Aplauden en Guadalajara el regreso al cine de María Novaro, "Las buenas hierbas"
- por © P.S./Correcámara-NOTICINE.com
Desde su debut tras las cámaras en "Lola" (1989), María Novaro ha ido desarrollando una carrera firme dentro del séptimo arte, sostenida por películas como "Danzón" (1991), tal vez la más recordada de su filmografía. Desde su largometraje "Sin dejar huella" (2000), una road movie que exaltaba el valor de la amistad azarosa entre dos mujeres, no había vuelto a dirigir hasta ahora que nos hace entrega de "Las buenas hierbas" (2009), un poema fílmico que muestra a la cineasta en plena madurez y dominio de su oficio como realizadora.
"Las buenas hierbas" es una de las ocho películas participantes en la Sección Oficial de Competencia de Largometrajes Mexicanos de Ficción en el 25º Festival Internacional de Cine de Guadalajara. El guión es también de la autoría de la propia Novaro y propone todo un rompecabezas a ser armado en torno a las contradictorias emociones humanas.
Dalia (una estupenda Úrsula Pruneda) es una madre divorciada que cuida al pequeño Cosmo (todo un hallazgo, Cosmo González), y además colabora en una estación de radio alternativa con contenido ecologista. Su vida marcha establemente hasta el momento en que se debe hacer cargo de su madre, una bióloga etnobotánica (Ofelia Medina) quien se vuelve presa de esa terrible enfermedad del olvido que es el Alzheimer.
Este es el momento en que Dalia tendrá que sumergirse en la magia que esconden las plantas, en las enseñanzas de la herbolaria que se tornan en una potente metáfora de la evolución de las relaciones humanas. Dalia se convertirá en madre de su mamá y será apoyada por una de sus vecinas Blanquita (Ana Ofelia Murguía), quien una y otra vez le pedirá uno de los cigarros que "hacen reír".
El lirismo preside a "Las buenas hierbas", con algunos rompimientos dramáticos donde hay chispazos de humor. Toda la cinta está presidida por una gran mirada de ternura de la cineasta hacia sus personajes, a quienes les guarda respeto y les permite autonomía para el desarrollo de sus diversas acciones.
Muy bella es la fotografía de Gerardo Barroso en una película que transcurre en un "tempo lento" y donde imágenes poderosas subyugan a cada momento. Hay secuencias especialmente logradas como la compartida con Dalia y su madre, cuando la hija le indica que se ponga una falda, pero la madre toma blusas, una escena exacerbada en torno a la enfermedad del olvido; también puede destacarse aquella otra secuencia dedicada a la sabiduría de María Sabina.
En suma "Las buenas hierbas" es un muy afortunado retorno de María Novaro atrás de las cámaras, pues deja claro que hay toda una artista que sabe comunicarse perfectamente a través de la creación de atmósferas. Uno no puede salir impune de la sala cinematográfica, puesto que es una película que remueve muchas emociones.