Crítica: "Desierto", en la frontera del terror

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Gael García Bernal, en ''Desierto''
Por Miguel Ravelo  

Jonás Cuarón vuelve como realizador luego de "Año uña" (2007), su opera prima. Ocho años y dos cortometrajes más tarde (tiempo en el que también coescribiría "Gravedad / Gravity", película que terminaría dándole el Oscar a la Mejor Dirección a su padre), el joven Cuarón presenta "Desierto", una propuesta brutal, una nueva aproximación al cine que cuenta las historias de mexicanos y centroamericanos que intentan cruzar la frontera, el cual se ha convertido casi en un subgénero dentro del cine nacional.

"Desierto" se inicia con un plano abierto, con el abrasante sol apareciendo lentamente detrás de unas montañas mientras el título, en letras enormes que anuncian la presencia inabarcable del desierto de Sonora, casi como si se tratara de un espejismo. En esta inmensidad, una pequeña y destartalada camioneta avanza lentamente. El vehículo se descompone y descubrimos en él a 14 migrantes y 2 coyotes, intentando cruzar ilegalmente la frontera estadounidense. Luego de darse cuenta de que no habrá forma de arreglar la camioneta, los coyotes indican que deberán completar un par de días de caminata para poder alcanzar su destino.

Entre los migrantes se encuentran Moisés (Gael García Bernal) y Adela (Alondra Hidalgo). El primero, un mexicano que intenta cruzar la frontera para reunirse con su familia; la segunda, una mujer obligada por sus padres a migrar y buscar suerte en Estados Unidos. El guión de Jonás Cuarón y Mateo García evita mayor información sobre sus personajes, intentando, al hacer a un lado sus pasados, transmitir los cientos de historias de tantos migrantes sin rostro que día a día arriesgan la vida para alcanzar la promesa de una estabilidad que será imposible alcanzar en su país.

Cuando parece que la película tomará el camino varias veces explorado, Cuarón introduce a Sam (Jeffrey Dean Morgan), un hombre que se dedica, por el gusto y la inyección de adrenalina que esto le supone, a acosar y eliminar a los migrantes, cazándolos como si se tratara de animales a los que rastrea junto con Tracker, su feroz perro pastor alemán.

Vale la pena hace una pausa en el personaje de Sam, uno de los más aterradores antagonistas vistos en el cine mexicano reciente. Personaje del que tampoco conocemos casi ningún dato de su pasado, Sam es un racista desquiciado que cree que asesinado mexicanos "limpiará" su país y le devolverá la pureza a su gente. Acompañado de un rifle, una puntería excepcional y su perro, tanto o casi más letal que su arma de fuego, descubre y se lanza a la cacería de los 16 mexicanos que atraviesan el desierto.

A partir de este momento, Cuarón evita todas las concesiones. El tema es brutal, la realidad es aterradora y la vertiginosa cámara de Damián Garcia ("Güeros", "El infierno"), en ningún momento alejará la mirada ni evitará mostrarnos la realidad con toda su crudeza.

Es encomiable la actuación de Jeffrey Dean Morgan. Su Sam recuerda al aterrador Anton Chigurh creado por Javier Bardem en "No country for old men" (Ethan y Joel Coen, 2007). Curiosamente, el estadounidense en el pasado ha llegado a quedarse con un papel primero tentado por el español. Su "vigilante" es hombre desprovisto de cualquier empatía, un psicópata imparable que Jeffrey Dean Morgan convierte en un letal villano.

Con "Desierto", Cuarón elabora una película reconocida plenamente dentro del género del terror, labor no poco valiosa considerando que la situación aquí planteada suele entrar dentro del terreno dramático. Con esta decisión, el director logra transmitir la desesperación de sus personajes al ver cómo uno a uno van perdiendo la vida, sabiendo que si el "gringo" no los alcanza, el desierto terminará con sus vidas.

La desesperación de Moisés y Adela es palpable. Viéndose en un momento solos mientras el resto de los compañeros luchan por su vida, tendrán aliarse para evitar ser asesinados y olvidados entre la arena y el calor, dejando atrás familias que jamás se enterarán cuál fue su destino. Gael García sostiene bien a su personaje y la breve participación de Alondra Hidalgo es meritoria. Nuestros protagonistas no solamente tendrán que enfrentarse a la migra y al asesino; también el desierto y hasta el resto de los migrantes supondrán una constante amenaza.

"Desierto" es una de las más  logradas y desesperanzadoras cintas mexicanas que retratan las terribles realidades de la migración y los muchos peligros a los que los mexicanos se enfrentan en el cruce fronterizo. La mezcla de géneros es muy afortunada; hacía falta que una historia se contara como ésta, con todo el terror y la angustia que supone el aferrarse a la vida cuando hay alguien siguiendo cada uno de los pasos de los protagonistas.

Filmada en locaciones de la Península de Baja California, Cuarón y Damián García hacen gran uso de los escenarios naturales. Se apropian de cada elemento del desierto para brindar a sus personajes oportunidades de resguardo, pero al mismo tiempo, de más peligros por sortear. La edición, también de Cuarón, no da tregua al espectador y no permite un minuto de descanso a lo largo de su duración.

Con "Desierto", Jonás Cuarón se establece como uno de los realizadores mexicanos más solidos de la última generación. Una película directa, que tras arribar ahora a los cines mexicanos lo hará a los gringos en septiembre, con un villano despiadado, una pesadilla que se siente más aterradora al pensar que es una de nuestras más dolorosas realidades.


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