Crítica Venecia: "Tres", cómo Marta Nieto es capaz de sostener un complejo entramado argumental, psicológico y sonoro

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Marta Nieto, en "Tres"
Marta Nieto, en "Tres"
Por Alfonso Rivera     

Hace cinco años un cortometraje español se alzó con la Palma de Oro de Cannes: se titulaba "Timecode" y su responsable era Juanjo Giménez, un cineasta barcelonés que había pasado desapercibido por la cartelera española con su primera película de ficción, "Nos hacemos falta" (2003), además de dirigir dos documentales ("Esquivar y pegar", "Contact Proof"). El corto, que jugaba con –y coreografiaba– el montaje de las imágenes captadas a través de las cámaras de vigilancia de un parking subterráneo, hasta fue nominado al Oscar en esta categoría. Por eso se esperaba con gran expectación el nuevo trabajo del director, "Tres" (2021), que se ha presentado mundialmente en la sección Giornate degli Autori de la edición número 78 de la Mostra de Venecia, días antes de recalar en los festivales de Toronto (apartado Contemporary World Cinema) y Sitges (oficial a competición).

Tal vez el certamen de cine fantástico de Cataluña pudiera parecer, a priori, el lugar más lógico de este largometraje que se mueve en el terreno difuso de la realidad y el pensamiento, lo subjetivo y algo parecido a la demencia, pero que ante todo es un drama personal: el que sufre una técnica de sonido que empieza a percibir cómo su mundo pierde sincronía, es decir, los ruidos no van acompañando armoniosamente a las acciones que los provocan, sino que llegan a su mente con retraso de varios segundos.

Tal pesadilla (escrita por el director junto a Pere Altimira) la padece una mujer que posee el rostro anguloso de Marta Nieto, la misma intérprete que justo dos años atrás se alzó con el premio a la mejor actriz en la sección Orizzonti de este mismo certamen italiano al encarnar también la angustia, el desasosiego y la proximidad a la locura en "Madre", de Rodrigo Sorogoyen.

Es Nieto pues quien sostiene sobre su fragilidad aparente la hondura psicológica de esta propuesta tan inusual como también lo era "Timecode", que enlaza con títulos donde los sonidos tienen especial protagonismo, como "La conversación", de Francis Ford Coppola, "Impacto / Blow Out", de Brian de Palma, o la más reciente, "Sound of Metal", de Darius Marder. Aquí el espectador llega a sentir ese desconcertante vía crucis íntimo de la protagonista en un film que –manipulando el montaje sonoro– no deja de ser un reflejo de ciertas situaciones en las que es fácil reconocerse… Porque ¿quién no se ha sentido fuera de lugar y del tiempo en algún momento? ¿Acaso no sucede que, a veces, las piezas del mundo no parecen encajar alrededor? ¿O que no encontramos nuestro sitio, nuestra definición, nuestra identidad?

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