Crítica: "La Salada", otra cara -dura- de la emigración

''La Salada''


Por Edurne Sarriegui

La Salada, dicen, es la feria ilegal más grande de Latinoamérica. Iniciada en los años noventa por un grupo de inmigrantes bolivianos, creció en el sur del Gran Buenos Aires hasta alcanzar una extensión de más de nueve hectáreas y emplear a más de seis mil trabajadores. Símbolo del comercio y de la producción ilegal, se han realizado denuncias por evasión fiscal y trabajo esclavo contra algunos de los feriantes. En este marco sitúa la acción de su ópera prima “La Salada”, el realizador y guionista argentino Juan Martín Hsu.

Estamos frente a una obra coral en la que se entrelazan las historias de tres inmigrantes: Yunjin (Yunseon Kim), una joven coreana que ha pasado casi toda su vida en Argentina y enfrenta un matrimonio arreglado por su padre según sus costumbres; Huang (Ignacio Huang), un taiwanés que copia y vende películas; y Bruno (Limbert Ticona), un muchacho recién llegado de Bolivia con urgencia por conseguir trabajo. Siendo Argentina un país poblado por sucesivas oleadas de inmigración principalmente europea, en la actualidad recibe  una nueva inmigración proveniente de países limítrofes y asiáticos y es este mosaico de nacionalidades que confluyen en la feria lo que se ve reflejado en el film.

Historias viejas con rostros y acentos nuevos. Hsu, nacido en Argentina pero hijo de padre chino y madre taiwanesa, muestra las diversas situaciones por las que atraviesan los inmigrantes: la soledad, el deseo de volver a la tierra natal, la necesidad apremiante de conseguir cualquier trabajo para mandar dinero a casa, la dificultad para aprender un nuevo idioma y el dilema de pertenencia de los que pasaron la mayor parte de su vida en el nuevo país y se sienten divididos entre la sociedad que sienten como suya y la lealtad a los sentimientos y tradiciones de sus mayores. Seguramente no hay nada nuevo en todo esto pero el director sabe poner en palabras y realidades actuales relatos universales y atemporales. Presenta a sus personajes bajo una mirada de respeto y les deja manifestar sus recelos y desconfianzas mutuas sin caer en el maniqueísmo.

Filmada con un estilo realista, con un ritmo demasiado pausado en algunos pasajes y sin llegar a grandes resoluciones de sus historias, ”La Salada” no deja de ser una interesante visión de un fenómeno universal.

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