Crítica: "El lodo", que todo lo esconde

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"El lodo"
"El lodo"
Por Carolina G. Guerrero     
  
"El lodo" (2021) fue la cinta encargada de inaugurar la pasada Mostra de Valencia en su 36ª edición, el pasado 15 de octubre. Lo cierto es que este thriller con sabor valenciano no defraudó en absoluto, a pesar de desarrollarse en una atmósfera un tanto asfixiante y quizás demasiado oscura; pero es así como su director y guionista, Iñaki Sánchez Arrieta, quiere mostrar esta historia de supervivencia que transcurre en una Albufera irreconocible, convertida en un espacio lejos de todo, casi fantasmagórico, que nada tiene que ver con aquel paraje regional con sabor a arrozales y a naranjos que describía Vicente Blasco Ibañez en "La Barraca" o en "Cañas y Barro", novelas ambientadas en la misma zona.

El lodo, ese amasijo de tierra y agua, pegajoso y voraz, que todo lo tapa y todo lo esconde, hace casi imposible avanzar en ninguna dirección a sus personajes. El reparto es de autentico lujo; los protagonistas, Paz Vega y Raúl Arevalo, acompañados por unos secundarios al mismo nivel (aunque en algunos casos el termino secundario parece insuficiente), son actores con mayor o menor presencia en la historia y que forman parte de ella, enriqueciéndola. En este caso, podemos disfrutar de rostros tan consolidados en el cine español como lo son Susi Sánchez, Roberto Álamo, y Joaquín Climent.

Podría ser que el director se hubiera equivocado al elegir a la pequeña Daniela Casas, que puede que con el tiempo y una preparación adecuada pudiera llegar a mejorar, pero que aquí luce algo sobreactuada e histriónica; lo mismo ocurre con Susana Merino, que aparece muy descompensada en un papel demasiado ambiguo, sin demasiada relevancia, al que quiere sacar provecho a favor de su breve carrera; a veces, menos es más.

La historia arranca cuando el matrimonio formado por Ricardo y Claudia (Arévalo y Vega) llega a un lugar donde todo lo que viene de fuera sabe a amenaza. Ricardo es un biólogo que se crió en la zona, ahora castigada por la sequía, y es requerido para ver si puede dar la vuelta a la situación caótica que se está desarrollando a causa de la escasez de agua.

Aunque utilizará todos sus conocimientos para intentar conseguir que la tierra pueda volver a prosperar, todo lo que les rodea es una amenaza invisible, en un principio, con demasiados secretos e intenciones escondidas.

Sánchez Arrieta lleva al espectador a adentrarse absolutamente en la trama de esta historia, haciendo que por momentos pueda ver más de lo que en principio se le muestra y al mismo tiempo que los personajes, que llegarán a un cierto estado de paranoia de todo y todos los que les rodean, haciendo cada vez más grande la bola de nieve de la desconfianza, el rencor y el miedo.

Detrás de cada personaje hay una historia y mil frustraciones: la pérdida de un hijo, la culpabilidad por esa pérdida, el sentirse relegado, el que no cuenten con uno, las expectativas superlativas de algunos, la venganza de los fantasmas del pasado de otros. Todo ello engrosa una historia con mil aristas que, desde luego, consigue interesar al espectador, pero que, todo hay que decirlo, puede hacerle percibir más de una o dos incongruencias a lo largo de la película, aunque el resultado final no defrauda.

Habría que destacar el trabajo de Paz Vega, en una de sus mejores interpretaciones, absolutamente verosímil y de una sencillez que apabulla, al igual que Joaquín Climent, que hace quizás de abogado del diablo, intentando ser el puente entre espectador y ficción. Dentro de esta, será el encargado de aportar apoyo y cordura en toda la debacle que se desarrolla, donde no faltan escenas de violencia y terror.

"El lodo" no deja de ser una catarsis, una ventana abierta a volver a empezar, aunque, por supuesto, con algunos cadáveres y daños colaterales abandonados por el camino.

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