Carlota González-Adrio escribe sobre el estreno de "La casa entre los cactus"

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Carlota González-Adrio
Carlota González-Adrio
Por Carlota González-Adrio *

"La casa entre los cactus" es una historia que parte de un relato, una historia construida sobre la oscuridad y sobre el silencio, sobre aquello que no vemos, sin embargo, vamos descubriendo para llegar al origen y a la complejidad de una familia, de las personas y su universo. Parte de un escenario simple y concreto, de una casa y de una familia, del hogar, para indagar en otras cuestiones a través de los claroscuros. El relato esconde la verdad y la mentira, los secretos, lo oculto, la violencia, el cariño, el amparo, partiendo siempre del retrato de esta familia. La historia se construye a través de la idea de la apariencia y lo escondido, que cohabita un mismo espacio, una misma persona.

A través de esta idea el relato nos lleva de un lugar a otro constantemente, nos saca de un lugar para descubrir uno nuevo, pero permanecer en ambos. Nos fuerza a ver una situación que sería fácilmente condenable desde otro punto de vista totalmente nuevo y diferente. Nos invita a contemplar que la realidad es y será distinta para cada uno de los personajes, sin encontrar respuestas y conclusiones a los hechos. La tensión está presente desde el primer momento, pero va adquiriendo fuerza y corporeidad a medida que avanza la historia.

El relato está construido a partir de tres pilares distintos de personajes; los padres, las hijas y Rafa.

Emilio (Daniel Grao) y Rosa (Ariadna Gil) son el pilar de esta familia. Con ellos nos adentramos a esta casa desde un lugar distinto, desde lo que han creado en ese lugar pero también lo que nos ocultan, aquello que vemos pero también aquello que escuchamos. Son personajes contradictorios, con matices, capas, y el retrato de ellos se va conformando a medida que avanza la historia. Es una bola de nieve que no deja de crecer, entramos en un laberinto del que ya no hay salida. Ellos persiguen unos ideales que parten de la idea de familia nuclear, del hogar, del recogimiento y del amparo. Han creado un oasis del que no les hace falta salir para ser felices.

Las hijas son el reflejo de cuatro universos totalmente distintos. Lis como el recuerdo, la memoria, la pérdida de la belleza. Iris son los ojos que leen la realidad a través de los relatos, de su imaginario. Melisa como la sensibilidad más pura, inocente pero fuerte. Y las gemelas como aquella infancia que nos hace permanecer vivos en el mundo de las maravillas, del instinto, de nuestro lugar más animal.

Rafa (Ricardo Gómez) es aquel caminante que parece que vaya sin rumbo y, sin embargo, termina siendo una fuerza misteriosa, un espantapájaros que viene del olvido. Es un intermediario que trae consigo una verdad reveladora y transgresora.

Todos los personajes son fuertes pero misteriosos y sugerentes a la vez. Es una historia donde hay un constante diálogo entre lo perturbador y la belleza. La casa, como máxima representación del hogar, tiene otros matices, rincones, sombras y espacios de luz, todos ellos entre las cuatro paredes.

Esta casa que se construye como un refugio frente a la naturaleza salvaje, pero se va transformando en un cobijo que es también tiniebla. La serenidad y el silencio de la naturaleza cobran otro sentido.

(*): La barcelonesa Carlota González-Adrio se formó en la ESCAC, antes de ganar el premio al mejor corto en la Seminci, conn "Solsticio de Verano". "La casa entre los cactus", que se estrena este viernes, es su primer largometraje.

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