Libertad Leblanc ya descansa en La Chacarita
- por © Esther González-NOTICINE.com
Los restos de la estrella argentina Libertad Leblanc ya se encuentran en el Panteón de Actores del cementerio de la Chacarita. La reconocida intérprete del cine austral hace medio siglo ha fallecido a sus 83 años al arrastrar varias enfermedades, el Alzheimer y un mal estado de salud agravado. La despedida de la diva ha contado tan sólo con un pequeño grupo debido a las medidas por el COVID-19 que han dejado fuera a un gran número de compañeros. Su única hija, Leonor, que actualmente reside en Suiza, no ha podido estar presente en el funeral de su madre por problemas de transporte consecuencia de la pandemia mundial.
La difunta actriz tenía un deseo: "Seguir haciendo lo que me gusta, lo que quiero. Y no morirme por lo menos hasta los cien años. Estoy en contra de la muerte, es una injusticia venir al mundo sabiendo que una va a morir", según declaraba la propia Leblanc a Teleshow, y el destino le dotó de una larga vida repleta de éxitos.
Más de treinta películas componen la larga filmografía de Libertad María de los Ángeles Vichich, apodada Libertad Leblanc. Hoy, su cuerpo, fulgor del público que disfrutó de sus apasionadas escenas en el cine, descansa en La Chacarita, dentro de un panteón dedicado a los actores porteños.
Leblanc, llevaba desde su último viaje a España, tres años atrás, enferma, primero por una dolencia cardiaca y una neumonía. De esta manera, una amiga de la actriz, Adela, confirmaba a Teleshow la caída de Leblanc que "volvió a la Argentina y comenzó un tratamiento, pero ya nunca volvió a estar del todo bien. Se la veía muy decaída, pasaba mucho tiempo en la cama y comenzó con un principio de Alzheimer".
La actriz y mito erótico de la época tan sólo tuvo una hija, Leonor Barujel, fruto de su fugar matrimonio con Leonardo Barujel. Tras su primer matrimonio sólo se casó una vez más, sin embargo, ella misma afirmaba que había reunido en su vida a un gran número de amores:
"Nunca tuve problemas ni prejuicios con el sexo. Tenía aventuras por todos lados hasta que apareció el sida y cambié mi forma de vida", declaró Leblanc que además aseguró que vivió más de un episodio de acoso pero "yo siempre los ubicaba. Un día un señor me dijo que si quería triunfar tenía que pasar por él antes. Le dije que antes de pasar por él me convertía otra vez en virgen. Estoy con quien quiero y no por dinero. Yo enseguida me defendía a los sopapos". E Incluso en una ocasión, durante una edición del Festival de Cine de Colombia, Leblanc recibió en un estuche tres esmeraldas y una invitación a desayunar del narcotraficante Pablo Escobar.
No sólo los argentinos han sido testigos de la belleza de la actriz; venezolanos, colombianos y habitantes de Tanzania, Kenya y Uganda han podido disfrutar de la presencia de Leblanc ante las cámaras, un tesoro, que según la propia actriz mostraba gustosamente "porque tengo un cuerpo hermoso. No sé qué significa objeto sexual. Soy como un museo en donde se va a mirar lo lindo. A lo sumo le hago un bien a las parejas, conmigo se recrean y siguen sus vidas".
La porteña, nacida en una familia pudiente y educada en la fé católica pensaba "que tener busto era muy malo, hasta que entendí que no, que era al revés", afirmaba la actriz.Sin embargo, desde muy jóven, la intérprete se alejó de las tendencias más puritanas de la iglesia, causando incluso grandes problemas en su colegio religioso de donde intentaron expulsarla en varias ocasiones. En aquellos tiempos escolares, la actriz se escapaba con los alumnos masculinos del colegio Don Bosco a ver películas de Pedro López Lagar y, con diecisiete años, salió de la escuela, empezó a trabajar y tuvo a su única hija. Tras su divorcio, Leblanc abogó por el feminismo y lo bonito de ser mujer, declarando en múltiples ocasiones:
"Feminismo es igualdad social. Misma remuneración, mismo derecho al goce, pensarse como ser humano íntegro. En esa época, eras madre o eras puta. Y si encima como yo creías que el sexo era también una cuestión de placer, directamente eras una pecaminosa".
La actriz que estudió teatro con Alejandra Boero y Pedro Asquini, consiguió su primera oportunidad en el Festival de cine de Venezuela, donde se subió al trampolín con un bikini, convirtiéndose al día siguiente en portada de todos los diarios. Gracias a ello, Leblanc logró su primer papel en "La flor del Irupé".
Más tarde, se le atribuyó una rivalidad con Isabel Sarli que ambas aseguraron que no existía. La rubia y la morena dependían del mismo productor pero Leblanc se definió como una mujer totalmente independiente que negociaba sus propias intervenciones en el cine. Así se cuenta que durante el trato con Daniel Tinayre para protagonizar "La cigarra no es un bicho", el productor le negó el dinero que ella pedía, por ello la actriz se levantó y "le canté las 40 y le advertí que, como mi tiempo valía, me iba de la reunión llevándome su pañuelo de seda marrón y su botella de whisky".
A final de los 70, la fortuna de la actriz dejó de brillar y tuvo que vender varias de sus propiedades debido a un plan de ajuste gestionado por el ministro de Economía en aquella época, Celestino Rodrigo, conocido por el "Rodrigazo". Leblanc, que además se vio en juicios con uno de los teatros en los que trabajó fue relegada del mundo de la interpretación: "Es como si no me hubiesen perdonado que yo era la única que compraba, vendía y manejaba el producto Libertad Leblanc".
En ese momento fue cuando la actriz decidió pasar más tiempo en España, donde además rodó una película con el cantante Julio Iglesias. Aun así, el mito sexual siguió presumiendo de una vida intensa y presumía de que su mayor premio era "apoyar la cabeza en la almohada y quedarse dormida sin problemas".
El adiós a Leblanc, muy íntimo y sin compañeros de profesión debido a las resticciones por el coronavirus, no ha podido contar tampoco con la presencia de su hija Leonor que trabaja en Suiza como kinesióloga y que no ha llegado a tiempo, a pesar de hacerse cargo de forma directa de la enfermedad de su madre durante todos estos últimos años.
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La difunta actriz tenía un deseo: "Seguir haciendo lo que me gusta, lo que quiero. Y no morirme por lo menos hasta los cien años. Estoy en contra de la muerte, es una injusticia venir al mundo sabiendo que una va a morir", según declaraba la propia Leblanc a Teleshow, y el destino le dotó de una larga vida repleta de éxitos.
Más de treinta películas componen la larga filmografía de Libertad María de los Ángeles Vichich, apodada Libertad Leblanc. Hoy, su cuerpo, fulgor del público que disfrutó de sus apasionadas escenas en el cine, descansa en La Chacarita, dentro de un panteón dedicado a los actores porteños.
Leblanc, llevaba desde su último viaje a España, tres años atrás, enferma, primero por una dolencia cardiaca y una neumonía. De esta manera, una amiga de la actriz, Adela, confirmaba a Teleshow la caída de Leblanc que "volvió a la Argentina y comenzó un tratamiento, pero ya nunca volvió a estar del todo bien. Se la veía muy decaída, pasaba mucho tiempo en la cama y comenzó con un principio de Alzheimer".
La actriz y mito erótico de la época tan sólo tuvo una hija, Leonor Barujel, fruto de su fugar matrimonio con Leonardo Barujel. Tras su primer matrimonio sólo se casó una vez más, sin embargo, ella misma afirmaba que había reunido en su vida a un gran número de amores:
"Nunca tuve problemas ni prejuicios con el sexo. Tenía aventuras por todos lados hasta que apareció el sida y cambié mi forma de vida", declaró Leblanc que además aseguró que vivió más de un episodio de acoso pero "yo siempre los ubicaba. Un día un señor me dijo que si quería triunfar tenía que pasar por él antes. Le dije que antes de pasar por él me convertía otra vez en virgen. Estoy con quien quiero y no por dinero. Yo enseguida me defendía a los sopapos". E Incluso en una ocasión, durante una edición del Festival de Cine de Colombia, Leblanc recibió en un estuche tres esmeraldas y una invitación a desayunar del narcotraficante Pablo Escobar.
No sólo los argentinos han sido testigos de la belleza de la actriz; venezolanos, colombianos y habitantes de Tanzania, Kenya y Uganda han podido disfrutar de la presencia de Leblanc ante las cámaras, un tesoro, que según la propia actriz mostraba gustosamente "porque tengo un cuerpo hermoso. No sé qué significa objeto sexual. Soy como un museo en donde se va a mirar lo lindo. A lo sumo le hago un bien a las parejas, conmigo se recrean y siguen sus vidas".
La porteña, nacida en una familia pudiente y educada en la fé católica pensaba "que tener busto era muy malo, hasta que entendí que no, que era al revés", afirmaba la actriz.Sin embargo, desde muy jóven, la intérprete se alejó de las tendencias más puritanas de la iglesia, causando incluso grandes problemas en su colegio religioso de donde intentaron expulsarla en varias ocasiones. En aquellos tiempos escolares, la actriz se escapaba con los alumnos masculinos del colegio Don Bosco a ver películas de Pedro López Lagar y, con diecisiete años, salió de la escuela, empezó a trabajar y tuvo a su única hija. Tras su divorcio, Leblanc abogó por el feminismo y lo bonito de ser mujer, declarando en múltiples ocasiones:
"Feminismo es igualdad social. Misma remuneración, mismo derecho al goce, pensarse como ser humano íntegro. En esa época, eras madre o eras puta. Y si encima como yo creías que el sexo era también una cuestión de placer, directamente eras una pecaminosa".
La actriz que estudió teatro con Alejandra Boero y Pedro Asquini, consiguió su primera oportunidad en el Festival de cine de Venezuela, donde se subió al trampolín con un bikini, convirtiéndose al día siguiente en portada de todos los diarios. Gracias a ello, Leblanc logró su primer papel en "La flor del Irupé".
Más tarde, se le atribuyó una rivalidad con Isabel Sarli que ambas aseguraron que no existía. La rubia y la morena dependían del mismo productor pero Leblanc se definió como una mujer totalmente independiente que negociaba sus propias intervenciones en el cine. Así se cuenta que durante el trato con Daniel Tinayre para protagonizar "La cigarra no es un bicho", el productor le negó el dinero que ella pedía, por ello la actriz se levantó y "le canté las 40 y le advertí que, como mi tiempo valía, me iba de la reunión llevándome su pañuelo de seda marrón y su botella de whisky".
A final de los 70, la fortuna de la actriz dejó de brillar y tuvo que vender varias de sus propiedades debido a un plan de ajuste gestionado por el ministro de Economía en aquella época, Celestino Rodrigo, conocido por el "Rodrigazo". Leblanc, que además se vio en juicios con uno de los teatros en los que trabajó fue relegada del mundo de la interpretación: "Es como si no me hubiesen perdonado que yo era la única que compraba, vendía y manejaba el producto Libertad Leblanc".
En ese momento fue cuando la actriz decidió pasar más tiempo en España, donde además rodó una película con el cantante Julio Iglesias. Aun así, el mito sexual siguió presumiendo de una vida intensa y presumía de que su mayor premio era "apoyar la cabeza en la almohada y quedarse dormida sin problemas".
El adiós a Leblanc, muy íntimo y sin compañeros de profesión debido a las resticciones por el coronavirus, no ha podido contar tampoco con la presencia de su hija Leonor que trabaja en Suiza como kinesióloga y que no ha llegado a tiempo, a pesar de hacerse cargo de forma directa de la enfermedad de su madre durante todos estos últimos años.
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