Joaquín Furriel habla sobre "La Quietud" y otros proyectos

por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
Joaquín Furriel
El campo suele considerarse un espacio de disfrute y distensión, donde uno puede abandonar la vorágine de la vida diaria, para descansar y apreciar el aire puro y grandes extensiones de terreno verde. Sin embargo, en la película "La Quietud" (2018), dirigida por Pablo Trapero, ocurre todo lo contrario. Los personajes no contemplan la belleza del paisaje, sino que deben sortear los diferentes conflictos que ocurren en la estancia que lleva el nombre del film. Para ellos, el campo no resulta ser un lugar abierto, sino, un sitio que oculta misterios y secretos que generan claustrofobia. Joaquín Furriel personifica a un escribano que convive en un mundo en el que las grandes tensiones son manejadas por las mujeres. Nuestros compañeros de EscribiendoCine dialogaron con el actor sobre su personaje, la experiencia cinematográfica con Trapero y su presente artístico.

El relato se enmarca en la idílica estancia familiar conocida como La Quietud, donde Mia (Martina Gusmán) creció con sus padres. Una situación inesperada la obliga a reunirse con su hermana Eugenia (Bérénice Bejo), que regresa tras varios años radicada en Paris. El reencuentro sucede bajo la mirada implacable de su madre Esmeralda (Graciela Borges). Los giros del destino llevan a que el marido de Eugenia, Vincent (Édgar Ramírez), arribe a la estancia y, junto al escribano y amigo de la familia (Joaquín Furriel), ingresen en una trama íntima llena de misterios.

El primer acercamiento de Joaquín Furriel al proyecto cinematográfico se dio durante su estadía en España, mientras trabajaba en el film "El árbol de la sangre" (2018) de Julio Medem. En suelo español, se encontró con Pablo Trapero y Martina Gusmán, que volvían de París y se iban a asentar por unos días en Madrid. Si bien Furriel estaba metido de lleno en el largometraje de Medem, se hizo el tiempo para leer el guión de "La Quietud" y fue cautivado por la historia.

"Me fui involucrando cada vez más en la película. Cuando terminé el rodaje en España, volví a Argentina y a los pocos días empecé a trabajar en La quietud. Me saqué la barba, me cortaron el pelo y, de repente, arranqué. Le dimos mucha importancia a vivir el presente del rodaje", contó Joaquín.

Uno de los atractivos para Furriel fue la posibilidad de formar parte de un grupo ecléctico de artistas, provenientes de diferentes países y con distintos métodos de trabajo, pero, con un mismo relato por contar. La absoluta presencia y la creatividad eran dos componentes claves a la hora de rodar. "Había una zona donde nosotros mismos estábamos incómodos como actores, entonces, había que apelar a que no la teníamos muy clara, pero, confiábamos en que quien la tenía que tener clara, que era el director, sabía muy bien lo que hacía", expresó el actor.

Sobre su experiencia cinematográfica con Trapero, Joaquín elogió: "Pablo tiene mucha popularidad y, al mismo tiempo, mucha identidad sobre lo que está mostrando. Es uno de los directores más potentes, ya que, tiene un cine donde convive la violencia externa y la interna de los personajes, con situaciones de mucha tensión. Yo soy del Gran Buenos Aires y puedo reconocer mucha calle en Trapero". Y, a su vez, añadió: "Me pareció muy interesante estar en una película que era opuesta a otros mundos que él ya había tocado antes. En 'La Quietud' se trata de un sector privilegiado de la sociedad argentina, que se maneja con gran impunidad y vive con una economía que no le pertenece".

En el film, Joaquín Furriel personifica a Esteban, el escribano y amigo de la familia que reside en la estancia donde se desarrollan los principales conflictos. El hombre mantiene encuentros amorosos secretos con una de las hijas del grupo familiar, Eugenia, quien, a su vez, está casada con Vincent. Esteban sabe bastante acerca de los oscuros hilos que se tejen por debajo del escenario en el que se presentan los hechos. "Mi personaje no tiene contradicción de pertenecer a donde pertenece y de haber hecho lo que hizo. Es como una nueva generación de impunes, con privilegios que se logran desde la impunidad", describió el actor.

Respecto a la construcción de Esteban, Joaquín explicó: "Yo tengo bastante observado, de alguna manera, al sector de la clase media alta argentina, que es donde uno puede ver o percibir la hipocresía. Me gusta ver los programas de televisión cuando hay gente hablando, o ver las sesiones en el Congreso, porque es como si todos supieran la verdad y, de una manera tácita, nunca se habla de la verdad. Todos están jugando una especie de representación, de ficción, para hacernos creer a los que estamos observando eso, que la verdad es lo que se está representando".

A lo largo de su camino artístico, Furriel ha encarnado personajes con los que no tiene ningún punto en común, sin embargo, a la hora de interpretarlos, ha tenido que abandonar sus prejuicios e ir a fondo, es decir, llegar hasta las últimas consecuencias con los sujetos que representaba. Por eso, se ha preparado para no tenerle miedo a diferentes circunstancias, como ser el ridículo o lo erótico, y para atreverse a desempeñar todo tipo de situaciones. En "La Quietud", tuvo que dar vida a un personaje con el que no tiene similitudes, sino muchas diferencias.

A modo de síntesis acerca de su paso por el largometraje de Pablo, Furriel contó: "'La Quietud' me deja la sensación que estoy en un momento donde me siento muy despierto, con muchas ganas, donde me sentí muy cómodo trabajando con un gran director como Trapero y con un elenco extraordinario. La posibilidad de trabajar con Graciela Borges en cine, la puedo comparar con la experiencia de hacer 'Final de partida' con Alfredo Alcón en el teatro".

A partir del título de la película, el actor reflexionó sobre las cuestiones que le generan quietud e inquietud. "Son palabras muy amplias porque, tanto una como la otra, se pueden tomar de un lado positivo como negativo. Yo creo que es bueno ser inquieto en cuanto al conocimiento, en cuanto a la curiosidad, a los desafíos que uno pueda tener y, es bueno ser quieto en las decisiones que uno toma y en los lugares que uno quiere ocupar o siente que va mejor, no exigirte ser quien no sos". Asimismo, aclaró: "Me pasa que, en general, estoy inquieto cuando percibo que dedico tiempo de mi vida a espacios en los que no tengo mucha integridad, que tengo que hacerme el dobolu para poder convivir con la situación, lo que me rodea o con quienes estoy".

El actor, recientemente, comenzó el rodaje de la segunda temporada de la serie "El jardín de bronce", realizada íntegramente en Argentina para HBO Latinoamérica. La primera parte de la historia se centró en el arquitecto Fabián Danubio, quien buscó contra viento y marea a su hija Moira, que había desaparecido, junto a su niñera, mientras iban a un cumpleaños, al que nunca llegaron.

La continuación de la ficción audiovisual, dirigida por Hernán Goldfrid y Pablo Fendrik y basada en la reconocida novela de Gustavo Malajovich, contará con ocho capítulos. "La ciudad de Buenos Aires vuelve a ser un personaje más. Van a entrar nuevos personajes y va a tener la adrenalina y la potencia, sobre todo, de los últimos tres episodios de la primera parte. Vamos a conocer más del vínculo entre Fabián y Moira porque, de alguna manera, a él le incomoda mucho saber de quiénes es hija realmente y descubriremos todo el infierno que la niña vivió en cautiverio", adelantó Furriel.

La primera temporada fue vista en 50 países y logró grandes repercusiones en números de audiencia. "Tener la posibilidad de que HBO nos muestre al mundo está buenísimo como propuesta", agradeció el actor.

Además de "La Quietud", Joaquín Furriel espera en los próximos meses el estreno en la pantalla grande de una serie de films que protagonizó en el último tiempo. Se trata del largometraje "El hijo" (2018), dirigido por Sebastián Schindel, y las producciones cinematográficas españolas "El árbol de la sangre" (2018), de Julio Medem y "Taxi a Gibraltar" (2018), de Alejo Flah.

"El hijo" es un thriller psicológico que cuenta con las actuaciones de Martina Gusmán y Luciano Cáceres. Allí, Furriel personifica a Lorenzo, un pintor de unos 50 años, que reconstruye su vida luego de algunos años difíciles y se encuentra ansioso por el hijo que tendrá con su nueva mujer. Durante el embarazo, ella empieza a tener cierto comportamiento obsesivo y malicioso, que tensa la relación entre ambos. Con la llegada del niño, los conflictos se agudizan y el vínculo entre ellos se torna oscuro y peligroso, rumbo a un lugar sin retorno.

"Con Sebastián Schindel nos llevamos muy bien, hemos trabajado mucho en 'El Patrón, radiografía de un crimen' (2014). Con 'El hijo' fue el mismo tratamiento y entrega, pero, más difícil desde el guión, porque la historia de Guillermo Martínez es realmente muy asfixiante por momentos", relató. "Con Martina trabajé casi de corrido, porque habíamos hecho 'La Quietud' y, al poco tiempo, esta peli. Me pasa como si nos conociéramos de toda la vida trabajando, nos entendemos muy bien, además es una gran actriz. Con Luciano Cáceres ya había trabajado y lo conozco desde hace muchos años. Armamos un gran grupo de trabajo creativo", agregó.

"El árbol de la sangre", donde Furriel comparte reparto con Ursula Corberó y Alvaro Cervantes, es un thriller que ahonda en los trasfondos de las tramas familiares, las relaciones amorosas, las infidelidades, los secretos y el amor. Por otra parte, la comedia "Taxi a Gibraltar", contiene en su elenco a Dani Rovira e Ingrid García Jonsson, quienes, junto a Joaquín, encarnan a tres personajes que, unidos por la desesperación, emprenden un viaje siguiendo la promesa de un cargamento de oro perdido en los túneles del lugar más raro y desconocido de la Península Ibérica: Gibraltar.

Sigue nuestras últimas noticias por TWITTER.