Homosexualidad e Islam: Jornada de interesantes atrevimientos en la Berlinale

por © E.E. (Berlín)-NOTICINE.com
Julianne Moore, en Berlín (Reuters)
Julianne Moore, en Berlín (Reuters)
Tras un par de jornadas más bien opacas, parece que este miércoles entró algo de luz al festival berlinés con un film independiente americano, "The kids are all right" (Los chicos están bien), como varios otros este año llegado de Sundance y fuera de concurso, sobre una familia sustentada por una pareja de lesbianas (Annette Bening y Julianne Moore), y "Shahada" (La fe), producción alemana de un afgano de segunda generación que reflexiona agudamente sobre lo que significa ser musulmán en una sociedad laica y occidental como la alemana. El día se completó con una cinta rusa, "Kak ya provel etim letom" (Cómo terminé este verano), cuya acción se desarrolla en tierras (más bien nieves) árticas.

Por fin "glamour" de primera división con Julianne Moore, que vuelve a demostrar que aparte de innegable talento, tiene olfato o suerte o ambas cosas a la vez, a la hora de seleccionar personajes de lo más diverso y trascendente. En "The kids are all right", coproducción norteamericano-francesa dirigida por Lisa Cholodenko ("La calle de las tentaciones / Laurel Canyon"), es la parte digamos más femenina de una pareja de lesbianas, que vive junto a sus dos hijos, concebidos por inseminación artificial. Como ya han crecido y a pesar de conformar una familia de lo más integrada, los chicos piden conocer a su padre biológico, lo localizan y éste resulta ser Mark Ruffalo, quien años atrás donó semen pour unos pocos billetes. La irrupción de este nuevo personaje en el grupo provocará cuestionamientos y conflictos no deseados.

Aquí en Berlín sin su otra mitad en la ficción, Moore ha dicho que en su opinión la película funciona en independencia del sexo de los integrantes de la pareja "porque ya la veo como el retrato de una familia, que se enfrenta al hecho de haber sobrevivido largos años, es decir que explora cómo funciona una relación de pareja que convive en el mundo real, algo no habitual en el cine".

Por este motivo, la actriz cuatro veces nominada al Oscar aceptó el papel, que espera ayude a que la película haga reflexionar a los espectadores: "ya que realmente creo que una familia es la gente a la que quieres, con la que pasas tu tiempo, y no importa si son dos padres o dos madres, sólo si te quieren y te cuidan".

En lo que a la competencia se refiere, doble ración de cine europeo, con especial interés en el caso de la alemana "Shahada", del novel Burhan Qurbani, nacido en el país anfitrión del festival pero descendiente de padres emigrados hace pocas décadas desde Afganistán, y obviamente integrados en su país de adopción, aunque tanto ellos como Burham se siguen considerando musulmanes. En realidad, el concepto religioso está en la base de esta cinta con diferentes personajes, en cuanto a sexo, condición social y origen geográfico, cuyo nexo común es formar parte de la comunidad musulmana, pero ojo, no en un país teocrático o donde el islam se ha convertido en ideología, sino en una de nuestras sociedades laicas occidentales, como en este caso la alemana.

Y obviamente la imagen de esos musulmanes se aleja bastante del pensamiento dominante sobre un Islam monolítico, cerrado en sí mismo y desde nuestra óptica reaccionario. Por contra, "Shahada" (y de ahí que algunos críticos no acabaran de asimilarla como "real") habla de unos musulmanes que -un Imán incluido- son tolerantes ante un embarazo no deseado o la homosexualidad. Qurbani ha confesado que ha aportado ciertas dosis de "esperanzada fantasía", y que su líder religioso de la película "es el que yo quisiera tener en una mezquita ideal", pero también ha subrayado que esos protagonistas de su película, una joven liberal, un emigrante balcánico y otro africano son integrantes del Islam moderno que convive con los demás credos en las ciudades occidentales, y que de ellos no se suele hablar, sólo de los que ponen bombas o se inmolan. Tiene razón el joven cineasta, a quien probablemente tampoco se le escapa que sus personajes -el Imán incluido- lo pasarían realmente mal en algunos de esos países islámicos de los que se habla con frecuencia, e incluso pagarían con la vida sus "aperturas de miras".

La segunda cinta en la pugna por el Oso de Oro de este miércoles ha sido la rusa "Kak ya provel etim letom", de Alexei Popogrebsky, historia bastante claustrofóbica -aunque se desarrolle en parte al aire -gélido- libre, con dos únicos personajes, un joven recién graduado y un veterano investigador, que comparten un centro científico en una remota isla del Océano Artico, muy activo antaño en tiempos de la Unión Soviética, pero ahora atendido por este maduro meteorólogo y una especie de "becario" torpe. En los hombros de este joven recaerá una inesperada responsabilidad, recibe un mensaje para su colega que le habla de trágicas noticias familiares, pero conociendo su mal humor prefiere no dárselo para evitar un ataque de ira. Así que se lo guarda en espera de una pronta llegada del barco que les devolverá a la civilización. El problema surge cuando éste se retrasa...

El punto de partida de Popogrebsky es atractivo, pero alargarlo durante un poco más de dos horas resulta a todas luces excesivo, y este problema de la medida y de la obsesión de algunos cineastas en seguir haciendo el mismo tipo de cine de autor que gustaba hace medio siglo, se está dando en varias de las cintas presentadas este año en la Berlinale. El público que va al cine (no el de los festivales) ha cambiado y exige una reformulación sobre todo estética del cine con exigencias de calidad que se quiere desmarcar del comercial y vacuo, sin por ello ser dificil de digerir.