Crítica: "La virgen de agosto", vacaciones contemplativas

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"La virgen de agosto"
"La virgen de agosto"
Por Lidia Waya     

El largometraje recién estrenado del director Jonás Trueba, "La virgen de agosto" (2019), nos traslada durante más de dos horas al caluroso verano de Madrid. Con un estilo sencillo e íntimo, nos relata la vida de Eva, de treinta y tres años, del 1 al 15 de agosto. Agosto, que es el mes en el que todo madrileño quiere huir de la capital, en cambio, Eva toma la decisión de quedarse como un acto de fe. Es una manera de darle pausa a su vida para replantearse las cosas, tanto personales como laborales.

Durante estos quince días podemos ver lo mucho o poco que le sucede a Eva día a día, sin saltos de tiempo u omisiones. Da igual que sea el momento el que llega a la casa que alquila en Madrid para pasar el verano, la recorre en silencio para conocer el espacio donde va a pasar un mes, las visitas sola a museos por las mañanas o las tardes de feria y noches de verbena. Todo forma parte de la nueva vida de Eva.

Con un guion escrito por el propio director junto a su también actriz protagonista, Itsaso Arana ("La reconquista"), consiguen mostrarnos un personaje honesto con ella misma y la situación de confusión que está viviendo. Que va viviendo momentos que le hacen conocerse más y que la van conectando con las personas que va conociendo en esos días o con las que se va reencontrando. La presencia de los actores Vito Sanz, Joe Manjón, Isabelle Stoffel, Luis Heras y Mikele Urroz, que acompañan a Arana en la cinta, nos ayuda a entender lo que a ella le pasa, incluso los pequeños diálogos con los personajes secundarios. Todo esto nos da la clave para conocer a la protagonista.

La película, además, relata a la perfección el verano en Madrid. Tanto el director como la actriz consiguen describir todo lo que se encuentra en la capital durante el mes de agosto. Las calles desiertas y vacías por la mañana o recién empezada la tarde, que casi da hasta miedo ir caminando por la calle y cuando baja el sol, las terrazas de los bares repletas y las noches de fiestas de barrio con sus verbenas que acogen a multitud de gente, que ni se sabe de dónde han salido.

Recursos como el silencio, forman parte intrínseca del proyecto, que se basa en seguir la vida de una mujer que se queda en agosto en Madrid y puede hacer que por momentos se haga lenta. Sin embargo, forma parte del especial cuidado con el que está hecha la película.

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