Crítica: "Dulce de leche", el dulce sabor del primer dolor

Camilo Cuello y Ailín Salas


Por Miren Edurne Sarriegui

En la película argentina "Dulce de leche" (2011), de Mariano Galperín, los adolescentes Anita y Luis (interpretados por Ailín Salas y Camilo Cuello Vitale) viven la experiencia del primer amor, en un buen retrato -aunque algo redundante en su exposición- de las relaciones entre padres e hijos, de amistad y amorosas en un momento de la vida en que se definen las primeras elecciones personales. Todo ello sufriendo la presión añadida del "pueblo chico, infierno grande".

Los protagonistas se conocen al inicio del año escolar. Él es nuevo en el pueblo. Viene de vivir en la ciudad con su padre para convivir con su madre y su marido. Se gustan, salen, se ríen y se enamoran. Ese amor adolescente se convierte en el centro de sus vidas y todo lo demás, amigos, padres y colegio, pasa a un segundo plano.

Esa intensidad les crea conflictos con su entorno. Los amigos están celoso y los padres preocupados por el cariz que toma el romance. Tratan de separarlos, sufren la incomprensión pero el amor y la pasión se imponen. Es difícil luchar contra la fuerza arrolladora de la vida y el despertar del sexo.

La película se desarrolla en un pequeño pueblo de la costa del río y la fotografía saca partido extremo del escenario y refleja las emociones de los protagonistas. Una vez planteado el romance en la historia, hay una etapa en la que el paisaje se funde en lo dramático con los personajes: Mucho sol, flores y sonrisas de los protagonistas, y he aquí la parte en la que Galperín debió contener el metraje y su tendencia al lirismo.

Ambos, Ailín Salas y Camilo Cuello Vitale, nos entregan dos adolescentes enamorados y creíbles. Sus escenas de sexo son de un excepcional buen gusto, sin rastro de obscenidad ni nada que se pueda considerar ofensivo. Transmiten pasión y hay fuegos artificiales, pero sin exposiciones dérmicas, cosa bastante infrecuente. En esta tónica, destaca la escena en la cual comen dulce de leche directamente del bote y de los dedos de ella.

La acción se demora en el desarrollo de la relación y se precipita a partir del conflicto con las familias. Nos deja con ganas de saber qué más pasó.

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