Fernando Guzzoni, ganador en San Sebastián con "Carne de perro": "Chile se está construyendo desde la fractura"

El chileno Fernando Guzzoni logró con "Carne de perro" el premio -dotado con 90 000 euros (la mitad para el director y la otra mitad para el distribuidor en España del film- del apartado Nuevos Directores del Festival de San Sebastián, apartado que este año se ha querido potenciar. Se trata de su segundo largometraje, tras varios documentales. Con el primero, "La Colorina" (2008) ganó premios y se dio a conocer internacionalmente, lo que le permitió -según cuenta en esta entrevista exclusiva con NOTICINE.com-  con cierta facilidad realizar este nuevo trabajo.

- Cuéntenos de qué va su película.
"Carne de perro" es la historia de Alejandro, que es un extorturador de la Dictadura, pero es un hombre que no estuvo en la cúpula del poder, ni en la toma de decisiones, sino que más bien es un ejecutor, un ser bien elemental. La película narra un periodo complejo en la vida de esta personaje, es en el tiempo actual pero no hay referencias al pasado, no hay "flashbacks", y el personaje está en una especie de disociación con el entorno, de desintegración mental y ello se ve en los afectos, en al amor, en la sexualidad, en la pareja. Es un personaje en busca de una nueva identidad, un sitio en la sociedad.

- ¿De dónde le surgió la necesidad o la inspiración para hacerla?
Basicamente fue el relato de la postdictadura, lo que yo abordo. Es como una oralidad que uno va recogiendo siempre en Chile, desde que es chico, en el trabajo, la casa, la familia, los amigos... En ese sentido la película la construí a partir de la curiosidad. Ese fue mi movil. ¿Dónde están esos personajes, dónde duermen, con quién viven? A partir de esa curiosidad desarrollé una investigación que fui articulando hasta construir al personaje.

- Habrá quien piense "otra película sobre de Dictadura de Pinochet"...
No es una película sobre la Dictadura, sino sobre el presente de Chile. Lo que pasa es que el país se está construyendo desde la fractura y sin revisitar, sin reflexionar sobre este tipo de personajes que están presentes en el panorama social chileno. No estoy haciendo un ejercicio de revisionismo, sino que estoy haciendo un ejercicio vigente y de actualidad, una reflexión sobre el Chile de Hoy, un relato de la postdictadura, donde hay un montón de elementos del pasado que no se han cerrado, ni se han curado, ni tampoco se han reflexionado. Ese es el aporte de esta película en el fondo, no es una alegoría ni una demagogia sino una reflexión del presente y el futuro de la sociedad chilena.

- ¿Le resultó muy complejo encontrar financiación para esta segunda película?
Ahora, con la distancia del tiempo, podría decir que no, porque es un proyecto planteado como coproducción entre Chile, Francia y Alemania, que escribí en la Residencia de Cannes, y que consiguió muchos fondos europeos y en Chile, y se produjo de manera más o menos rápida, pero claro, con un proceso de desarrollo super intenso, que duró tres años. Fue un proyecto exitoso y no tan complejo, porque había un trabajo serio con un guión que recibió respaldos y luego fondos para la producción.

- Hábleme de su experiencia en ese programa patrocinado por el festival francés.
La Residencia de Cannes es un programa maravilloso, un privilegio. Sólo para seis directores en el mundo cada semestre. Consiste en vivir en una casa en París, con todas las comodidades  y el respaldo del festival, para uno desarrollar durante cinco o seis meses tu guión tranquilamente. Tuve un momento ideal para mi proceso escritural, algo que no es muy habitual, porque tienes que combinar la escritura con el trabajo o la vida normal, y eso siempre dificulta el proceso creativo o lo hace más aletargado. Por eso fue super util para mí. Pude concentrarme y poner el foco en mi escritura.

- Su historia requería de un actor prácticamente omnipresente, ¿le costó encontrarlo?
La verdad es que primero actores en Chile de esa generación no hay demasiados donde elegir. Ese fue el primer problema, escoger un protagonista entre pocos. No me aventuraba a trabajar con un no actor, porque el personaje tenia una exigencia actoral muy fuerte. Así que me tome un año en tomar la decisión, y antes de escribir ya me fui con el protagonista, Alejandro Goic, y creo que fue una decisión super acertada, porque hizo un gran papel. Además había una conexión super compleja pero también profunda, porque Alejandro fue torturado en el pasado y ahora hacía de torturador. Eso le dio a la película una profundidad y una contradicción super potente. Hubo una sensibilidad, una evidencia muy poderosa que quedó afortunadamente al servicio del personaje.

- ¿Y ahora qué le espera como director?
Tengo otro proyecto de ficción, que lo estoy desarrollando a través de un fondo que se llama Torino Filmlab, y que espero filmar en marzo de 2014, y un largo documental en desarrollo sobre un poeta chileno llamado Enrique Lihn.

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