Buenos Aires Rojo Sangre celebra su primera década de vida o muerte
- por © Cynthia García Calvo (Argentina)-NOTICINE.com
El Buenos Aires Rojo Sangre-Festival de Cine de Terror, Fantástico y Bizarro de Buenos Aires (Bars), comienza este jueves 29 de octubre su décima edición y lo festeja con película propia. En el marco del certamen que reúne al creciente mundo del cine de género en la Argentina, que permite conocer lo que se está haciendo aquí y allá, se estrena “Rojo Sangre: 10 años a puro género”, documental de Elian Aguilar.
Se trata de compendio de lo que han sido estos diez años de festival, a través de las voces de ganadores del certamen y nombres que son representativos del movimiento de cine de género que se ha dado en el país en la última década, como Daniel de la Vega, todo un pionero que ha dirigido a nada menos que Faye Dunaway en “Jennifer’s Shadow”; o los grupos creativos que componen los jóvenes de Farsa Producciones (“Plaga Zombie”) o los platenses de Paura Flics (“Habitaciones para turistas”).
“Rojo Sangre: 10 años a puro género” propone analizar este momento sustancial que atraviesa el cine de género en el país, donde la profesionalización de sus integrantes permite películas cada vez más cuidadas, y donde el INCAA está dejando de marginar a este sector y ha comenzado a otorgar sus primeros subsidios a películas que se enmarcan dentro del género.
Hablamos con Elian Aguilar, autor del documental sobre el festival:
- Habla tanto del BARS como del movimiento del cine de género en la Argentina. ¿Cuál era el objetivo del documental cuando comenzó a desarrollarse?
Principalmente, buscábamos no hacer un documental sobre el Festival. Sí buscábamos utilizar el Festival y sus diez años como excusa para contar ese movimiento que hay por detrás. Mi sueño es que lo vea gente que no tiene nada que ver con esto y diga: ‘ese plano de esa película, me gustó, ¿qué es?’. Y la pueda ver. Después si la quiere putear, que la putee. Pero que la gente pueda llegar a ese cine, que lo vea, que discuta, que por ahí le guste o no. Pero en eso está también el crecimiento. Creo que no hay que dividir más en nuevo cine argentino o cine arte contra cine de género. Al contrario, creo que tiene que haber cine argentino y punto. Y que cada uno pueda desarrollarlo dentro de lo suyo. Lo que yo intenté con este documental es eso: mostrar toda una vidriera de algo que se está haciendo. A la gente que le gusta el género va a venir, pero yo necesito al otro público. Ahí voy a ver si funciona o no la película.
- ¿Cómo se conquista a ese otro público?
Haciendo buenas historias, bien hechas, que no le tomen el pelo al público, que tenga buen sonido, que se vean bien, que los efectos sean buenos, que la estrategia de marketing sea buena. Es importante que uno vea un cartel en la calle y le interese; si tengo como ahora un poster con la cara de Leonardo Sbaraglia (“El corredor nocturno”) no me dan ganas de verla, eso no comunica. Odio tener que caer siempre en Estados Unidos, pero los yanquis hacen eso: ves un cartel y ya querés ver la película por eso. Y eso falla acá.
- Como bien se explica en el documental, son muchos los factores que hacen que el cine de género local no pueda llegar al gran público. Al principio de la película se habla de la falta de apoyo como algo determinante, pero después también los fuerza a hacer una autocrítica de la calidad del material que se ofrece. ¿Tenía una intención de que eso también quedara expuesto claramente?
Yo pretendía que esto no sea algo proselitista. Es una realidad. Yo no creo que seamos omnipotentes, ni omnipresentes, ni los mejores artistas del mundo, todo lo contrario, el cine es puramente subjetivo. Lo que tenemos que aprender son las estructuras. Yo como buen guionista son un estructuralista nato. Tenemos que contar buenas historias, tenemos que hacer bien las cosas, tenemos que llegar al público. Si no, caemos en la misma cosa onanista del nuevo cine argentino, que yo detesto no porque ellos tengan crédito del Incaa, sino porque ellos no pueden llenar una sala. Y eso le hace mal a todos: le hace mal a ellos, al Instituto y a mí porque no me permite que el día de mañana yo pueda hacer una película para estrenar en salas comerciales. Creo que la autocrítica es parte del crecimiento y creo que no podríamos ser tan imbéciles como para no darnos cuenta de que no es simplemente porque nadie nos ve, y nos ponemos el violín y lloramos. Creo que es un proceso que estamos atravesando. Y lo que intentamos con el documental es ver si ese proceso avanza o no.
- ¿Le parece que el momento bisagra todavía no llegó?
Todavía no llegó pero evidenciamos algo. Vos agarrás la taquilla del año y las primeras cinco son películas de género. Agarrás la taquilla argentina hoy, y las dos películas más grandes son de género, “El secreto de sus ojos” y “Las viudas de los jueves”. No es casualidad que suceda eso. Lucrecia Martel gana muchos premios, todo bien, pero después no llena las mismas salas que Campanella. Y ojo que Campanella no me gusta tanto porque te pincha para que llores, pero es un tipo que pudo contar una historia enmarcada dentro de un género. Y digo género en su sentido amplio. Género en el sentido de que va con una estructura clásica a contar algo dentro de un margen de leyes que tiene que cumplir. La película de Campanella es un policial, podríamos decir, medio histórico y tiene suspenso. Y la gente quiere ver eso. La gente está aburrida de estar en su casa mal y quiere ir al cine a sacarse un rato el cerebro y ver algo que lo entretenga. Para ver una película que tenés que decodificar y no es sincera en lo que te quiere comunicar, se complica.
- ¿Cuál piensa que es el lugar que ocupa el BARS dentro de este movimiento?
Cada vez me voy cuenta de que es más y más importante. Es el punto que une todo. Es como la plasticola que junta todos los elementos. Después la bola puede ser más o menos grande, pero hubo algo ahí que empezó la pegatina. Y creo que el Bars actúa de eso. Y como bien busco que diga el documental: hay de todo. Yo he visto películas horribles en el festival y películas que me volaron la cabeza. Y eso también está bueno.
Buenos Aires Rojo Sangre se desarrolla hasta el 4 de noviembre en el Complejo Monumental Lavalle de Ciudad de Buenos Aires. La programación diaria se puede consultar en http://rojosangre.quintadimension.com
Se trata de compendio de lo que han sido estos diez años de festival, a través de las voces de ganadores del certamen y nombres que son representativos del movimiento de cine de género que se ha dado en el país en la última década, como Daniel de la Vega, todo un pionero que ha dirigido a nada menos que Faye Dunaway en “Jennifer’s Shadow”; o los grupos creativos que componen los jóvenes de Farsa Producciones (“Plaga Zombie”) o los platenses de Paura Flics (“Habitaciones para turistas”).
“Rojo Sangre: 10 años a puro género” propone analizar este momento sustancial que atraviesa el cine de género en el país, donde la profesionalización de sus integrantes permite películas cada vez más cuidadas, y donde el INCAA está dejando de marginar a este sector y ha comenzado a otorgar sus primeros subsidios a películas que se enmarcan dentro del género.
Hablamos con Elian Aguilar, autor del documental sobre el festival:
- Habla tanto del BARS como del movimiento del cine de género en la Argentina. ¿Cuál era el objetivo del documental cuando comenzó a desarrollarse?
Principalmente, buscábamos no hacer un documental sobre el Festival. Sí buscábamos utilizar el Festival y sus diez años como excusa para contar ese movimiento que hay por detrás. Mi sueño es que lo vea gente que no tiene nada que ver con esto y diga: ‘ese plano de esa película, me gustó, ¿qué es?’. Y la pueda ver. Después si la quiere putear, que la putee. Pero que la gente pueda llegar a ese cine, que lo vea, que discuta, que por ahí le guste o no. Pero en eso está también el crecimiento. Creo que no hay que dividir más en nuevo cine argentino o cine arte contra cine de género. Al contrario, creo que tiene que haber cine argentino y punto. Y que cada uno pueda desarrollarlo dentro de lo suyo. Lo que yo intenté con este documental es eso: mostrar toda una vidriera de algo que se está haciendo. A la gente que le gusta el género va a venir, pero yo necesito al otro público. Ahí voy a ver si funciona o no la película.
- ¿Cómo se conquista a ese otro público?
Haciendo buenas historias, bien hechas, que no le tomen el pelo al público, que tenga buen sonido, que se vean bien, que los efectos sean buenos, que la estrategia de marketing sea buena. Es importante que uno vea un cartel en la calle y le interese; si tengo como ahora un poster con la cara de Leonardo Sbaraglia (“El corredor nocturno”) no me dan ganas de verla, eso no comunica. Odio tener que caer siempre en Estados Unidos, pero los yanquis hacen eso: ves un cartel y ya querés ver la película por eso. Y eso falla acá.
- Como bien se explica en el documental, son muchos los factores que hacen que el cine de género local no pueda llegar al gran público. Al principio de la película se habla de la falta de apoyo como algo determinante, pero después también los fuerza a hacer una autocrítica de la calidad del material que se ofrece. ¿Tenía una intención de que eso también quedara expuesto claramente?
Yo pretendía que esto no sea algo proselitista. Es una realidad. Yo no creo que seamos omnipotentes, ni omnipresentes, ni los mejores artistas del mundo, todo lo contrario, el cine es puramente subjetivo. Lo que tenemos que aprender son las estructuras. Yo como buen guionista son un estructuralista nato. Tenemos que contar buenas historias, tenemos que hacer bien las cosas, tenemos que llegar al público. Si no, caemos en la misma cosa onanista del nuevo cine argentino, que yo detesto no porque ellos tengan crédito del Incaa, sino porque ellos no pueden llenar una sala. Y eso le hace mal a todos: le hace mal a ellos, al Instituto y a mí porque no me permite que el día de mañana yo pueda hacer una película para estrenar en salas comerciales. Creo que la autocrítica es parte del crecimiento y creo que no podríamos ser tan imbéciles como para no darnos cuenta de que no es simplemente porque nadie nos ve, y nos ponemos el violín y lloramos. Creo que es un proceso que estamos atravesando. Y lo que intentamos con el documental es ver si ese proceso avanza o no.
- ¿Le parece que el momento bisagra todavía no llegó?
Todavía no llegó pero evidenciamos algo. Vos agarrás la taquilla del año y las primeras cinco son películas de género. Agarrás la taquilla argentina hoy, y las dos películas más grandes son de género, “El secreto de sus ojos” y “Las viudas de los jueves”. No es casualidad que suceda eso. Lucrecia Martel gana muchos premios, todo bien, pero después no llena las mismas salas que Campanella. Y ojo que Campanella no me gusta tanto porque te pincha para que llores, pero es un tipo que pudo contar una historia enmarcada dentro de un género. Y digo género en su sentido amplio. Género en el sentido de que va con una estructura clásica a contar algo dentro de un margen de leyes que tiene que cumplir. La película de Campanella es un policial, podríamos decir, medio histórico y tiene suspenso. Y la gente quiere ver eso. La gente está aburrida de estar en su casa mal y quiere ir al cine a sacarse un rato el cerebro y ver algo que lo entretenga. Para ver una película que tenés que decodificar y no es sincera en lo que te quiere comunicar, se complica.
- ¿Cuál piensa que es el lugar que ocupa el BARS dentro de este movimiento?
Cada vez me voy cuenta de que es más y más importante. Es el punto que une todo. Es como la plasticola que junta todos los elementos. Después la bola puede ser más o menos grande, pero hubo algo ahí que empezó la pegatina. Y creo que el Bars actúa de eso. Y como bien busco que diga el documental: hay de todo. Yo he visto películas horribles en el festival y películas que me volaron la cabeza. Y eso también está bueno.
Buenos Aires Rojo Sangre se desarrolla hasta el 4 de noviembre en el Complejo Monumental Lavalle de Ciudad de Buenos Aires. La programación diaria se puede consultar en http://rojosangre.quintadimension.com