Entrevista con Michael Rowe, director de "Año bisiesto": "La película describe la relación de poder entre un hombre y una mujer"

'Año bisiesto'
'Año bisiesto'


Luego de desarrollar una carrera como dramaturgo, el australiano afincado en México, Michael Rowe, debutó en el largometraje con "Año bisiesto", una producción controvertida que consiguió un gran éxito en su estreno mexicano, que mereció la Cámara de Oro del Festival de Cannes en 2010. Este drama erótico llega a salas españolas el próximo 29 de abril para contar la historia de Laura, una mujer de Oaxaca que se muda al Distrito Federal, donde vive en un modesto departamento y mantiene relaciones de una noche con amantes ocasionales; pero la llegada de Arturo comenzará a despertar en ella deseos masoquistas. Un film que bajo su fachada sexual habla de la idiosincrasia de un país.

- Háblenos del origen de la película, ¿cómo nació el proyecto?
Mis estudios me encaminaban a ser guionista. Pero a los 37 años me entraron ganas de ver una de mis historias en la gran pantalla. No disponía de dinero, por lo que el presupuesto debía ser muy restringido. Quería escribir un guión con un número limitado de localizaciones y de personajes. Un día me hablaron de una mujer bastante conservadora que aceptó una relación sadomasoquista con tal de no perder a su amante. La idea me llamó la atención; y el guión llamó la atención de una joven empresa de producción. Así fue.

- ¿Cómo describiría a Arturo y a Laura?
Se trata de dos personajes bastante solitarios, encerrados en sí mismos. Pertenecen a una sociedad donde el sexo se considera más bien una actividad recreativa y no el medio para instaurar o explorar la intimidad. Sin embargo, es lo que más echan en falta, una auténtica conexión con otro ser humano.

- ¿Considera importante que Laura sea una mexicana de origen indio?
Sí. Me interesan los personajes marginales que viven y mueren fuera de los círculos de poder, y que construyen su existencia en el espacio que les dejan. Quinientos años después de la conquista española, la división socioeconómica en México sigue estrechamente ligada a la fractura racial del país. El cinco por ciento que compone la población más rica suele ser de ascendencia europea, y el setenta por ciento más pobre procede, en su conjunto, de comunidades indias. La película describe la relación de poder entre un hombre y una mujer, pero en muchos aspectos también es una metáfora acerca de la compleja dicotomía entre verdugo y víctima que, a mi entender, habita en el corazón de la identidad nacional mexicana.

- A partir de un encuentro casual de una noche, la historia de Laura y Arturo evoluciona hacia una relación amorosa violenta y dependiente. ¿Qué esperan encontrar los personajes en esta relación?
Margaret Atwood dijo: “Los que dicen no querer nada lo quieren todo”. Y así funciona Laura. Al doblegar su voluntad en beneficio de la de su amante, espera poder conservarlo para siempre. Pero entregar el poder total a alguien no significa necesariamente que sea poderoso. Arturo se lanza a la búsqueda de más sexo y más adrenalina. A medida que se mete más en la relación, le va aspirando un torbellino de deseos insatisfechos.

- Las escenas de sexo son crudas y púdicas a la vez. ¿Cómo consiguió que los actores se entregaran hasta ese punto? ¿Y cómo consiguió comunicar esa sensación al espectador?
Tenía delante de mí a dos actores extraordinarios. Implicados y concentrados al cien por cien. Ambos entendían por qué deseaba rodar la película de este modo; creían en el proyecto y estaban dispuestos a darlo todo con tal de que saliera bien. Depositaron su confianza en mí y se entregaron al ciento diez por cien. Siempre les estaré agradecido. Quería que el sexo pareciera real y, a la vez, que estuviera desprovisto de erotismo. En el cine estamos acostumbrados a ver escenas de sexo con muchos primeros planos y fundidos con música romántica de fondo. Puede que se aproxime a nuestra experiencia subjetiva de la realidad, pero si uno se sienta en un dormitorio y mira a dos personas fornicando en una cama, no tiene nada que ver. Hay sudor, gemidos, saliva… No es tan bonito de contemplar como, digamos, un ballet. Y es lo que he querido mostrar: el acto sexual en toda su crudeza, contemplado con frialdad. Los planos abiertos y la ausencia de movimientos de la cámara no tienen por objetivo borrar el romanticismo o el erotismo de la acción. Simplemente quise mostrar el acto tal como es.

- Usted es australiano, pero ¿se siente un realizador mexicano? Y como australiano, ¿ve a la sociedad mexicana de otro modo?
Me siento mexicano… Hace 16 años que vivo en México. Escribí el guión en español, con personajes mexicanos, y se ha rodado con subvenciones nacionales, con una distribuidora mexicana y un equipo totalmente mexicano. Sin embargo, soy consciente de que, desde el punto de vista del relato, mi sensibilidad se forjó en Australia. Ya escribía cuando llegué a México. Desde luego, creo que el hecho de haber nacido en otro país me aporta una cierta perspectiva de la sociedad mexicana que pocos mexicanos tienen.

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