"La ola" en el Festival Alemán de Cuba: ¿podría volver el nazismo?
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Por Frank Padrón
Cuando aún en varias pantallas dentro y fuera de la capital cubana se exhibe con entusiasmo cine francés, ya la sala Chaplin de la Cinemateca de Cuba inauguró la Semana de cine alemán, y lo hizo bien en alto con la première del internacionalmente aclamado film "La ola", de Dennis Gansel. Basado en un hecho real acaecido en 1967 dentro de un instituto californiano, el director lo ubica en la Alemania contemporánea: impartiendo un curso de "autocracia", un profesor intenta entre su grupo de estudiantes revivir el nazismo; con una creciente y entusiasta matrícula, el experimento echa a rodar con la consigna de eliminar las individualidades, reforzar el espíritu "de grupo" y moverse en esa dirección.
A pesar de la pregunta inicial formulada ("¿podría retornar en nuestro país una dictadura?, ¿sería posible que resurgiera el régimen que tanto dolor causara a mediados del siglo pasado?"), contestada negativamente por la mayoría, el curso, que por supuesto desborda las aulas y se instala mucho más allá de sus paredes, demuestra que la resurrección del nazismo es algo que puede ocurrir en cualquier momento, si tan sólo las circunstancias objetivas y subjetivas lo propician.
Apreciada en Alemania por dos millones y medio de espectadores, polémica y diversa en su recepción, ganadora del Premio en Bronce al mejor largo de ficción, nominada al lauro de Público en los galardones del cine europeo y con reconocimientos a los actores Frederick Lau y Jürgen Voguel, "La ola" ha resultado un verdadero suceso donde quiera que se exhibe, y la Habana no fue la excepción.
A pesar de la decepción general cuando el numeroso público que colmó la sala de 23 y 10 se percató del odioso doblaje al español, la cinta lo mantuvo en vilo hasta el final, que premió con un cerrado aplauso.
Gansel maneja la historia con inteligencia y elegancia: aplica al desarrollo dramático un sentido de thriller que va ganando a cada plano; pese a la casi unanimidad en la reacción de los estudiantes, estos distan de ser una masa informe: exhiben a cada paso su diversidad y personalidades, y como tal responden al peligroso experimento (están los disidentes, los dubitativos, los convencidos, etc); la propia sicología del profesor, donde puede haber no poco de egolatría y narcisimo, es puesta en solfa a cada momento.
Lo bien estructurado y cohesionado del guión se complementa con una sólida y rica puesta en pantalla donde todos los elementos responden con precisión de relojería, y donde los actores (no sólo los premiados) se lucen en sus interesantes personajes. Todo coadyuva a un mensaje para nada proselitista ni panfletario, antes bien muy oportuno y necesario: aquel "fascismo corriente" de que habló alguna vez el maestro ruso Mihail Room, está a la vuelta de la esquina, por lo cual no sólo no hay que provocarlo, sino incluso evitarlo a toda costa.
La semana alemana es de por sí, variopinta y diversa. Entre los títulos esperados está "Del otro lado", del alemán de origen turco Faith Akin ("Contra la pared"), cruce étnico que el cineasta refleja en su cine; las comedias "Un conejo sin orejas" ( taquillazo en Alemania que dirigió el también actor, guionista y productor Til Schweiger), "Un amigo mío", de Sebastián Schipper ("Gigantes") y "The calling game", de Félix Randau.
Pero figura también "Tarde", de la aclamada actriz Angela Schanelec, quien ha llegado a convertirse en una respetada figura de la llamada "Escuela de Berlín": tras su elogiado filme "Marseille", ahora nos hace la boca agua con esta versión libre y personal de "La gaviota", de Chéjov, y como cierre, la tragicomedia "Enma, la afortunada", que gira en torno a la muerte pero con una acendrada vocación por la vida.
Seguiremos, claro, comentando.
Cuando aún en varias pantallas dentro y fuera de la capital cubana se exhibe con entusiasmo cine francés, ya la sala Chaplin de la Cinemateca de Cuba inauguró la Semana de cine alemán, y lo hizo bien en alto con la première del internacionalmente aclamado film "La ola", de Dennis Gansel. Basado en un hecho real acaecido en 1967 dentro de un instituto californiano, el director lo ubica en la Alemania contemporánea: impartiendo un curso de "autocracia", un profesor intenta entre su grupo de estudiantes revivir el nazismo; con una creciente y entusiasta matrícula, el experimento echa a rodar con la consigna de eliminar las individualidades, reforzar el espíritu "de grupo" y moverse en esa dirección.
A pesar de la pregunta inicial formulada ("¿podría retornar en nuestro país una dictadura?, ¿sería posible que resurgiera el régimen que tanto dolor causara a mediados del siglo pasado?"), contestada negativamente por la mayoría, el curso, que por supuesto desborda las aulas y se instala mucho más allá de sus paredes, demuestra que la resurrección del nazismo es algo que puede ocurrir en cualquier momento, si tan sólo las circunstancias objetivas y subjetivas lo propician.
Apreciada en Alemania por dos millones y medio de espectadores, polémica y diversa en su recepción, ganadora del Premio en Bronce al mejor largo de ficción, nominada al lauro de Público en los galardones del cine europeo y con reconocimientos a los actores Frederick Lau y Jürgen Voguel, "La ola" ha resultado un verdadero suceso donde quiera que se exhibe, y la Habana no fue la excepción.
A pesar de la decepción general cuando el numeroso público que colmó la sala de 23 y 10 se percató del odioso doblaje al español, la cinta lo mantuvo en vilo hasta el final, que premió con un cerrado aplauso.
Gansel maneja la historia con inteligencia y elegancia: aplica al desarrollo dramático un sentido de thriller que va ganando a cada plano; pese a la casi unanimidad en la reacción de los estudiantes, estos distan de ser una masa informe: exhiben a cada paso su diversidad y personalidades, y como tal responden al peligroso experimento (están los disidentes, los dubitativos, los convencidos, etc); la propia sicología del profesor, donde puede haber no poco de egolatría y narcisimo, es puesta en solfa a cada momento.
Lo bien estructurado y cohesionado del guión se complementa con una sólida y rica puesta en pantalla donde todos los elementos responden con precisión de relojería, y donde los actores (no sólo los premiados) se lucen en sus interesantes personajes. Todo coadyuva a un mensaje para nada proselitista ni panfletario, antes bien muy oportuno y necesario: aquel "fascismo corriente" de que habló alguna vez el maestro ruso Mihail Room, está a la vuelta de la esquina, por lo cual no sólo no hay que provocarlo, sino incluso evitarlo a toda costa.
La semana alemana es de por sí, variopinta y diversa. Entre los títulos esperados está "Del otro lado", del alemán de origen turco Faith Akin ("Contra la pared"), cruce étnico que el cineasta refleja en su cine; las comedias "Un conejo sin orejas" ( taquillazo en Alemania que dirigió el también actor, guionista y productor Til Schweiger), "Un amigo mío", de Sebastián Schipper ("Gigantes") y "The calling game", de Félix Randau.
Pero figura también "Tarde", de la aclamada actriz Angela Schanelec, quien ha llegado a convertirse en una respetada figura de la llamada "Escuela de Berlín": tras su elogiado filme "Marseille", ahora nos hace la boca agua con esta versión libre y personal de "La gaviota", de Chéjov, y como cierre, la tragicomedia "Enma, la afortunada", que gira en torno a la muerte pero con una acendrada vocación por la vida.
Seguiremos, claro, comentando.