El cine francés se extiende a provincias

por © Frank Padrón (Cuba)-NOTICINE.com
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Exilio30-III-05

Al despedirse de la capital, tras un largo periplo en el que ocupó seis importantes y concurridas salas, el Festival de cine francés en Cuba inicia su etapa en el resto del país, con una selección de varios de sus títulos, lo cual se extenderá, de modo alternativo, hasta el 15 de abril, a Pinar del Río, Villa Clara, Cienfuegos, Holguín, Camaguey, Santiago de Cuba y Guantánamo.

Un análisis de la representativa muestra que nos informó con vastedad de las más importantes tendencias del cine galo contemporáneo, arroja resultados alentadores: con propiedad puede afirmarse que cuentan allí con historias, traducidas en guiones y ulteriores puestas en pantalla, mucho más imaginativas y complejas que las que generalmente pueblan las carpetas hollywoodienses.

Tanto en comedias como dramas, o ese término medio que conforma “la media” (valga la aparente redundancia), tanto en obras más experimentales como en otras más abocadas a tratamientos fílmicos tradicionales, el cine francés detenta una dignidad en sus productos que lo hacen más que respetable a todos los niveles.

En esta última etapa pudieron verse piezas excelentes, junto a otras sólo discretas, sin descontar algún que otro traspié. En el último grupo debiera ubicarse un título como “Exilio”, de Tony Gatlif, quien con premio al mejor director en Cannes y todo, no puede evitar dispersión e incoherencia a la hora de seguir el trayecto de una pareja que atraviesa Francia y España para llegar a Argelia y conocer la tierra de sus ancestros. Si bien la música (que obtuvo un César), la ambientación y el montaje merecen elogios, la cinta queda a medio camino entre un convencional road movie y un estudio de caracteres y ambientes.

En el otro extremo, “La flor del mal”, del veterano Claude Chabrol, resultó una inteligente asimilación del noir, el cine clase B y el sico-thriller para sondear las reminiscencias y los fantasmas que pesan en una familia aparentemente jovial y bien llevada sobre la que pesa un destino trágico. Las actuaciones de Benoit Magimel, Melanie Doutey y una espléndida Natalie Baye, figuran entre lo mejor de este dramazo que hace volver a Chabrol por sus fueros.

Entre las comedias puras descuella “Los locos defensores de la ley”, del especialista en el género Claude Zidi (autor de aquellas inolvidables películas del “rubio alto” con Pierre Richard); divertida farsa sobre policías corruptos con un Philippe Noiret sencillamente admirable. Quizá exagerado su César al mejor filme del año, pero la agilidad de su narración, lo chispeante de sus diálogos y su nivel actoral, bien lo justifican.

Otra de ese tipo, aunque más intelectual, es la comedia coral “Besen a quien quieran”, de Michel Blaine, que con justicia obtuvo en los premios al cine francés lauros para dos de sus notables intérpretes (Denis Podalydés y Gaspar Ulliel) aunque todo el mundo está bien en este plato fuerte que habla de parejas disparejas, apariencias que engañan y que no, intereses creados y cotidianas tragedias. Excelente pulso mostró el también guionista al adaptar una novela y poner sobre el tapete tantos casos, sin embargo, admirablemente resueltos a nivel de puesta en pantalla, sin atropellos, sin que se extravíe el interés del público por un momento.

“Dos hermanos”, permite a Jean Jacques Annaud (“El oso”) retomar una de sus pasiones: la fauna salvaje en contacto directo con el ser humano, a veces más incomprensivo e irracional que las propias fieras, mediante la historia de dos cachorros de tigre separados en su infancia y reencontrados de adultos; historia de tintes un tanto rosados, pero bien resuelta a nivel de guión y con un trabajo irreprochable con los animales.

“Lo que dice Lila”, de Ziad Doueri, suerte de “Lolita” contemporánea y en el contexto de las relaciones franco-marroquí, se basó en el famoso “Libro de Chimo”, de aquel analfabeto que deslumbró a Francia con una novela admirable: cinta de erotismo platónico, sui generis, más novelesco que real, del eterno choque entre realidad y fantasía, se trata de una delicada pieza donde director y actores se mueven con cuidado y fineza en torno a un espinoso tema, o a varios, sin tenemos en cuenta las interesantes subtramas que pulsa el film.

Por último, “Clasificación X”, de Mark Daniels, coproducción entre Francia, Reino Unido y Estados Unidos, es un excelente documental sobre el tratamiento racista dado a lo largo del cine norteamericano al negro. Información de primera mano, rigor en el análisis, ágil montaje y sobria conducción del guionista, Melvin Van Peebles, lo convierten en una obra madura, seria, con la que hay que contar para cualquier ensayo profundo sobre el tema.

La Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica afiliada a la FIPRESCI, otorgó su premio al filme “Salvoconducto”, del respetado Bertrand Tavernier, ya comentado en nuestro primer trabajo sobre el cine francés, para el cual auguramos mucho éxito en su recorrido por varias ciudades de Cuba.