Pawel Pawlikovski, a concurso en Gijón con "Ida": "El principio del arte es lograr el orden a partir del caos"

por © Cristina F. Fimia (Gijón)-NOTICINE.com
Pawel Pawlikovski
Pawel Pawlikovski ha acudido al Festival Internacional de Cine de Gijón, un mes después de ganar con ella el Festival de Londres, para presentar su última película, “Ida”, la historia de una joven monja novicia en la Polonia de los años sesenta. El cineasta regresa a España y a este certamen donde ya fue reconocido, con esta cinta intimista, rodada en blanco y negro y con una debutante como protagonista, Agata Trzebuchowska. “Yo concibo las películas como un medio muy físico, un medio donde el lenguaje corporal tiene una gran importancia. Imagino las películas casi como cine mudo”, declara el director polaco residente en Gran Bretaña, en entrevista exclusiva con NOTICINE.com.

- ¿Cómo surge la idea de realizar esta película?
Surge de muchas fuentes distintas. Tengo constantemente cosas dando vueltas en la cabeza, por ejemplo, quería utilizar un personaje como este, alguien que ha sido muy fanático y de repente, se convierte en ser humano. Es una persona complicada, compleja, conflictiva. Me gusta mucho el personaje igual que me gustaba mucho la idea de hacer algo con un personaje religioso, una monja católica y ver cómo podía cambiar su identidad. Ello me llevó a preguntarme “¿en qué consiste la identidad?” ¿Es la sangre que nos corre por las venas? ¿Es la imaginación la que ocntrola nuestra identidad? Hay muchos elementos complejos en esa pregunta. Además, quería hcer una película de Polonia, pero no de la Polonia actual, porque no la tengo tan controlada, sino de la Polonia de los años sesenta, aquella que yo viví y que recuerdo. Quería recrear Polonia desde una perspectiva nostálgica. Ése es el mundo al que yo llegué, el primero que vi y tengo recuerdos mucho má vivos de aquella época que de épocas posteriores. Hay toda una serie de conceptos de entonces a los que reaccioné sin filtro. Tengo en la cabeza sonidos, imágenes, tipos humanos... Muchos motivos para querer hacer esta película, incluso los recuerdos de la infancia; también es importante la música, quería incluir en mis films, alguna de las canciones de John Coltrane que me gusta mucho. Son solo algunas de las muchas fuentes de las que surge la cinta. Buscaba crear dentro de este caos algo que tuviera orden, que fuera coherente, que tuviera sentido y las piezas pudiesen encajar para dar lugar a una historia, que tuviera coherencia musical, visual... Yo creo que ese es el principio del arte: lograr el orden a partir del caos. Para ello, necesitas que el caos exista primero para que luego la forma final de lo que estás creando sea interesante.

- ¿Por qué una cinta en blanco y negro?
Porque así es como recuerdo esa época, porque son los colores que se corresponden con mis recuerdos de la época en que está ambientada la película. De manera natural, me salió pues filmar en blanco y negro. Además, quería oferecer una visión algo abstracta, alejarme de lo superfluo y centrarme únicamente en una serie de detalles, sin que hubiese distracciones. Y el blanco y negro ayuda a eso.

- ¿Y en cuanto al formato 4:3?
Ocurre lo mismo, el 4:3 te permite mostrar solo aquellos elementos que te interesan. Y es que el principio básico de la película es la autolimitación: limitar el número de elementos, de atrezzo, la cantidad de información, el sonido... Limitar todo a lo esencial, sugerir más.

- En la película tienen gran importancia los silencios. ¿Ha sido complicado plasmar este hecho en el guión? ¿Y de cara a la interpretación de las actrices?
La verdad es que yo concibo las películas como un medio muy físico, un medio donde el lenguaje corporal tiene una gran importancia. Imagino las películas casi como cine mudo. No digo que yo haga cine mudo, pero sí creo que un film debería poder entenderse sin necesidad de que hubiese diálogos, contar una historia. Los diálogos son un elemento adicional que está muy bien, pero no pueden ser la base de la película. Al menos, no en mi caso. Luego, veo películas como las de Erik Rohmer y tienen mucho diálogo y me encantan, adoro sus cintas. Pero yo creo que las mías tienen que funcionar gracias a los silencios. Además, si tienes muchas secuencias silenciosas, cuando hay un diálogo adquiere más importancia, más fuerza, llega más. Cada frase es más memorable; necesitas tener un buen diálogo, eso sí. No debe dar demasiada información, sino ir directo al grano o así lo veo yo. Me gusta rodar así; también es cierto que veo una película de Tarantino cargada de diálogo y me encanta, pero no es esa mi forma de trabajar. En cuanto a las actrices, no tuvieron ningún problema. Muchas veces, a los actores les gusta tener diálogo para trabajar, pero no es necesario para actuar y creo que eso se nota en la película. Muestro imágenes que son las que utilicé para concebir la historia. La imagen es por tanto, tan importante como el diálogo para mostrar lo que yo quería contar. La verdad es que en ocasiones, incluso he eliminado diálogo entre toma y toma porque me parecía que sobraba. Igual me pasa con el decorado; a lo mejor veía una lámpara y me sobraba, pues la quitaba. Lo mismo con los diálogos, a veces he añadido algo que se me ocurría, pero por lo general el proceso es de ajuste, de ir eliminando diálogo para que quede mejor. Además, hay que tener otra cosa en cuenta y es que si tienes mucho silencio en la película, cuando aparece la música se convierte en un gran acontecimiento. Aparece como un personaje más que cobra relevancia y que no es una especie de sirope dulce que lo envuelve todo.

- ¿Fue complicado encontrar a la actriz principal (Agata Trzebuchowska)?

Sí, muy complicado. Estuve haciendo audiciones a muchas estudiantes de arte dramático y no me convencían nada. Al final, encontré a la protagonista en una cafetería. No había actuado nunca antes, no quiere volver a actuar. Pero cuando la vi en la cafetería pensé que tenía una personalidad intersante. Cuando hicimos la prueba, transmitía seriedad e intensidad y eso me gustó mucho. Además, tiene una característica que me encantó: no es nada histriónica, tiene una cara muy seria y me parecía muy interesante de cara a interpretar a una mujer que había crecido al margen de la sociedad y que no había ido adquiriendo algunas de las expresiones que tenemos el resto. Además, el personaje es muy profundo y ella tiene mucha personalidad y es muy lista y eso lo conjuga con un rostro aniñado casi infantil. Encima, ella es atea convencida, pero se toma su ateismo con tal seriedad que es casi más religiosa que gente religiosa, que dice que siempre ha querido ser monja pero lo dicen de boquilla. Tiene más principios siendo atea que otras siendo religiosas.

- ¿Qué proyectos tiene entre manos?
Prefiero no hablar de ello. Tengo tres cosas en marcha y ya veremos cuál alcanza a la masa crítica.