Miguel Cohan escribe sobre "Betibú"

Miguel Cohan
Por Miguel Cohan *

¿Qué ocultan las noticias que todos los días leemos en la sección de policiales de un diario? ¿Cuál es el verdadero motivo detrás de todas esas muertes? ¿Quién gana con la construcción de un relato periodístico morboso y tranquilizador? Estas son algunas de las preguntas que me surgieron a medida que leía la novela Betibú de Claudia Piñeiro.

Siguiendo los pasos de una escritora de policiales que ya no escribe, la novela cuestiona la verdad y la objetividad del relato periodístico, y lo hace mediante una entretenida trama policial y con personajes muy potentes. Cuando, al terminar la novela, descubrí qué se esconde detrás de una serie de crímenes aparentemente inconexos, supe que tenía que hacer esta película.

La escritura del guión fue tan ardua como placentera. Intentamos (junto a Ana Cohan, coguionista) jugar con las reglas del policial clásico, las tergiversamos para cuestionarlas, buscamos ponerlas en evidencia o simplemente nos divertimos con ellas. Todo valía para trasladar a la pantalla los personajes, la historia y las preguntas que Betibú nos había logrado despertar.

La Forma

Una de las razones por las cuales tuve claro que quería adaptar Betibú eran las grandes posibilidades puramente cinematográficas que me presentaba como director. A mi primera película, Sin Retorno, habíamos decidido filmarla de la manera más seca y contenida posible. Betibú, tanto en su adaptación como en su forma, me pedía todo lo contrario.

En gran medida esto se debía al atractivo juego que presenta la novela entre el arco de los protagonistas y el arco de la historia. A diferencia de lo que solemos ver, estos arcos en Betibú se mueven en sentidos contrarios. Por un lado los personajes van ganando la liviandad y el entusiasmo que habían perdido en un comienzo, mientras que, por el otro, la investigación del caso los va sumiendo en el universo oscuro y denso que los rodea.

Desde un principio tenía claro que la película tenía que potenciar este cruce de arcos contrarios pero complementarios. El desafío no solo era lograrlo en la escritura del guión, era esencial encontrar el tono general del relato y su forma para que el todo funcionara orgánicamente.

Con esto en mente encaramos el trabajo en cada una de las áreas de producción. Además de encontrar la forma de esta transformación en los niveles más plásticos como el plano, la luz, el arte, el vestuario o el sonido, necesitábamos que también estuviera presente en la elección de los actores secundarios, en el mundo que su presencia nos contaba, en las actuaciones, en las miradas de los protagonistas. Este era el gran desafío que planteaba Betibú y que, junto a un gran equipo de técnicos y actores, intentamos enfrentar.

(*): El argentino Miguel Cohan debutó en 2010 tras muchos años de íntima colaboración con su compatriota Marcelo Piñeyro como ayudante, con "Sin retorno", drama de intriga y tensión que protagonizó Leo Sbaraglia y triunfó en la Seminci de Valladolid. Ahora, de nuevo en coproducción con España, lanza en su país su segundo trabajo, otro thriller, de origen literario, con un elenco argentino-español que encabezaron Mercedes Morán, Alberto Ammann, Jose Coronado y Daniel Fanego.

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