Colaboración: Viviendo entre fantasmas, el cine de casas embrujadas

'La casa muda', fantasmas uruguayos
'La casa muda', fantasmas uruguayos
Por Lorena Loeza

La creencia en casas y lugares encantados es antigua, y tiene su origen en distintas tradiciones culturales de todo el mundo. La idea de que los espíritus, las personas, los sucesos trágicos o desgraciados dejan su esencia entre las paredes de las casas habitadas, no es más que una manera de representar nuestro anhelo de trascendencia. Nuestros odios, amores, tragedias y desventuras, no pueden agotarse en lo que dura una vida. Las pasiones al igual que nuestros caprichos deberían dar cuenta de nuestra existencia aún después de la muerte. Es así que el cine de casas embrujadas tiene bastante aceptación entre el público, siendo el ejemplo más reciente de ello la uruguaya "La casa muda", actualmente en cartelera en México.


En general, casi todas las películas sobre el tema algo le deben a la novela “Otra Vuelta de tuerca” (A turn of a screw) de Henry James. De hecho, suman 18 las veces que la historia ha sido llevada al cine, la primera en 1957 y la última en 2009, en un filme para la BBC de Londres. No en todos los casos ha llevado el título original, pero la historia es fácilmente reconocible. De hecho influye de manera evidente en directores como Alejandro Amenábar para realizar “Los otros” y Carlos Enrique Taboada en “El libro de Piedra.”   

La historia narra la experiencia de una joven institutriz que llega a una enorme mansión victoriana a cuidar a dos pequeños niños que viven con su tío. La institutriz anterior muere en circunstancias misteriosas, en medio de la historia de su fogoso romance con otro empleado de la enorme mansión. Poco a poco la nueva institutriz nota cambios de conducta en los pequeños, que parecen poseídos por el alma de los fallecidos. La casa se convierte en el circuito cerrado donde se duda hasta de la propia cordura, ya que los fantasmas parecen suspendidos solo en el aquí y ahora, confinados a las paredes de la enorme mansión.   

Amenábar toma de esta historia para “Los otros” el confinamiento en una oscura casa, donde no se sabe dónde empieza lo sobrenatural y dónde el delirio de una madre atormentada que ya no distingue a los vivos de la muertos.   

Taboada por su parte, en la cinta “El libro del piedra” reproduce la idea de la llegada de una institutriz como el factor que detona la trama en otra historia donde una niña solitaria convive con el espíritu de un niño, que en vida fuera hijo de un brujo y ahora está condenado a resguardar un libro de hechizos, en forma de estatua de piedra.   

Sin embargo el cine contemporáneo de casa embrujadas también admite influencia de otra cinta importante para el género: “House on haunted hill”, (W.Castle 1959). La cinta explora el terror en un ambiente cerrado, donde se reta a los protagonistas a pasar una noche en la casa para recibir una cuantiosa fortuna. Ninguno sabe que la casa fue un hospital para enfermos mentales y que los atormentados espíritus moran todavía en la casa buscando alivio a tanto dolor. Estelarizada por Vincent Price en su versión original, la cinta da origen a un malogrado remake en 1999, dirigido por William Malone y protagonizada por Geoffrey Rush, sin lograr recuperar la importancia de la cinta para las nuevas generaciones.   

Sin embargo, las historias de fantasmas atrapados en cuatro paredes, encontrarían en los setentas y ochentas la manera de reinventarse en una premisa que sería ampliamente explotada por el cine del género por dos décadas.   

En general las películas que entran dentro de esta otra categoría, parten de la sencilla de premisa de una familia en un nuevo comienzo, que llega a una casa de la cual no conoce su historia anterior. Pero el secreto del éxito no radica solamente en generar empatía con el espectador, presentándole un caso terrorífico en ambientes contemporáneos. El gancho definitivo es anunciarlo como basado en una historia real. Y la verdad es que este punto es altamente discutible, porque al final, nada puede ser probado a suficiencia, y en realidad las películas deberían anunciarse como basadas en supersticiones reales.   

El caso más relevante es “El horror de Amytiville” (S. Rosenberg, 1979). Basado en un libro escrito por la periodista Jay Anston, recogiendo el testimonio de la familia Lutz y sus experiencias sobrenaturales en una vieja casa del condado de Amytiville. Los aludidos relataban su terrorífica experiencia en una casa que estaba aparentemente poseída por una presencia demoníaca que se apodera del padre de familia de forma por demás aterradora. La experiencia incluye una invasión de moscas, sangre en las paredes, golpes gritos y gemidos entre otras escalofriantes situaciones. El éxito de la película obliga a hacer otras siete películas, cada vez más malas, cada vez más alejadas de la historia original, y por supuesto, cada vez menos convincentes, que agotaron la fòrmulas hasta el hastío.   

Pero el caso no termina ahí. Los cuestionamientos de la prensa a los protagonistas verdaderos los hizo caer en diversas contradicciones, lo que hizo suponer que todo habría sido un fraude. De hecho se alegó que los Lutz habrían sido influenciados por la historia de los moradores anteriores, la familia Defeo, victimada por su propio hijo, a quien se defendió alegando posesión demoníaca. Peor aún, los Lutz habrían pretendido ganar notoriedad explotando la sórdida historia de los Defeo.   

Sin embargo, la fórmula estaba probada y elementos de ella se usarían para la construcción de muchos filmes subsecuentes. Incluso “Poltergeist” (T. Hooper, 1982) se construye de manera muy similar, incluyendo el pasado del vecindario enclavado en un antiguo cementerio indio, que se considera el origen de los sucesos sobrenaturales en “El horror de Amytiville”   

Lo rentable del asunto se verifica cuando en los años recientes, los estudios siguen filmando este tipo de historias, con buen nivel de inversión en reparto y efectos especiales. Uno de los casos de hechura digna en este rubro es “Extrañas apariciones”(The Haunting in Conneticut, P. Cornwell, 2009) que cuenta la “verídica” historia de una familia que sufre una aterradora experiencia en una casa que antes fue funeraria y centro de sesiones espiritistas.   

Pero a pesar de que Hollywood parece tener acaparado el tema, hay casos de la industria en otras latitudes que han refrescado un poco la propuesta, añadiendo algunos elementos nuevos. Tal es el caso del cine japonés con La maldición (Ju-On, T Shimizu 2003) que incluso tuvo un remake norteamericano, realizado por el mismo director, pero con inversión norteamericana en la producción. Ju-On empieza advirtiendo que la angustia y la rabia no perecen, sino que impregnan los espacios, haciendo que los espíritus atormentados se vuelvan rabiosamente vengativos. La novedad estriba en los mecanismos para generar terror, muchos de ellos muy novedosos para el público occidental. Sin embargo, lo que parece verdaderamente interesante es ver el relato de una cas embrujada bajo una idea sobre la vida y la muerte, que no procede de las religiones judeo cristianas. Sin cielo, infierno, exorcismos y sacerdotes y pastores, la rabia está condenada a fluir eternamente sin que su odio maligno pueda ser detenido. Esta idea además resulta altamente efectiva para poder filmar secuelas hasta que la fórmula canse o se agote, un asunto nada despreciable si de hacer cine taquillero se trata.   

Otro buen ejemplo de cómo puede revitalizarse el género es “La Casa Muda” (G. Hernández, 2009) que actualmente se exhibe en carteleras mexicanas. La historia gira en torno a un misterioso y brutal asesinato ocurrido en Uruguay en una casa de campo en los años 40. Los cuerpos mutilados de dos personas fueron encontrados junto a algunas fotografías perturbadoras, sin saber nunca – hasta hoy- quien fue el asesino.   

La película comienza con la llegada de una chica y su padre a una casa clausurada, oscura e incomunicada. Todo filmado en una sola toma, somos testigos de las cosas extrañas que comienzan a ocurrir en esta casa, sin que medie explicación previa. De pronto el terror comienza, la atmósfera te asfixia y esperas que las respuestas lleguen para entender lo que está pasando. La película como experiencia, cumple su cometido. Peturba, confunde y asusta. Constituye un interesante y creativo experimento ya que las dificultades técnicas para filmar en una sola toma, en completa oscuridad y sin montaje, cortes u otros artilugios no debieron ser sencillas.   

Pero al final, el asunto es simple y nos remite al mismo asunto que todas las películas mencionadas y otras tantas que no incluí en esta apretada mirada. Casas que guardan los penosos secretos de sus moradores. Fantasmas presentados como espíritus atormentados, condenados a repetir tras la muerte, las obsesiones que les torturaron en vida. Un panorama que asusta, pero que también encierra una profunda y aterradora revelación: hay quien no necesita morirse para vivir atormentado por su pasado, sus pasiones, su tristeza y amores desventurados.   

La carga de nuestras decisiones puede hacernos parecer un espíritu violento y atormentado, atrapado en las cuatro paredes de su morada. El espanto de uno mismo, lo parecidas que son las historias de los muertos a la vida misma, es lo que realmente aterroriza de estas películas. ¿Te has preguntado alguna vez si hay fantasmas en tu casa? Tal vez vivas con uno y no lo sepas. O peor aún, tal vez no quieras prestarle atención cuando se te aparece de pronto por las mañanas en el espejo.

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