Alejandro Fadel habla sobre "Muere, monstruo, muere", presente en Un Certain Regard de Cannes

por © Carolina G. Guerrero (Cannes)-NOTICINE.com
Alejandro Fadel
El argentino Alejandro Fadel ha participado en el segundo apartado en importancia del Festival de Cannes, con la coproducción con Chile "Muere, monstruo, muere", una inclasificable mezcla de géneros entre los que sobresale el terror. El cineasta mendocino ("Los salvajes") reivindica que sin dejar de tener asesinatos sangrientos, un monstruo y efectos visuales, la suya no deja de ser una película de autor. Así lo contó a NOTICINE.com en esta entrevista exclusiva.

- Describa por favor "Muere, monstruo, muere" en pocas palabras.
En rasgos generales podemos decir que es una película de terror, pero, en lo personal, me gustaría pensar que es una película de terror moderna, que intenta tener algunos elementos del género, pero trabajarlos de manera diferente, como si fuera una película de monstruos que en su interior contiene otra película, que intenta plantear otras cuestiones y otras sensaciones.

- ¿Cómo ha vivido su recepción aquí en Cannes?
Muy bien, la verdad que muy bien. Nosotros habíamos tenido, con mi socia Agustina, la experiencia en la Semana de la Crítica en el 2012, con otra película que hicimos, y nos dimos cuenta de que había un gran amor por cariño y también por la gente. Uno puede pensar que en una estructura tan grande eso se pierde, pero también en esta sección, que es más exigente, hemos sentido la misma sensación de un cuidado, un cariño, tanto por las películas como por las personas. La proyección ha sido, a nivel técnico, increíble. Creo que nunca se va a ver la película así, y era un poco un sueño por tener la película acá y que haya sido bien recibida y que les haya gustado a quienes la escogieron.

- Usted no había tocado antes propiamente el cine de terror, ¿por qué se le ocurrió escribir y dirigir esta historia?
La película nació hace muchos años ya, se fue escribiendo de a poco, se fue transformando. En un principio pensé que era un documental, después pensé que era una historia de amor, luego un thriller, y finalmente resultó una película de terror. Fue un proceso largo donde se iban mezclando el proceso de casting, la escritura, la búsqueda de localizaciones, que era muy importante de la película, el dónde se iba a filmar y cómo se iban a filmar esos paisajes, que eran paisajes que yo conocía desde la juventud. Entonces no trabajo generalmente escribiendo una historia y luego pensando cómo esa historia se lleva a la pantalla, sino que son diferentes elementos que se van acumulando y en un momento trato de que todos encajen y se conviertan en un objeto más o menos bello.

- Entonces, una vez que derivó hacia el terror, ¿qué claves manejó para salirse de las estrechas estructuras del cine de sustos?
Primero he de decir que soy bastante fanático del género desde siempre, pero hay algunas películas de terror, a diferencias de otro tipo de películas, que ponen el elemento imaginativo en lo visual, tratando de buscar imágenes nuevas que conmuevan al espectador. Nosotros tratamos de que el elemento gore o un poco más explícito estuviera compensado con otros momentos más de contemplación, con otro tipo de belleza, otro tipo de emoción. Que no fuera una película cruel o que trabajara sobre la tortura, sino que fueran elementos que contrastaran con otros elementos. Sabíamos que era tanto una película de terror como una historia de amor. Entonces no debíamos perder nunca de vista que la imagen y el sonido también debían reflejar que se trataba de una historia de amor, que no podía ir solo en una dirección. Pero si que valoro esa capacidad del cine de terror de generar imágenes nuevas en un mundo en el que estamos, cada vez más, rodeados de imágenes y con la mayor capacidad para registrarlas técnicamente, estamos como atontados de imágenes. Le corresponde al cine seguir tratando de encontrar nuevas formas de que la imagen y el sonido todavía nos puedan emocionar desde un lugar que no esperábamos.

- Hay también una reflexión sobre el poder de la mente...
Uno de los temas de la película es la locura. Y como una locura puede, a la vez, establecer un discurso, que no es solamente algo que está corrido de lugar y que, como sociedad, hemos acostumbrado a dejar de lado, a normalizar, a encontrar la medicina justa para que siga siendo una persona productiva que pueda habitar en el mundo, etc... Entonces sí, creo que hay un trabajo sobre la cabeza en general, tanto visual como conceptualmente, sobre las ideas, sobre la mente, sobre la palabra, que son elementos fundamentales en la película. Creo que porque estos hombres, los personajes masculinos, andan un poco dormidos por la vida, que les interesa tanto buscar esas cabezas de mujeres que seguramente tengan algo de lo que ellos carecen.

- Pero también huye de aportar moralejas o mensajes claros...
Mientras busquen y busquen, pero no encuentren, está bien. Creo que la película intenta abrir ciertas puertas para que cada uno pueda encontrarle su propio significado de acuerdo con sus ideas, sus pensamientos, lo que haya sentido durante la película. Personalmente buscábamos eso, y creo que las personas que se han acercado a hablarme de la película lo han hecho de maneras muy diferentes, que les gustó de la película, que les emocionó… y eso creo que es bueno. Intentamos que la película no trabajara la metáfora o la alegoría directa, sino más bien que fuera una composición de elementos que te den cierta emoción y cierta capacidad de reflexionar sobre algunas cosas.

- Como los thrillers tradicionales, su personaje principal es un policía, con algunos particularidades.
La película está un poco corrida del realismo, entonces no me interesaba retratar un mundo de como habla un oficial de policía hoy, creo que hay otras películas que lo hacen mejor y que se proponen eso. Acá los diálogos estaban al servicio de una construcción general, y también era la posibilidad de trabajar personajes masculinos que, si bien, la película cuestiona un poco ciertas formas de masculinidad, encontrar personajes masculinos que también fueran atractivos. Y eso nos alejaba de la posibilidad de que fuera una película que bajara una línea moral fuerte.

- ¿Le preocupa llegar al público?
Bueno si, hay gente más afín a ciertas imágenes, a ciertas emociones, y espero que esa gente se acerque, pero intuyo que también, tapándose a veces los ojos, es una película para que la pueda ver mucha gente. Ojalá. Si el mercado lo permite, cosa que es difícil, vamos a ver.

- ¿Le costó financiar la película?
Estos proyectos que, básicamente, no tienen actores muy populares, tanto de cine o de la televisión, cuesta armarlas. Son películas que pertenecen a otro tiempo también, donde todo cine podía existir. Hoy parece reducirse cada vez más a ciertas formulas que son las que parecen funcionar comercialmente. Incluso las políticas públicas, muchas veces uno siente que se están reduciendo a intentar generar industria, generar dinero, y olvidarse un poco de que el cine, su principal batalla, es seguir siendo un arte. 

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