrutar a ojos cerrados también, y una cuidadosa reconstrucción epocal, pero Walter Lima Jr, simplemente, desafina.