Bendita Filmoteca Imprescindible: Marisol, de "Un rayo de luz" (1960) a "Caso cerrado" (1985)

por © Cris F. Fimia-NOTICINE.com
 "Un rayo de luz" y "Caso cerrado"
"Un rayo de luz" y "Caso cerrado"
El pasado sábado 25 de enero fueron entregados los grandes premios del cine español. El Goya de Honor recayó en la actriz malagueña Pepa Flores, que tal y como era de prever no acudió a recoger el mismo, delegando en sus hijas. En cuanto se hizo público su premio, se especuló sobre si iría o no, aunque en realidad, era de sobra sabido que no acudiría, por su absoluto alejamiento (casi reclusión) de los focos.

Hace años que la andaluza decidió romper con la vida pública y lo hizo drásticamente. Desde su niñez estuvo tan ligada al mundo laboral, rodando película tras película y grabando discos, encasillada en el papel de Marisol que dejó de ser lo que era: una niña. En 1985, decidió tomar las riendas de su vida y ser feliz.

Hoy, pasados ya unos cuantos años, qué mejor homenaje que virar de su pasado a su presente, recordando "Un rayo de luz" de 1960 que le dio la fama mundial y "Caso cerrado" de 1985, que le permitió huir y vivir de verdad. Dos películas muy diferentes, por supuesto. Dos cintas, en definitiva, que nos muestran las dos caras de Pepa: la eterna niña y la mujer. El nacimiento y la ruptura con Marisol.

"Un rayo de luz" es en síntesis la historia de una dulce niña cantando, capaz de embelesar a un abuelo que no siente apego alguno por ella al comienzo.

Pero no crean que se pensó en ella desde un primer momento. Manuel J. Goyanes (el productor) andaba cociendo la idea a fuego lento, basada en una historia más antigua que el propio film interpretado por la niña, que finalmente adaptaron para ella.

La acompañaban en la cinta actores como María Mahor, Julio San Juan, Anselmo Duarte, María Isbert, Joaquín Roa y una niña que quizás les suene: María José Goyanes, que posteriormente llegaría a convertirse en una de las grandes estrellas del teatro español.

La película se estrenó en el Palacio de la Música de Madrid el 9 de septiembre de 1960 y tras su presentación, Pepa, convertida ya en Marisol, obtuvo grandes reconocimientos, recibiendo el premio de mejor actriz infantil en el Festival de Venecia. A partir de aquel momento, su carrera despegó de forma fulminante, convirtiéndose en toda una niña prodigio, y sus siguientes películas un éxito asegurado a lo largo de los años 60.

Orson Welles llegó a declarar: "Marisol es el animal cinematográfico más impresionante que he conocido", así que pueden imaginar hasta dónde llegó el éxito de esa niña rubia.

Y es que Luis Lucía, el director, era un auténtico experto en sacar a la luz a niños prodigios y más tarde, llegaría el turno de Rocío Dúrcal.

La cinta guarda alguna que otra curiosidad y dado el carácter musical de la misma, alrededor de este tema giran las anécdotas más reseñables. Por ejemplo, la canción "Rubita", que en la película canta María Mahor interpretando a la madre de Marisol como regalo de cumpleaños para su hija, fue interpretada en realidad por una conocida soprano: Dolores Pérez, alias "Lily Berchman".

Igualmente, la canción que canta en este caso Luisa (María del Valle), quien interpreta el papel de amiga de Elena, la cantó la folclórica Rafaela de Córdoba.

En la requeteconocida escena de "Corre, corre, caballito", Tony Isbert y sus hermanos tenían que gritar: "¡Eh, chicos, que está ahí Marisol!". ¿Saben qué hicieron con el dinero que ganaron? Comprar cacahuetes al término del rodaje. Niños que al fin y al cabo eran niños.

En cualquier caso, como ya es sabido, la película marcó un antes y un después para Pepa Flores, que de pronto, vio cómo su vida cambiaba, viajando de coche en coche, viviendo en sets de rodaje y rodeándose de hombres mayores que hablaban de contratos y dinero y aquello la marcó.

Llegó el año 1985 y su oportunidad para poner punto y final retirándose definitivamente del espectáculo y de la vida pública. "Caso cerrado" fue una propuesta del director Juan Caño, que era muy amigo de la actriz; la invita a protagonizar la historia y ella dice que sí, "porque plantea cuestiones que considera ético defender, como son la connivencia entre Justicia, Finanzas y Policía en contra del individuo y la Libertad", tal y como aparece en el libro del periodista Javier Barreiro "Marisol frente a Pepa Flores" (Plaza & Janés, 1999).

En lo que respecta a la cinta en sí misma, pasó sin pena ni gloria. Participó en la 33 Edición del Festival de Cine de San Sebastián, pero no obtuvo ningún premio. Sólo un dato a destacar: la aparición de un jovencísimo Antonio Banderas, que sería premiado con el Fotogramas de Plata al Mejor Actor de Cine en 1986.

La película no era buena, ni como thriller ni como instrumento de denuncia social, ni tan siquiera la interpretación de Pepa, que llegó a declarar: "Sé que lo podría haber hecho mil veces mejor".

Comentó también al diario El País en 1985, cuando se encontraba en el Festival de San Sebastián promocionando la película lo siguiente: "Aquellas personas que comenzaron a ser artistas por vocación es lógico que se sientan satisfechas por la admiración que despierten, pero es diferente que su trayectoria se haya impuesto". Con una declaración tan lapidaria y directa había poco más que decir.

Sin embargo, y a pesar del fiasco que supuso el film y que hoy apenas se recuerda trataba temas aún vigentes y de gran relevancia social.  Es cierto que denotaba una gran lentitud y falta de ritmo, pero al fin y al cabo, nos dejó a un gran Banderas y la despedida de un mito.

Por si hay nostálgicos por ahí amigos del "Pirri", tiene un cameo en la película en torno al minuto 20 más o menos. Fíjense en el protagonista mientras está sentado en un banco; el "Pirri" habla con un amigo mostrando sus dotes y su desparpajo.

En definitiva, dos historias, dos películas, dos cintas, pero sobre todo dos momentos en la vida de una persona. Un antes y un después en la vida de una actriz que por fin pasó a ser simplemente una ciudadana de a pie.

Viajeros, den un paseo por Málaga; recorran sus calles, respiren su aire, caminen por sus playas y comprenderán por qué la gran Marisol prefirió ser una malagueña desapercibida.

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