Crítica: "La Llorona", no persigas sombras

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"La Llorona"
"La Llorona"
Por Lorena Loeza   

En América Latina, los mitos y tradiciones cumplen funciones más complejas que sólo narrar historias terroríficas o dar lecciones morales. De muchos modos, también sirven para asimilar los traumas colectivos o darle sentido a las experiencias dolorosas que lamentablemente abundan en la historia de nuestros pueblos.

"La Llorona" (2020), que esta semana se estrena en México y es una de las favoritas en los próximas Premios Platino, parece estar situada justo en esa complicada frontera entre lo real y lo misterioso, atravesada también por la búsqueda de justicia para el pueblo de Guatemala en su historia reciente. Una mezcla que sólo puede entenderse gracias al realismo mágico y a la comprensión de lo que ha significado el doloroso episodio de las dictaduras militares en Latinoamérica.

Jayro Bustamante, director de la cinta, construye así un relato universal acerca de la culpa, la expiación y la justicia, lográndolo de un modo peculiar: utiliza el sincretismo de la leyenda tradicional de la Llorona, para narrar los últimos días de uno de los responsables de las masacres en contra de pueblos enteros y al que la justicia no consigue llamar a cuentas.

"La Llorona" nos cuenta la historia de un general retirado, enfermo, viejo y que en compañía de su hija y nieta debe enfrentar el juicio por las masacres ocurridas en Guatemala durante los años 80. En esos años, los militares desarrollaron una política de "Tierra arrasada" que destruyó y asesinó a aldeas enteras, acusadas de ser guerrilleras o de conspirar para levantarse en armas.

En la película –que parece una referencia directa al General Ríos Montt, acusado de genocidio entre otros delitos de abuso de poder y corrupción- el tribunal lo deja libre, y regresa a su casa en medio de protestas y señalamientos.

Es en este punto de la historia, que se desarrolla una visión sincrética, entre la culpa, la venganza, el dolor colectivo. A la casa llega a trabajar Alma, una joven mujer que se gana la confianza de la hija y la nieta del general. Nadie sabe quién es ella o cómo llegó. Pero su presencia representa para el General, el continuo recordatorio de los horrores cometidos que, en esta etapa de su vida, llegan al punto de atormentarlo de modo consistente.

¿Y qué tiene que ver eso con la Llorona? se podrá preguntar la audiencia que pensó de inicio, que se trata de una película en los términos tradicionales que el género de terror tiene acostumbrado al público. Y en realidad, tiene todo el sentido a pesar de no ser una cinta de sobresaltos ni efectos especiales.

La Llorona es un alma atormentada, que representa el dolor de haber perdido a sus hijos, por lo que es de resalar que en esta cinta, el diseño del personaje – interpretado por María Mercedes Coroy- es la viva imagen de ese dolor agudo constante, expresándolo en largos silencios y penetrantes miradas.

Si bien el relato tradicional es diferente en cada región, y se usa para diferentes propósitos, en casi todos los casos representa el aterrador recordatorio de que los pecados se pagan, la venganza llega y que la tortura de no olvidar es una siniestra penitencia para quienes han sido despiadados.

"La Llorona" de Bustamante es en realidad una historia sombría, más que aterradora que, al igual que la moraleja de la leyenda popular, te aconseja no perseguir sombras, no salirte del camino, no escuchar el llanto y los gritos. Puede ser que no estés preparado para mirar nada de eso de frente y mucho menos con la conciencia tranquila.

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