Crítica: "La cordillera", nieve que no acaba de derretirse

por © NOTICINE.com
"La cordillera"
Por Edurne Sarriegui    

El director argentino Santiago Mitre ("El estudiante", "La patota/ Paulina") estrena "La cordillera", su tercer largometraje. Esta coproducción argentina, española y francesa es la película más ambiciosa de su autor, pero a veces, en lo más alto, es cuando aparece el vértigo. Mitre abandona el entorno nacional para dirigir un elenco internacional, coordinar equipos técnicos de distintos países y filmar en locaciones chilenas. Distribuida por Warner se perfila como una de las apuestas fuertes de este año del cine argentino. Sin embargo, este thriller de corte político que deriva por caminos psicológicos, no termina de redondear ese maridaje.

El protagonista de la historia es Hernán Blanco (Ricardo Darín), un presidente argentino que accedió al poder sorpresivamente desde la intendencia de una remota cuidad patagónica. Encarna la esperanza del pueblo de que un hombre común que nunca se ha visto involucrado en enredos políticos sea el que encarrile los destinos del país hacia un futuro promisorio. Su apellido –Blanco- ya es toda una declaración de los autores, Santiago Mitre y Mariano Llinás, que lo presentan como el hombre prístino tan difícil de hallar en el mundo de la política.
 
Por primera vez durante su mandato, el presidente Blanco concurre a una cumbre internacional que tiene lugar en Chile y que reunirá a mandatarios latinoamericanos. El lugar elegido es un hotel situado en las nevadas cumbres de la cordillera de los Andes. El objetivo común es crear un organismo similar a la OPEP para agrupar y defender a los países productores de petróleo del área.

Al mismo tiempo, la estabilidad interna del gobierno se ve desafiada por el exyerno del presidente que amenaza con revelar maniobras de corrupción que involucran a su suegro. Preocupado por la inestabilidad psicológica de su hija Marina (Dolores Fonzi) y temiendo que la actitud de su ex marido la pueda alterar, la lleva con él a la reunión latinoamericana para tenerla más cerca y controlar de esa manera su desequilibrio.

Paralelamente se revelan otras asuntos: hay diferencias de opinión con respecto a decisiones de gobierno en el círculo más cercano del presidente, se hacen evidentes las luchas de poder entre los mandatarios de distintos países y la aparición de una periodista especializada en temas políticos -interpretada por la española Elena Anaya- sirve para poner en evidencia las posturas ante la construcción del poder  de los presidentes concurrentes a la cumbre.

Además de los ya citados, forman parte del elenco Erica Rivas, Gerardo Romano y la chilena Paulina García, entre otras figuras latinoamericanas.

La trama política y sus consecuentes subtramas resultan previsibles y la trama psicológica nunca termina de remontar quedando en un planteamiento inquietante que no se define.

"La cordillera" tiene una factura técnica impecable y saca provecho extremo de las altas cumbres nevadas como metáfora del aislamiento del poder y el ocultamiento de sus entresijos. Pero la visión pesimista que presenta sobre los hombres de la política peca en exceso de ambigüedad. Propone una serie de sospechas que no llega a revelar y obliga al espectador a decidir la resolución. Plantea más dudas que certezas sobre el accionar del protagonista.

Parece que los guionistas no pueden dar un final apropiado a todas las propuestas que hacen a lo largo del relato. El despliegue inicial sugería una conclusión más concreta. Esa ausencia deja una sensación de superficialidad y la idea de que "La cordillera" quedo a mitad del camino.

Sigue nuestras últimas noticias por TWITTER.