Crítica: "Voces secretas", el reverso de un asesinato familiar

por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
Martina Gusman bebe mate en "Voces secretas"
Martina Gusman bebe mate en "Voces secretas"
Tras debutar en 2012 con "El Pozo", un drama social sobre el autismo, el realizador argentino Rodolfo Carnevale vuelve a adentrarse con "Voces secretas" (2021) en el interior de una familia, pero esta vez apelando al género del thriller.

La historia se ambienta en Dolores, en la provincia de Buenos Aires, durante el año 1975. A la mañana siguiente de una fiesta en la casona familiar, Fermín López (Claudio Santorelli), el patriarca, aparece muerto de una puñalada sentado frente a su escritorio. El suboficial Alberto Rodríguez (Gerardo Romano) y la agente Marta Colombo (Martina Gusman) serán los encargados de llevar adelante una investigación que a medida que avance irá revelando una serie de tenebrosos secretos que se esconden detrás de una de las familias más influyentes de la ciudad.

"Voces secretas" se estructura a partir de una serie de pistas que irán apareciendo durante la investigación policial y que sacará a la luz una serie de secretos y mentiras que involucran a cada uno de los miembros del clan familiar para volverlos sospechosos de un crimen que tiene un culpable confeso, pero al que nadie le cree ni una sola palabra. Todos tenían motivos para hacerlo, todos eran víctimas del muerto. Entonces, ¿hay un culpable?

La historia, que deambula entre un pasado familiar que se mostraba perfecta ante los ojos de la sociedad local, y un presente caótico, que revela las verdades de una vida hipócrita, se cimienta sobre el contexto político de los oscuros años que antecedieron a la última dictadura cívico-militar, poniendo en evidencia la tensión existente entre los diversos sectores sociales.

Carnevale que, como en su película anterior se rodea de actores de renombre y otros menos conocidos (Andrea Ferratti, Roly Serrano, Loren Acuña, Tupac Larriera, Ezequiel Castaño, Belén Froloff, Lucas Ferraro, Patricia Viggiano, Brian Buley, Alejandro Müller, Flopy Cosenza), recurre a pequeñas dosis de humor para contrarrestar la tensión que genera el conflicto central, y le ofrece al espectador las mismas herramientas que tienen aquellos encargados de resolver el caso, poniéndolo en un rol activo y haciéndolo participe del veredicto final.

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