Vuelve el cine gris a San Sebastián con "Get low" y "Hadewijch"
- por © Patricia Sanmartín G. (S.S.)-NOTICINE.com
Entre el gris y el negro, a tono con el cielo donostiarra de estos últimos días, se desarrolló este martes una nueva jornada competitiva del Festival de San Sebastián, con el film independiente norteamericano "Get low", en el que sobresale su reparto, encabezado por el hace seis años premiado con el Donostia Robert Duvall, y el francés "Hadewijch", de Bruno Dumont... donde no sobresale nada, sólo en todo caso sale el espectador, huyendo. Ambas cintas fueron estrenadas previamente en Toronto, como casi todas las extranjeras del concurso.
Es de sobra sabido que -a pesar de que su cinta está bastante lejos de ser redonda- el polifacético y veterano Robert Duvall es un fabuloso actor, y lo sigue demostrando en esta interpretación de un ermitaño con fama de ogro en el pueblo que vive, apartado de todos en un bosque, con un mula de fuerte personalidad y un letrero a la entrada de su propiedad advirtiendo a todos de que se alejen.
El mismo Felix Bush (Duvall) se condenó y castigó a sí mismo hace 40 años a esa soledad y la ignorancia (madre de supersticiones y miedos) engendró todo tipo de leyendas espantosas sobre el anciano, pues siempre resulta fácil creer y suponer lo peor de lo que desconocemos. Sintiendo la muerte acercarse, este personaje que -envuelto en la leyenda- existió en Tennessee en los años 30, decide contratar a la funeraria del pueblo para que le organice una fiesta de funeral, pero en vida, invitando a todo aquel que tuviera una historia que contar sobre el temido solitario.
la rueda de prensa rebosó de divertidas anécdotas. Le preguntaron qué provocaba en él el hecho de que su personaje se apellide Bush, y contestó -a pesar de su conocida simpatía republicana y conservadora- "pues como si dijeran Franco".
para construir el personaje de este hermitaño sureño y interpretarlo con tanta naturalidad, buscó su inspiración en sus propios recuerdos familiares, precisamente en su padre. El debutante director Aaron Schneider y todo el equipo del rodaje se pusieron al servicio de Duvall, para dar vida a esta historia de amor, culpabilidad, redención y perdón. Esa es la trayectoria del personaje, enamorarse de una mujer casada, sentirse culpable por no conseguir salvarla de la ira de su marido y de las llamas, castigarse él mismo por ello aislándose del mundo durante 40 años, pedir perdón por ello y morir en paz para reencontrarse con su amada en la otra vida. Como en "Cumbres borrascosas", el fantasma de su amada, le espera en el camino...
A Duvall le ha encantado trabajar con un joven director, según dice para alejar lo más posible su vejez. Su mujer, e incluso su suegro, a quien no sabia si llamar "hijo", son mucho mas jóvenes que él, declaró con su gran sentido del humor.
Otro destacado actor del film, que no pudo venir a Donostia, es Bill Murray, en el papel del enterrador, cuya función en la historia es desdramatizar la situación.
Por su parte, ha resultado un verdadero calvario asistir a la proyección de la película francesa "Hadewijch". Algunos renunciaron al martirio evitando la muerte por aburrimiento, saliendo de la sala antes de que acabara la penitencia que ha sido llegar hasta el final.
Despropósito con el objetivo quizás de ratificarnos en lo ya sabemos, que el fanatismo religioso es un cáncer de la historia y que los extremos se tocan, la cinta del autor de "L'humanité" narra el encuentro entre dos personajes de radical religiosidad, ella católica, hija de un ministro, y él islámico. A Céline (Julie Sokolowski) la han expulsado de un convento por excederse en su devoción (!) y el musulmán Yassine la quiere conducir por el recto camino del paraíso islámico poniendo una bomba. Hay bastante tensión sexual reprimida en ambos personajes, como si Dumont quisiera dejar el mensaje de que si se practicara más el sexo el mundo sería menos violento y más equilibrado.
Paradójicamente, a pesar de lo aburrida e incongruente que resultó su película, la rueda de prensa del cineasta francés fue muy interesante. Dumont revindicó el derecho a la lentitud en el cine, y así darle el tiempo de la reflexión al público. Pretendía que éste reflexionara sobre la belleza del amor de Dios, que mal canalizada, puede llevar a actos terroristas, analizar qué proceso psicológico conduce a una o un fanático a derramar sangre en nombre de Dios, que supuestamente debería ser sólo amor.
Afirmo que esta es sin duda, su película más erótica, pues nada quema más que el hielo.
Es de sobra sabido que -a pesar de que su cinta está bastante lejos de ser redonda- el polifacético y veterano Robert Duvall es un fabuloso actor, y lo sigue demostrando en esta interpretación de un ermitaño con fama de ogro en el pueblo que vive, apartado de todos en un bosque, con un mula de fuerte personalidad y un letrero a la entrada de su propiedad advirtiendo a todos de que se alejen.
El mismo Felix Bush (Duvall) se condenó y castigó a sí mismo hace 40 años a esa soledad y la ignorancia (madre de supersticiones y miedos) engendró todo tipo de leyendas espantosas sobre el anciano, pues siempre resulta fácil creer y suponer lo peor de lo que desconocemos. Sintiendo la muerte acercarse, este personaje que -envuelto en la leyenda- existió en Tennessee en los años 30, decide contratar a la funeraria del pueblo para que le organice una fiesta de funeral, pero en vida, invitando a todo aquel que tuviera una historia que contar sobre el temido solitario.
la rueda de prensa rebosó de divertidas anécdotas. Le preguntaron qué provocaba en él el hecho de que su personaje se apellide Bush, y contestó -a pesar de su conocida simpatía republicana y conservadora- "pues como si dijeran Franco".
para construir el personaje de este hermitaño sureño y interpretarlo con tanta naturalidad, buscó su inspiración en sus propios recuerdos familiares, precisamente en su padre. El debutante director Aaron Schneider y todo el equipo del rodaje se pusieron al servicio de Duvall, para dar vida a esta historia de amor, culpabilidad, redención y perdón. Esa es la trayectoria del personaje, enamorarse de una mujer casada, sentirse culpable por no conseguir salvarla de la ira de su marido y de las llamas, castigarse él mismo por ello aislándose del mundo durante 40 años, pedir perdón por ello y morir en paz para reencontrarse con su amada en la otra vida. Como en "Cumbres borrascosas", el fantasma de su amada, le espera en el camino...
A Duvall le ha encantado trabajar con un joven director, según dice para alejar lo más posible su vejez. Su mujer, e incluso su suegro, a quien no sabia si llamar "hijo", son mucho mas jóvenes que él, declaró con su gran sentido del humor.
Otro destacado actor del film, que no pudo venir a Donostia, es Bill Murray, en el papel del enterrador, cuya función en la historia es desdramatizar la situación.
Por su parte, ha resultado un verdadero calvario asistir a la proyección de la película francesa "Hadewijch". Algunos renunciaron al martirio evitando la muerte por aburrimiento, saliendo de la sala antes de que acabara la penitencia que ha sido llegar hasta el final.
Despropósito con el objetivo quizás de ratificarnos en lo ya sabemos, que el fanatismo religioso es un cáncer de la historia y que los extremos se tocan, la cinta del autor de "L'humanité" narra el encuentro entre dos personajes de radical religiosidad, ella católica, hija de un ministro, y él islámico. A Céline (Julie Sokolowski) la han expulsado de un convento por excederse en su devoción (!) y el musulmán Yassine la quiere conducir por el recto camino del paraíso islámico poniendo una bomba. Hay bastante tensión sexual reprimida en ambos personajes, como si Dumont quisiera dejar el mensaje de que si se practicara más el sexo el mundo sería menos violento y más equilibrado.
Paradójicamente, a pesar de lo aburrida e incongruente que resultó su película, la rueda de prensa del cineasta francés fue muy interesante. Dumont revindicó el derecho a la lentitud en el cine, y así darle el tiempo de la reflexión al público. Pretendía que éste reflexionara sobre la belleza del amor de Dios, que mal canalizada, puede llevar a actos terroristas, analizar qué proceso psicológico conduce a una o un fanático a derramar sangre en nombre de Dios, que supuestamente debería ser sólo amor.
Afirmo que esta es sin duda, su película más erótica, pues nada quema más que el hielo.