Tampoco Netflix representa al México real

por © Paula Andujar-NOTICINE.com
"La casa de las flores"
Siempre se ha acusado a la televisión convencional mexicana de crear en sus ficciones un mundo paralelo, alejado de una realidad frecuentemente mucho más dura y cruel, la de los ciudadanos pobres y/o víctimas de las violencias generadas por el narcotráfico u otras formas de delicuencia. Ahora, plataformas como Netflix han renovado estilos y mejorado calidades, pero -dice un nuevo estudio- se mantiene el abismo entre el mundo real y el de las series.

En este momento la ficción mexicana está desbordada por la cantidad de películas y series que se han llevado hasta las grandes plataformas de streaming, como Netflix, pero no muestran la verdadera realidad de este país.

México, en pleno siglo XXI, se encuentra en una desigualdad económica y cultural abismal. La pobreza o la coexistencia de minorías indígenas no está dentro de las temáticas de estos films o series que tienen tanto éxito internacionalmente, no enseñando en éstas su verdadera cara.

"¿Qué es lo que no se muestra? Un país que políticamente está más dividido que nunca, un sistema educativo que no funciona, que está lleno de vicios, una clase política que está realmente todos los días avergonzando en buena medida a quienes los vemos a través de los medios de comunicación", opina en declaraciones a EFE José Antonio Valdés, experto en apreciación cinematográfica por la Universidad Iberoamericana.

En series mexicanas como en "La Casa de Las Flores" creada por Manolo Caro para Netflix, donde muestran a familias de clase media-alta de tez mucho más clara que los ciudadanos de a pie y que no refleja en su día a día esta realidad tan problemática existente en su país, es lo que en la mayoría de sus producciones intentan transmitir y en lo que se equivocan.

Además, otras series como "El Chapo", "Narcos", "La reina del sur" o "El señor de los cielos", que en parte tratan en sus contenidos el grave problema que se vive actualmente en este país respecto al narcotráfico, pero no de la forma que debería de hacerse, el mensaje final que queda es que: "Ser narcotraficante es tener una vida loca. Pero en la que se puede vivir muy bien".

Todo esto ocasiona que se distorsione la imagen de una cultura donde un niño que nace una familia pobre tenga que esperar a transcurrir hasta 11 generaciones para poder alcanzar el ingreso promedio de su nación según la OCDE.

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